Al menos un millón de muertos por Covid-19. Cientos de miles, o millones, no se saben las cifras exactas, de personas discapacitadas por el Covid Largo. Nuevas variantes que evaden inmunidad de cepas anteriores. Personas enfermándose dos veces del nuevo coronavirus en menos de un mes. Más de 500 muertes diarias todos los días.
Esa es la realidad de los Estados Unidos en medio de su fracaso catastrófico en el manejo de la pandemia. Sin embargo, en medio de un discurso meramente electorero, el presidente Joe Biden señaló en entrevista con el programa “60 minutes” que la pandemia “ha terminado”, “en apariencia”.
Aunque posteriormente intentó dar vuelta atrás -hizo una complicada “maroma”, dirían en redes sociales- a sus declaraciones, mediante sus voceros, la realidad es que ni de broma se ha superado el virus, ya que las vacunas existentes no previenen los contagios ni evitan, al 100%, la posibilidad del peligroso “Covid largo”.
A estas alturas, con la realidad de un sistema capitalista que está dispuesto a sacrificar decenas de millones de vida en aras del “libre mercado”, no podemos esperar otra cosa de Estados Unidos y sus gobernantes, sean del partido que sean. El mal es sistémico, no electoral. Pobres estadounidenses.