Mucho que comentar acerca de la jornada de plebiscitaria de este domingo, en la que se votó acerca de SÍ o NO juzgar a los expresidentes —en realidad lo que se preguntó fue otra cosa, pero como nadie entendió la redacción de la corte suprema, digamos, para no batallar, que el tema era investigar, o no, a Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto.
Más allá de la escasísima participación, el hecho es que arrasó el SÍ entre quienes sí acudieron a las urnas. Esto es, prácticamente solo votaron simpatizantes del presidente López Obrador y de Morena. Gente que estaba molesta, pero no solo con los expresidentes, sino con el INE y los funcionarios de casilla. Una persona que cumplió con civismo con esta responsabilidad, compartió su experiencia con esta columna. Pidió el anonimato y se le respeta. Lo siguiente es textual:
Mi experiencia como funcionaria de casilla
Dos casillas, la básica y la contigua. Entre ambas se esperaba que fueran a votar casi 3,700 ciudadanos. Al final solo llegaron 195 personas. De las cuales solo cuatro fueron por el NO, una nulidad, y el resto por el SÍ.
Casi todos los que asistieron eran ciudadanos amlovers. ¿Cómo lo sé? Porque lo dijeron o por sus comentarios. Algunos, muy atentos con los funcionarios de casilla. Pero desafortunadamente hubo personas que faltaron al respeto a quienes ahí estuvimos. Poco importó que de los 6 funcionarios (3 por casilla), 4 estuvieran convencidos de la consulta popular.
Un hombre que llegó a votar (no era un caballero) dijo que él se encargaba de que cerraran el INE, que él apoyaba a AMLO y que le alegraba que nos iban a correr a todos (chasquido de dedos incluido).
Ante el comentario de que solo somos ciudadanos y no cobramos, nos dijo que claro, que no nos pagan por ser “adjetivos descalificativos” y querer hacerle el caldo gordo al (muchas malas palabras) de Lorenzo Córdova. ¿En serio? El señor ni siquiera conoce a Córdova, pero lanzó toda serie de improperios contra el presidente del INE y contra los que estábamos ahí. Cuando nosotros solo abrimos las casillas a tiempo e hicimos nuestra labor de ciudadanos.
Uno más mencionó que el INE merece desaparecer, porque no anunció la consulta. Se le comentó que eso ocurrió así siguiendo las instrucciones del Congreso de que solo podía haberlo hecho 17 días, el tiempo que lo hizo el INE; los insultos no se hicieron esperar.
Aun una monja que acudió recibió un mal comentario, aunque ahí también hubo alguien que pidió no se le insultara por su carácter religioso.
Algunos más nos dieron una perorata de por qué es necesaria la consulta y que quienes no asistían a la misma merecen morir por ser igual de corruptos que los que se van a juzgar.
Se culpó al INE de la falta de concurrencia, en lugar de aceptar que muchas personas simplemente no quisieron acudir.
A algunas personas más que llegaron a votar sin ser su casilla, se les informó dónde era (usando la dirección electrónica del INE) y también se quejaron de que era injusto que no pudieran votar ahí. Cuando se les comentó que funcionaba igual que las votaciones normales, otra vez la andanada contra el INE y contra quien daba la información fue impresionante. No escuchan razones.
¿Qué hay? Mucha división, oídos sordos a razones y razonamientos. Odios acendrados hacia quienes no opinan como ellos o como AMLO. Así se demuestre que hay inconsistencias.
Se requiere una persona (de preferencia presidente de la república) que deje la polarización, deje de culpar al INE de todo y acepte que ya es momento de terminar las divisiones que sufren los mexicanos.