El presidente Andrés Manuel López Obrador está mostrándose en forma clara y amplia en cuanto a su naturaleza pro dictatorial, y ayer, aprovechando de forma maquiavélica, -como ya lo había yo expresado antes-, realizó una ‘jugada maestra’ para terminar imponiendo por primera vez en más de 100 años de historia de este país, a una ministra de la Corte por la vía del ‘dedazo’.
La desaparición del poder judicial es un deseo de Andrés Manuel que todos sabemos alberga en el fondo de su corazón, siendo que pretende y sueña con encabezar una primera magistratura, como se le llama a la presidencia de la República en forma omnímoda, es decir, que no exista ningún otro poder que le pueda hacer mella o equilibrio.
Para él, el presidente de la República debe ser como un monarca, empoderado, y para el que solamente valga su verdad, su pensamiento, y su forma de ver y decidir. Así es López Obrador, y desgraciadamente ahora se está materializando de alguna forma su anhelo de tener un poder total sobre las acciones y decisiones que impactan a la vida nacional.
Y es que, ocurre que la presión insana que ejerció para que quien fuera ministro y presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar renunciara anticipadamente a la fecha en que debería de culminar su encargo para el que fue electo por el Senado de la República (2024) le ha permitido obtener para su proyecto de destrucción o implosión (según sea el caso) en la SCJN una ministra más, que por cierto, se habrá de revisar el periodo para el que ha sido electa, toda vez que en principio se dijo sería por un año, es decir, cubrir en espacio de tiempo que faltó a Zaldívar, pero ayer mismo la exministra Olga Sánchez Cordero afirmó que sería por 15 años, como lo había anticipado el presidente López Obrador.
El presidente provocó la designación de una nueva ministra en forma directa tras el truco de enviar al Senado en dos ocasiones ternas prácticamente inelegibles -por el nivel del perfil de los personajes propuestos- para que obviamente fueran rechazados. Al final del día, sabía que la ley marca que, tras ser rechazadas dos ternas por el Senado, el ejecutivo de la nación está facultado para nombrar de forma directa a quien ocupará el cargo y así lo hizo.
Y como desde hace ya tiempo se quitó las máscaras y se despojó de cualquier sonrojo, de inmediato designó a una especie de ministra ‘Carnala’ (como se refieren ahora a quienes son comparsa de las autoridades, como es el caso de la Fiscal de la Ciudad de México, Ernestina Godoy, quien presuntamente hacía el trabajo sucio a la exregenta de la capital del país, Claudia Sheinbaum).
No contento con tener ya en la lista de integrantes del tribunal a la ministra plagiaria de tesis Yasmín Esquivel Mossa, quien se ha mantenido absolutamente sumisa a sus deseos en cuanto a las votaciones que le ha tocado realizar y a Loretta Ortiz Ahlf, quien obedece a pie juntillas las disposiciones de Palacio Nacional, ha sumado a otra ministra secuaz, aunque sin olvidar que Margarita Ríos Farjat, quien hasta hace poco también le respondía, de manera inesperada pero grata, ha cambiado de actitud y está rechazando lo que ha considerado impropio en relación a temas en los que no ve legalidad, razón por la que ahora el mandatario tabasqueño le da trato de traidora siendo que fue propuesta por él.
Ahora el presidente aprovechando sus funciones y las formas que quizá debieron haber cambiado hace mucho, ha designado a Lenia Batres, hermana de Martí Batres, actual jefe de gobierno de la CDMX, para sustituir a Arturo Zaldívar, una mujer de la que está completamente probada su dependencia al presidente de la República.
Lenia Batres, de formación abogada, es integrante de una familia de reconocida dinastía de izquierda.
“Por eso desde los 13 años (1982-1985) se integró en las juventudes del Partido Socialista Unificado de México (PSUM), en el que militaban sus padres, Cuauhtémoc Batres y Rosario Guadarrama, maestros normalistas, quienes le pusieron Lenia en homenaje a Lenin, líder de la Revolución Rusa.
También militó en el Partido de la Revolución Socialista (PRS). Fue fundadora del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y de Morena, junto con sus hermanos Martí, actual jefe de gobierno de la ciudad en sustitución de Claudia Sheinbaum, y su hermana Valentina, hoy diputada local de Morena.
Batres Guadarrama es licenciada en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y no tiene carrera judicial. Cuenta con tres Diplomados: en Ciencia Política en la Habana, Cuba, uno en Estudios Parlamentarios por la UNAM y en Estudios Electorales por la UAM Iztapalapa.
Hasta antes de su designación era consejera adjunta de Legislación y Estudios Normativos en la Consejería Jurídica de la Presidencia de la República, que encabeza el mandatario Andrés Manuel López Obrador, con quien también trabajó como asesora cuando fue jefe de gobierno y con quien hay una cercana relación.
“Batres llegará a la SCJN con un déficit de legitimidad del que no se tiene precedente, porque a pesar de que todos los ministros han accedido a la toga bajo el sistema de cuotas que impera en el país, ninguno lo había hecho en un contexto como éste. De ahí que su independencia e imparcialidad se encuentran inicialmente comprometidas, y se irán desvelando en el ejercicio del encargo.
Es paradójico que en un contexto en donde el presidente ha fijado como uno de los principales temas de campaña una reforma judicial para que, en el futuro, cerca de 100 millones de mexicanos puedan concurrir a elegir a los ministros de la SCJN, hoy, con su voto unilateral, haya ocupado una posición clave para los equilibrios democráticos de nuestra nación”, criticó César Astudillo, Investigador en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
Ese es el presidente, ese es el personaje que añoró por muchos años llegar a donde está, y que engañó a la sociedad y a los votantes pensando o haciéndoles creer que sería un cambio apropiado y que se está ahora consolidando como lo que siempre ha planteado soterradamente, ser un proyecto de dictador, de reyezuelo, de monarca de cuarta, y que pretende perpetuarse en el poder; de momento haciendo todo lo necesario legal e ilegalmente para que su aspirante favorita a sucederlo, Claudia Sheinbaum, llegue al precio que sea a ocupar la presidencia de la República tras la elección del próximo año.
Cuando pensamos que lo habíamos visto todo ahí sigue estando Andrés Manuel López Obrador, quien no me sorprendería busque modificar la Carta Magna para que pasado un periodo sexenal pueda pretender su reelección.
*Con información de medios
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