`Batalla campal`:
Lucha violenta entre muchas personas, generalmente espontánea y desordenada.
Diccionario de la lengua española de la RAE
Hace años leí y guardé un tuit del señor José Luis Orihuela, de la Universidad de Navarra:
Dicho noruego: “no existe el mal tiempo, sino ropa inadecuada” (Det finnes ikke dårlig vær, det finnes bare dårlig klær).
{username} (@jlori) August 13, 2014
Es cierto, con la ropa adecuada tanto el frío como el calor son soportables y hasta agradables.
No existen las disputas sin solución en un gobierno, sino el control inadecuado de los funcionarios y las funcionarias en pleitos por vanidades, celos, afán de poder.
Por confiar en la madurez de tres personas a quienes invitó a formar parte de su proyecto, el presidente Andrés Manuel López Obrador no puso orden a tiempo y hoy protagonizan un enfrentamiento público que daña más a la 4T que cualquier calumnia mediática o inclusive que el más perverso ataque de la ultraderecha o de los partidos de oposición.
La reciente portada de la revista Proceso puede ser el inicio de una seria crisis para el gobierno de AMLO o, también, una oportunidad valiosísima para que el presidente de México realice un profundo cambio en su gabinete y, con nuevos colaboradores —y colaboradoras— recorra a toda velocidad y con mucha mayor eficacia la segunda y última etapa de su gobierno transformador.
{username} (@proceso) March 19, 2022
Porque no hay una sola batalla campal en el equipo que ha acompañado al presidente.
Es decir, en el gabinete presidencial no es una rareza el pleito a muerte entre Alejandro Gertz, fiscal general; Olga Sánchez Cordero, presidenta del Senado, y Julio Scherer, exconsejero jurídico.
Se nota que hay muchas más disputas en el gobierno que amenazan a la 4T.
Dicen que el viejo priista Manlio Fabio Beltrones ha dicho que el presidente AMLO tiene el poder, pero no el control.
Algo hay de cierto en el diagnóstico de Beltrones: Andrés Manuel no ha querido tomar el control pleno de su equipo cercano para no lastimar a gente que le ha sido leal durante años.
Ya debe cambiar de estilo de mando el presidente López Obrador: la estabilidad del primer gobierno honesto que ha habido en México exige que saque la guillotina y corte todas las cabezas que deba cortar para que al fin impere la disciplina.
Creo que son falsas todas las acusaciones e intrigas contra Julio Scherer —lo conozco, es un hombre decente—, pero su muy bien redactado artículo difundido en Proceso no debió ser publicado.
Julio ha denunciado una trama perversa en su contra orquestada por Sánchez Cordero y Gertz Manero.
Aunque tengo mi opinión, no voy a discutir el fondo de lo denunciado por Julio Scherer.
Solo reiteraré que Julio me parece una persona decente que dedicó muchos años de su vida a colaborar en el proyecto de AMLO, pero creo que se equivocó al lanzar, en público, tan fuertes acusaciones contra la presidenta del Senado y el fiscal general de México.
No merece Andrés Manuel ese pleito que todo lo ensucia
El presidente de México, para poner orden, en primer lugar debe exigir al Senado la destitución de Alejandro Gertz Manero y enviar de inmediato una terna para sustituirlo —abogados y abogadas de prestigio sobran para el cargo, tanto en la Ciudad de México como en otras regiones del país: Javier Quijano, litigante de gran prestigio; Arturo Zaldívar, ministro presidente de la corte suprema a punto de terminar su periodo en el poder judicial; Enrique Inzunza Cázarez, secretario de gobierno de Sinaloa, expresidente del Tribunal Superior de Justicia de esa entidad; Ernesto Villanueva y Pedro Salazar, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM; Ernestina Godoy, fiscal de la Ciudad de México; Fátima Carolina Guerrero González, magistrada de Nuevo León, etcétera.
Después de pedir al Senado nombrar a un nuevo fiscal, el presidente AMLO debe hablar a solas con Olga Sánchez Cordero y exigirle, en nombre del decoro que ha caracterizado su trayectoria, que renuncie al Senado. Lo de menos sería que su suplente, Jesusa Rodríguez, pudiera ocupar o no el puesto.
La magistrada en retiro Sánchez Cordero debe, precisamente, retirarse ya en definitiva; su pleito con Scherer ha causado demasiado daño a la 4T, así que por elemental lealtad al presidente López Obrador debe irse a su casa.
¿Y Julio Scherer? Es el único que ha pagado un costo por la batalla campal en el gabinete de AMLO: renunció al gobierno hace tiempo, debe ahora guardar silencio y no generar más problemas a un presidente que necesita unido a su equipo para terminar las grandes tareas de su gobierno.
¿Y si hay delitos? Que los investigue el nuevo —o la nueva— fiscal, caiga quien caiga.
Y para que no vuelva a ocurrir, Andrés Manuel deberá cortar otras cabezas en su gabinete, en el que evidentemente hay conflictos por egos desbordados y en el que, por supuesto, hay quienes se preparan para traicionar ya sea por ambiciosos o por no compartir plenamente la ideología del proyecto.