El historiador y el hijo del periodista de leyenda

Nadie duda de la influencia de Enrique Krauze, una celebridad tanto por sus trabajos en el campo de la historia como por sus documentales y, sobre todo, por su vigorosa participación en el debate político mexicano

Nadie duda, tampoco, de la destacada trayectoria de Krauze como escritor de libros que han sido exitosos y le han merecido premios, como el que recibió el año pasado de manos del rey de España.

Pero tampoco nadie duda de su pésima relación con el presidente AMLO y los y las intelectuales más relevantes que simpatizan con la 4T.

De lo que pudiera haber dudas es acerca de quién tiene la razón en el enfrentamiento de tantos años entre Krauze y López Obrador —pero en esta columna, porque no es su propósito, no tomaré partido—.

El hecho, irrefutable, es que al margen de sus intenciones al redactarlos, algunos ensayos y artículos de Enrique Krauze han sido utilizados por enemigos de Andrés Manuel para darle forma a verdaderas campañas en contra del fundador de Morena.

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Imposible olvidar su Mesías tropical de 2006, texto que si no hubiese sido tomado por adversarios políticos de AMLO para emplearlo como arma de ataque, quizá habría sido un buen referente periodístico y aun académico para discutir sobre la personalidad de uno de los hombres más complejos de la historia reciente de nuestro país, quien ese año tenía todo a su favor para llegar a la presidencia.

Andrés Manuel no llegó a ser presidente en 2006 porque hubo un fraude electoral enorme, que se facilitó porque al entonces candidato de la coalición Por el bien de todos, se le agredió con intensas campañas de calumnias pagadas por el PAN, por grupos empresariales y aun por el gobierno federal, en aquel tiempo encabezado por Vicente Fox.

Tristemente, el trabajo de Krauze de 2006, convenientemente manipulado por los rivales de AMLO, sirvió para darle cierto sustrato intelectual a los insultos y mentiras del PAN, del poder ejecutivo y de la derecha empresarial.

Aunque posteriormente hubo intentos de acercar a Krauze y López Obrador —destacadamente una cena o comida en casa del empresario Alfonso Romo—, la reconciliación no fue posible.

Así las cosas, desde que Andrés Manuel llegó a la presidencia ha cuestionado la ética profesional de Krauze, invariablemente señalándolo por las relaciones comerciales de las empresas del historiador con los anteriores gobiernos.

Solo he mencionado hechos, que me llevan a preguntarme si beneficia o perjudica a Julio Scherer Ibarra el tuit de apoyo de Enrique Krauze en la denuncia que el exconsejero jurídico de AMLO ha hecho en contra del fiscal general Alejandro Gertz Manero.

Creo que Enrique Krauze, hombre inteligente, ha confundido las cosas, en el mejor de los casos por un lamentar le error de apreciación; en el peor, porque su aversión al gobierno de la 4T le impide realizar un análisis objetivo.

Enrique Krauze da a entender que a Scherer Ibarra lo acosa el poder público, esto es, el gobierno de AMLO. Eso queda clarísimo en la primera parte de su tuit: “Cuando el poder público lo acosó, siempre estuve al lado de Julio Scherer García”.

Seguramente el fundador de Proceso muchas veces fue acosado por los presidentes mexicanos, y qué bueno que Krauze estuvo a su lado.

El propio Scherer Ibarra —hijo del periodista de leyenda ya fallecido— fue acosado fuertemente por un presidente, Vicente Fox. Algunos estuvimos al lado de Julio en ese momento, él lo recordará. Supongo que Krauze también fue solidario cuando a Scherer Ibarra la presidencia foxista intentó destruirlo.

Pero no es el caso en la actualidad. Por supuesto que no es el presidente López Obrador quien persigue a Julio, sino un funcionario —el fiscal Gertz Manero—, que se enemistó con Scherer Ibarra cuando este formaba parte del gabinete presidencial.

Son durísimas las acusaciones de Julio Scherer Ibarra contra Alejandro Gertz Manero y tienen que ver, en gran medida, con diferencias entre ellos relacionadas con sus funciones en el gobierno federal.

La denuncia de Scherer Ibarra es clarísima. Cito un párrafo del reportaje de Proceso que la dio a conocer: “Para configurar el delito de tráfico de influencias, Julio Scherer narra que el 12 de octubre de 2021 se reunió con el propio Alejandro Gertz Manero, encuentro que el titular de la FGR aprovechó para solicitar al exconsejero jurídico de la presidencia una gestión “ante el poder judicial de la federación (para) que le fueran negados los juicios de amparo a las señoras Laura Morán Servín y Alejandra Cuevas Morán, ambas acusadas del delito de homicidio por omisión de cuidados, en agravio de su hermano Federico Gertz Manero’…”.

En este caso debe reinar la justicia, por lo que se necesita que el fiscal general renuncie para que no presione a su subordinada, la fiscal anticorrupción María de la Luz Mijangos.

Eso, que se proceda conforme a derecho, es lo único que exige Scherer Ibarra, quien no creo agradezca expresiones de solidaridad que politizan excesivamente el asunto y lo presentan como un caso parecido a los del pasado, cuando desde la presidencia se perseguía a gente relacionada con los medios de comunicación.

En un artículo de Scherer Ibarra de hace unas pocas semanas quedó claro lo que piensa del presidente López Obrador, a quien ha apoyado durante muchos años —y lo seguirá haciendo fuera del gobierno—, sobre todo porque Julio sabe que AMLO es incapaz de acosar a nadie desde el poder político.

El depa de Loret no es acoso, es debate

Anticiparé una objeción a lo que dije en el párrafo precedente: que AMLO es incapaz de acosar a nadie desde el poder político. Habrá quienes digan que es acoso a un periodista la revelación de hoy lunes en la conferencia de prensa mañanera de un departamento muy caro de Carlos Loret de Mola en la colonia Polanco de la Ciudad de México.

Honestamente hablando, no lo veo así. Creo que es solo parte del debate que el propio Loret inició cuando acusó al hijo mayor del presidente de tener una fortuna en la ciudad de Houston, Texas. Esto es falso y se ha explicado —la casa en la que vive José Ramón López Beltrán pertenece a su esposa, no es de él, algo legítimo y honesto si se analiza sin machismos pasados de moda.

Pero, a pesar de que todo está claro respecto del hijo del presidente, Loret de Mola ha insistido en acusarlo de corrupto y alienta en redes sociales campañas de desprestigio contra AMLO y José Ramón.

Donde las dan las toman, dice el dicho. En su defensa, Andrés Manuel —con información que no obtiene de registros públicos, sino que es ampliamente conocida— ha difundido la riqueza inmobiliaria de Carlos Loret, que es enorme.

A Loret el gobierno no lo acusa de nada—el régimen foxista sí se lanzó con todo contra Scherer Ibarra—; a Loret solo lo ha exhibido un hombre a quien ha el periodista ha intentado exhibir, por cierto un periodista comprometido con contratistas de anteriores gobiernos que en la actualidad han perdido privilegios (Roberto Madrazo y su familia).

Es simplemente un debate. Loret quiere exhibir a AMLO y AMLO exhibe a Loret. Ya la gente decidirá quién es quién.

A mí me queda claro que Andrés Manuel es un hombre austero, de clase media, quien ahora por su trabajo reside en un pequeño departamento ubicado a unos doscientos metros de su oficina. Cuando deje la presidencia volverá a su casa de clase media en el sur de la Ciudad de México o a su pequeño rancho de Chiapas llamado La chingada.

Me queda claro que Loret vive como potentado. No sé si sus ingresos justifiquen su patrimonio. Loret, para quitarse problemas, debería dar una explicación sencilla acerca de lo que ha ganado y cómo adquirió sus casas y depas. Y así quedaría libre de toda sospecha en una sociedad (diría Santiago Creel) absolutamente sospechosista.