La ignorancia y la soberbia suelen ser una combinación mortal. Malo para cualquiera, más para un país cuando sus gobernantes las padecen. Una de las expresiones propias de la ignorancia -sucede en vida cotidiana- es creer que el mantenimiento es un gasto prescindible. El austericidio de la administración lopezobradorista ha llevado al país no sólo a un permanente deterioro de su infraestructura, sino a tragedias como la de la línea 12 del Metro de la Ciudad de México, y tantos siniestros en las empresas del Estado. Muchas son las instalaciones públicas en condiciones deplorables.
El tema del bache en la pista del aeropuerto más importante de México indignó a López Obrador. No porque la pista estuviera dañada y él tuviera que padecer un aterrizaje abortado, sino porque el piloto del avión informó a los pasajeros la causa del incidente y se le ocurrió mencionar la palabra cráter. El presidente concluyó que el piloto estaba azuzando a los pasajeros para que le reclamaran al mismísimo mandatario.
Hay tres hechos incontrovertibles: que la pista estaba dañada por falta de mantenimiento; que el daño afectaba las operaciones, y que el gobierno que preside Andrés Manuel López Obrador es responsable de los aeropuertos y del estado de sus instalaciones. El propio presidente ha tomado las decisiones en la materia, designado a los funcionarios responsables y determinado el gasto aplicado, como fue que los cuantiosos recursos de la tarifa de uso aeroportuario que pagan los usuarios del AICM para tener una infraestructura y un servicio de calidad, se desviaran para indemnizar a los constructores del inconcluso aeropuerto de Texcoco.
El presidente es incapaz de hacer un mínimo ejercicio de autocrítica. Los problemas que causa la incompetencia de su gobierno y las malas decisiones, como son el deterioro del aeropuerto y la humillante degradación a México por las autoridades norteamericanas debido a la inseguridad del espacio aéreo nacional por la falta de inversión y de recursos calificados, llevan al hombre más poderoso de México a cargarla con el capitán de la aeronave que señaló como “cráter” un bache.
Es evidente que en sus prédicas mañaneras el presidente habla a los suyos, que no son pocos, y que a buena parte de ellos les tiene muy sin cuidado la seguridad de los viajantes aéreos. El tema es que también a ellos llega el problema del deterioro del servicio público; mala educación, salud o transporte a todos afecta. La explicación es que el origen del padecimiento son los ambiciosos y corruptos gobiernos neoliberales.
Las pistas del AICM se están dañando porque no se ha gastado en los últimos años un solo centavo en el mantenimiento de la infraestructura hidráulica, señala investigación de El Universal. Un ahorro absurdo y que es la causa del deterioro de las pistas. Sin duda, un caso de negligencia criminal, por el impacto que tiene en la seguridad y que, como le sucedió al presidente, el aterrizaje tuvo que ser suspendido en el último momento.
La falta de mantenimiento es solo una muestra del irresponsable manejo del gasto público. Un bache se ve y se padece, más si se trata de una pista de un aeropuerto con mucho tráfico. Pero, otros perjuicios no están a la vista. El deterioro de la infraestructura hospitalaria o de las escuelas o de los inmuebles públicos. A cuatro años de gobierno estamos asistiendo al deterioro, obsolescencia y decadencia material y funcional. Son los hospitales, las escuelas o las oficinas gubernamentales; pero es también el servicio: el esfuerzo ejemplar de doctores, maestros y trabajadores del Estado severamente afectados por un gobierno negligente, indiferente y en extremo abusivo. Ignorancia y soberbia son la divisa.
Vienen dos años por delante con más de lo mismo. El abandono acumulado genera un déficit que llevará mucho tiempo, dinero y esfuerzo revertirlo. Lo que se dejó de hacer costará mucho más que el ahorro para cuadrar las cuentas del gasto público. Los que vienen que paguen dispendio, impunidad, indolencia, corrupción y excesos del gobierno actual.