IRREVETENTE

Les platico:

A todo presidente le llega su Bombilla

¿Quién necesita un motivo para traicionar?

La corrupción en México viene de lejos. Por eso está enraizada en el gobierno de Morena y es “estandarte” en el de López Obrador. Lean esto:

El PRI se sostuvo en el poder durante 71 años.

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El PAN, 12.

Morena lleva cuatro años y medio.

¿De dónde salió Andrés Manuel?

Su antecedente primario es el PRD, partido al que abandonó y amenazó con desaparecer. Por lo que vemos, ahí la lleva, lo está logrando.

Antes formó parte del PRI y lo mismo ocurre con los integrantes de esa secta de fanáticos en que se convirtió Morena, con facciones donde los más moderados corrompen en la banqueta de sus discursos la separación de poderes y los más radicales se montan en los cofres de los autos de los magistrados al salir de la Suprema Corte y les llaman traidores por no prestarse a los designios y mandamientos del capo del palacio.

¿Quién necesita una razón para traicionar?

López Obrador lo hizo con Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y con muchos otros de sus mentores en el PRI, de quienes aprendió las mañas que hoy usa para tratar de mantenerse electoralmente en el poder.

Antes lo hicieron el mismo Tata -con Calles- y más delante López Portillo, De la Madrid, Zedillo -por el lado del PRI con sus ex jefes- y hasta Calderón se atrevió a hacerlo con su antecesor Fox, por el lado del PAN.

Estas son traiciones, señoras y señores.

Pero la más grave es la que se comete contra uno mismo.

Vaya, ni traicionar a la Patria es más deleznable que la que se ejecuta contra los principios personales y morales de cualquier individuo.

Mentes caminantes como las de Carlos Urzúa y la de Macario Schettino, caminaron y dejaron en la orfandad de la banqueta a un presidente que resultó otro muy distinto al candidato a quien apoyaban.

Los motivos del enojo galopante del presidente

López Obrador sabe de todo esto y es consciente de que apenas se confirme el nombre de su candidata por el lado de Morena, en ese mismo momento comenzará a ser traicionado por ella.

Claudia Sheinbaum encenderá la bombilla del salón que la ilumina, y saldrá de la oscuridad actual a la que la condena la popularidad presidencial.

Por cierto, ¿que no se llamaba así el restaurante de San Ángel donde fue asesinado el martes 17 de julio de 1928 el general Álvaro Obregón, quien no alcanzó a sentarse en la silla presidencial tras ganar las elecciones de ese año?

Los enojos de López Obrador no son por los palos que ha sufrido a manos de la SCJN, ni por haber perdido en las elecciones del 2021 la mayoría calificada de su partido y rémoras que le acompañan en los órganos legislativos.

Según mi irreverente entender se deben a lo siguiente. ¡Arre!

Las prebendas de su gobierno a los adultos mayores, ni duplicadas le van a garantizar que vayan a votar por los candidatos de Morena en este 2023 y menos en las elecciones del año entrante.

La fila en la banqueta

Para ilustrar lo anterior les voy a compartir esto que viví cuando mis años en la Universidad Patricio Lumumba:

Cierto día vi a una larga fila de personas formadas en la banqueta de un establecimiento en el centro de Moscú.

Varios de los pasajeros que viajaban conmigo en el autobús colectivo, se bajaron intempestivamente y fueron a formarse al final de dicha fila.

Entonces le pregunté al conductor por qué habían hecho eso y su respuesta fue:

“Algo deben de estar regalando en ese lugar -huevos, pan, papel sanitario- y lo que sea, es gratis por parte del Estado, así que hay que formarse. ¿Tú no vas?”

Eso fue en tiempos de la URSS.

Años más tarde, después de que la Unión Soviética ya había sido desmembrada por Gorbachov, contemplé la misma escena y los mismos motivos en la Madre Rusia.

Moraleja:

Las dádivas del actual gobierno las aprendió López Obrador del PRI.

Y aunque le hayan bastado para mantenerse en el poder durante 71 años, en el año 2000 esos mismos beneficiados por el PRI, le dieron su voto al PAN.

Doce años después, se lo regresaron al PRI y seis años más tarde, a Morena.

Los tiempos se acortan en ese tipo de preferencias. Lo sabe muy bien Andrés Manuel. Por eso su miedo vuelto enojo.

Restaurant La Bombilla/Foto: Plácido Garza

Cajón de sastre

“¿Quedó claro o hay que explicarlo con bolitas y ovalitos?”, remata la irreverente de mi Gaby.