“—Cuando dos montan un caballo, sólo uno va delante.

—¿Qué diablos quieres decir con eso?

—Lo comprenderás cuando vayas delante.”

JUAN GÓMEZ-JURADO

Sin prensa, sin agenda y sin cámaras. Así fue la última visita de López Obrador a Badiguarato, la tierra de El Chapo.

Para quien adora cacarear todo lo que hace (empezando por lo que come) la privacidad del presidente ahora llama la atención. Si cada minucia lo convierte en una oportunidad para aparecer en prensa, ¿por qué evitar reporteros —mismo los incondicionales del régimen— en esta ocasión?

En su visita anterior a esa localidad, un grupo de reporteros fueron retenidos por hombres armados en la carretera Badiraguato-Guadalupe y Calvo. López Obrador, tratando de acallar el incidente soltó: “no pasa nada, no pasó nada”. Tal vez para que no los volvieran a parar o porque esa fue la petición (¿instrucción?) del Cártel de Sinaloa, en esta ocasión la prensa no fue requerida.

En las otras cuatro visitas a la mencionada localidad, algo de prensa se colaba; la información al respecto se difundía por algunos medios y en redes sociales o bien el mismo López Obrador la compartía en sus cuentas. Este fin de semana optó mejor por festejar el triunfo de Lula en Brasil, presentó el plan de salud IMSS Bienestar para Sinaloa y mandó abrazos y su solidaridad a la gente de Corea del Sur, pero nada de Badiguarato.

En todo caso, hay tiempo para ir a Badiguarato pero no para visitar a familiares de desaparecidos, a enfermos moribundos o a víctimas de la violencia. Las prioridades…

Las columnas más leídas de hoy

Y que quede claro, el asunto no es que vaya por allá a ver a sus pobladores. Lo que nos preguntamos es por qué no acude a mostrar empatía y solidaridad donde ocurren desgracias. ¿Al narco abrazos y al pueblo balazos?

Dado que al propio López Obrador le encantan los dichos, viene al caso el siguiente: ‘no hagas cosas buenas que parezcan malas’. Si iba a entregar obra en el municipio en cuestión, ¿por qué no permitir lo acompañara la prensa?; si solo iba a anunciar un programa, ¿por qué el misterio? ¿O ha optado por que nos distraigamos con su visita a la tierra del narcotraficante?

No se nos olvida cuando, en medio de la crisis de salud en el país, el mandatario visitó Badiraguato; ocasión que coincidió con el cumpleaños del “señor” Ovidio Guzmán. La misma visita a aquellas tierras cuando bajó de su camioneta blindada y saludó a la mamá de Joaquín Guzmán; “una señora mayor”, dijo AMLO.

El hackeo de Guacamaya Leaks a los servidores de la Sedena confirmó que muchos gobiernos locales (estatales y municipales) tienen nexos con la delincuencia, en particular con el narcotráfico. El político Manuel Espino apenas dijo que él sostiene pláticas con al menos dos grupos del crimen organizado. ¿Son las recurrentes visitas de López Obrador a Badiguarato una confirmación de que los nexos son también a otro nivel?, ¿de que no necesita a Espino?

Tal vez son para pedir dinero, dado que la 4T ya se gastó los cuantiosos montos que nos dejaron en las arcas de la nación los gobiernos neoliberales.

A preguntas complejas, la respuesta correcta suele ser la más sencilla. En ese caso, posiblemente López Obrador va a Badiraguato a negociar con el Cártel de Sinaloa. ¿Qué le piden? ¿Ciertas aduanas bajo el control de determinados militares? ¿Que los militares sigan en las calles, siempre y cuando solo vigilen a civiles inocentes y colectivos varios? ¿Quién manda aquí?

López Obrador dice que la línea entre el narco y su gobierno es clara; se ofende si se le llama “narco presidente” pero bien que alimenta los rumores. Luego de esta nueva visita a las tierras de El Chapo Guzmán, causa risa que los miembros de la 4T digan que Felipe Calderón es quien apoya al narco.

Epigmenio Ibarra hace una confesión en Twitter: “Felipe Calderón no necesitaba ir a Badiraguato —como insulsamente piensan los conservadores que debe hacerse— para entrar en contacto con el Cártel de Sinaloa, le bastaba hablar con su amigo, mano derecha, espía personal, estratega y secretario de seguridad Genaro García Luna”, dando a entender que mientras Felipe solo requería hablarles por teléfono a los narcotraficantes, Andrés Manuel tiene que desplazarse…

¿Quedará en la memoria cuando los presidentes de México asistían a las cumbres de jefes de Estado o del G-20 o a foros como el de Davos? Las reuniones entre iguales buscando mejores opciones de política pública para el mundo.

Pues sí, todo indica que en estos tiempos las cumbres tienen lugar únicamente en Badiraguato, por lo que cabe la pregunta: ¿quién manda aquí?