La nueva encuesta de la Universidad de Quinniapac le da a Joe Biden una aprobación de apenas el 33%. La “luna de miel” con el endeble mandatario norteamericano acabó en un agujero de muerte y destrucción del tejido social producto de la pandemia de Covid-19.

El presidente que llegó a la Casa Blanca arguyendo que controlaría el coronavirus se ha dado por vencido junto con su administración. Mientras que otros países, en especial China, Vietnam o Cuba, mantienen índices bajos de mortalidad mediante una política denominada “Cero Covid”, Estados Unidos ha decidido sacrificar la cantidad de trabajadores que sean necesarios para mantener “la economía” funcionando, de alguna manera u otra.

Mientras que esa decisión cuasi-homicida sigue en vigor a o largo y ancho de los Estados Unidos, la variante Omicron se propaga en una población con comorbilidades y amplios sectores de la población opuestos a las vacunas. Mientras tanto, las élites tienen a su disposición aparatos para hacerse pruebas en casa todos los días, pero los trabajadores en muchos casos no encuentran pruebas, o no pueden pagarlas, llegando a costar en muchos casos más de 125 dólares (2 mil 500 pesos).

La gente sufre, mientras tanto, no sólo en Estados Unidos. A diferencia de “expertos” farsantes como los que tenemos en México, entre odontólogos y políticos de poca monta que fueron encargados de salud sin tener las credenciales necesarias, cualquier persona con el mínimo de conocimiento sabe que entre más se deje propagar el virus, más posibilidades de nuevas y posiblemente peligrosas mutaciones seguirán surgiendo, de forma prácticamente interminable.

Mientras tanto, en EU se ven cada vez más seguido los anaqueles vacíos, las escuelas comienzan a cerrar porque los maestros y los alumnos están enfermos o no quieren arriesgarse y las líneas de suministro comienzan a colapsar por todas partes. Todo un “éxito”, el trabajo de Biden y los demócratas.