Al enterarme del asesinato de dos periodistas de Baja California, vuelve una extraña sensación de vulnerabilidad para quienes intentamos comunicar o analizar la realidad que diariamente nos golpea en la cara. Con una semana de diferencia, Margarito Martínez Esquivel y Lourdes Maldonado López nos hacen recordar que en la península la violencia está tan arraigada que cualquiera puede ser la próxima víctima.
Luego de la encarnizada guerra vivida en 2021 entre grupos del crimen organizado, este 2022 la entidad atrajo la atención nacional. De los tres comunicadores que fueron ejecutados en México: Dos de ellos perdieron la vida en Tijuana.
El primero fue el fotoperiodista Margarito Martínez. El lunes 17 de enero, un arma de fuego se activó y el reportero gráfico quedó sin vida afuera de su casa. La indignación hizo que el gremio de comunicadores de Tijuana y San Diego, California, protestaran en la Fiscalía General de Baja California.
Colectivo Yo Sí Soy Periodista recordó un episodio ocurrido el 13 de diciembre de 2021, cuando Ángel Peña acusó a Margarito, en una transmisión en vivo, de ser administrador de las cuentas: Tijuana en Guerra y Quemando Malandros. Ambos sitios especializados en evidenciar a integrantes del crimen organizado y exponiéndolo.
Ángel Peña fue detenido al encontrarle mariguana en su casa luego de un cateo, días después del homicidio. En entrevista, Ángel advirtió que no había participado en el crimen de Margarito y solicitaba a la FGR realmente investigar.
Una semana después del lamentable suceso, la periodista Lourdes Maldonado López recibió un disparo que la calló para siempre. No era la primera vez que sufría un atentado. Por lo menos hubo otros cinco intentos. Ella se hallaba bajo el Mecanismo de Protección a Periodistas y Defensores de los Derechos Humanos del Gobierno de Baja California desde el año pasado.
El 19 de enero, Lourdes se le notificó la noticia de que había ganado un juicio por despido injustificado contra el ex gobernador de BC, Jaime Bonilla, luego de trabajar en la televisora Media Sport de México (PSN), propiedad del exmandatario estatal.
Ambos hechos me hicieron recordar mis tiempos en Rosarito, BC, de El Mexicano. Con solo 23 años, en 2008 aprendí reportear desde un aburrido evento político hasta un homicidio doloso a las tres de la mañana. El ciclo de violencia que me tocó vivir tenía a otros personajes de la cúpula política y criminal de ese estado. En ese tiempo Baja California tenía ya un registro de reporteros, columnistas y periodistas asesinados.
Regresé acá a Baja California Sur porque no mataban periodistas. Y la necesidad me llevó a volver a los medios de comunicación, pero en 2017 asesinaron a Max Rodríguez y, en 2019, Rafael Murúa Manríquez fue el primer periodista asesinado ese año.
Lo cierto es que la violencia en la península continúa. Ejecuciones y desapariciones. Hoy la misma crisis de seguridad sirvió de contexto para apagar otra voz. Y esto es un retroceso para una sociedad en la que se vive, supuestamente, en libertad.
Carlos G. Ibarra en Twitter: @cachobanzi