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Rogelio Ramírez de la O, titular de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público (SHCP), se comprometió, cuando asumió el cargo el pasado mes de julio, a potenciar a la banca de desarrollo y reconoció la importancia de estos intermediarios financieros “para impulsar el bienestar del país y los proyectos de desarrollo regional que tienen un papel clave en el crecimiento incluyente de largo plazo”.
Los buenos deseos del secretario de Hacienda para mejorar las instituciones bancarias no parecen haberse cumplido, ya que entre septiembre de 2020 al noveno mes del año pasado, el saldo de financiamiento del sistema de la banca de desarrollo registró una contracción del 11.9% real. El crédito de estas entidades de segundo piso tuvo en ese mismo lapso una contracción de 18.5%, mientras que las del primer piso se redujo 8.1%.
Las instituciones de desarrollo bancos que tuvieron la mayor contracción fueron Nacional Financiera (Nafin), Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero (FND), y Sociedad Hipotecaria Federal (SHF). Mientras la única institución que tuvo crecimiento de septiembre de 2020 a septiembre del 2021 fue Banobras, que tuvo un alza marginal del 1%.
Dentro de la estructura de la cartera crediticia de la banca de desarrollo destaca Banobras, que participa con más de 40%. Se señala que 2020 fue un año histórico para este banco con un otorgamiento de crédito de 141.5 mil millones de pesos, el más alto en los últimos 8 años. De acuerdo con el propio Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, el 67% se destinó a estados, municipios, 16% a proyectos con fuente de pago propia y 17% a sector público federal. Sin importar que la cifra anterior incluye reestructuras y refinanciamientos, en realidad preocupa que su inserción es relativamente baja cuando se observa la carencia de obras de desarrollo o de infraestructura municipal; por ejemplo, su contribución en la construcción de sitios de disposición final (rellenos sanitarios), que son prioritarias para ampliar la sanidad y mejorar y preservar el medio ambiente, es muy limitada, lamentablemente.
La banca de desarrollo cumple una función importante apoyando, con financiamiento y variados servicios, a sectores y proyectos con alta rentabilidad social. En particular, el papel tradicional de la banca de desarrollo es fondear proyectos cuya rentabilidad social los justifica, pero cuya rentabilidad privada no es suficientemente elevada, o inmediata, que los haga atractivos para los intermediarios comerciales.
En etapas críticas como la causada por la pandemia Covid-19, la contracción en la actividad económica y la volatilidad en los mercados incrementan el riesgo de crédito y de mercado asociado a las operaciones crediticias, lo que se traduce en mayores primas de riesgo y es aquí donde los intermediarios gubernamentales podrían construir una herramienta que transitoriamente opere de manera contracíclica y que mitigue los efectos de una contracción; pero esto no sucedió, la banca de desarrollo no fue factor para paliar la falta de préstamos a las empresas, principalmente por la baja en la colocación de créditos y garantías de estas instituciones.
En la actualidad existen seis instituciones que constituyen el sistema de banca de desarrollo mexicano, con un amplio espectro en cuanto a los sectores de atención: pequeña y mediana empresa, obra pública, apoyo al comercio exterior, vivienda y promoción del ahorro y crédito al sector militar.
Estas instituciones son:
- Nacional Financiera, S.N.C. (Nafin)
- Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, S.N.C. (Banobras)
- Banco Nacional del Comercio Exterior, S.N.C. (Bancomext)
- Sociedad Hipotecaria Federal, S.N.C. (SHF)
- Banco del Bienestar, S.N.C.
- Banco Nacional del Ejército, Fuerza Aérea y Armada, S.N.C. (Banejercito)
En los últimos 32 años la Banca de desarrollo se ha olvidado del otorgamiento de créditos a las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes), para dar preferencia a otorgamiento de préstamos muy favorables a grandes empresas como son el diario El Universal, El Financiero, Grupo Famsa, proyectos de infraestructura como plantas eólicas y fotovoltaicas concesionados a grandes corporativos privados mexicanos y extranjeros, que no brindan rentabilidad social.
El presidente Andrés Manuel López Obrador reveló en la conferencia mañanera del pasado 26 de octubre que las empresas privadas de producción de energía eléctrica tienen créditos de la Banca de Desarrollo que ascienden a 70 mil millones de pesos, de los cuales 50 mil millones de pesos son de Nafin y 20 mil millones de pesos pertenecen al Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos.
Para alcanzar mayores niveles de desarrollo, no sólo se requiere crecer más, sino atender los principales desequilibrios sociales, sectoriales y regionales. Situación que conlleva a una importante participación de los instrumentos de fomento del Estado, bajo la premisa de que se requiere alcanzar en forma sostenida un crecimiento del PIB de 6% anual. Por lo tanto, es necesario contar con condiciones propicias para la producción e inversión, tales como: bajo costo del capital y financiamiento en todos los plazos y para todos los sujetos de crédito; atender con recursos de inversión, crediticios y de investigación y desarrollo a los sectores y a las regiones con mayores rezagos económicos; crear y ampliar infraestructura física y canalizar recursos para el desarrollo humano y la protección del medio ambiente; incorporar tecnología moderna; alcanzar estándares de calidad y productividad a niveles internacionales; contar con suficientes canales de distribución de productos y de abasto de insumos, entre otros.
La banca de desarrollo no ha sido una alternativa para paliar la crisis económica y salud provocada por la pandemia de Covid-19.