Para la fabricante de aviones estadounidense Boeing no está siendo nada fácil sortear todos los problemas que enfrenta. En diversos medios la “intentona” por adquirir a Spirit AeroSystem, se ve como un acto de desesperación que busca evitar a toda costa su ruina total.
Tuve acceso a un video de John Oliver de su programa “Last week tonight”, que va en la onceava temporada, en el que no solamente se pone a hablar del fiasco que ha sido el Boeing 737MAX, sino que también rememora lo ocurrido con el modelo B787-Dreamliner, durante su producción.
Todo comenzó con los fondos para la creación y desarrollo de dicho modelo de avión. Lo primero que hicieron fue recortar a más de la mitad el presupuesto asignado, pero también obtuvieron importantes ahorros al dejar que empresas de outsourcing produjeran más del 50% de la aeronave.
Como bien lo ejemplifica John Oliver, esto es semejante a comprar una casa de jengibre y unir las piezas que otros hicieron, lo que se traduce en pocas palabras, en un “desastre”. Lo más interesante es que hacen público un video que la propia Boeing elaboró reconociendo que ese plan creativo y de desarrollo, para el B787-Dremliner, había sido un completo fracaso.
El asunto va más allá. Cuando en 2007 se hizo la presentación oficial de este equipo, se puso un escenario con luces, gente aplaudiendo a rabiar, todo un show mediático, y al abrir las puertas se vio un avión muy hermoso; lo que no sabían es que era solamente el cascarón. Las puertas no era de metal, eran de triplay, y si se asomaban a ver por el tren de aterrizaje hacia arriba, dicen, se podía ver la luz del día.
Se suponía que después de esa presentación al público, en dos meses Boeing iba a realizar los primeros vuelos de prueba, lo que no sucedió sino hasta tres años después, y los problemas ahí no pararon para el 787-Dreamliner, pues tuvieron problemas con varios equipos que sufrieron incendios, provocados por baterías: uno en Boston y otro en Japón, como cita magistralmente John Oliver en su programa, con tan solo nueve días de diferencia entre ellos.
Esto me permite volver a poner en la mesa el caso del avión presidencial de nuestro país, que fue todo un escándalo, pues la oposición a la 4T siempre argumentó que fue una “reverenda tontería” vender ese avión que había pedido Felipe Calderón a su salida de la presidencia para que lo usara su sucesor, Enrique Peña Nieto, y lo pagáramos nosotros.
Además, también debemos recordar que el TP01 no era un avión fabricado en cadena, sino que era un avión prototipo y el único que estaba operando como aeronave, porque el resto de sus hermanos (cinco aviones), o estaban en deshuesaderos, o en museos, porque no eran aptos para volar.
El gobierno de Calderón y todos los legisladores (de diferentes partidos) que avalaron esa absurda compra, a sobre precio, de un avión que literalmente es chatarra con alas, deberían pagar las consecuencias por lastimar de manera grosera al erario público.
A esos férreos defensores, a los que se les inflamaba el pecho para espetar que el gobierno de la 4T había malbaratado el TP01, señores: ese avión no vale ni tres cacahuates, y el gobierno de Andrés Manuel por lo menos pudo recuperar algo de esa basura de avión.
Ahora existen pruebas irrefutables, no aportadas por Juan el vecino, o Pedro el amigo de la cuadra, sino por la propia Boeing, con videos que ellos mismos produjeron, donde hablan de los fallos que han tenido con la construcción de sus aeronaves, donde las piezas no encajan, hay huecos, no son las piezas del tamaño correcto, etcétera. ¿Seguirán defendiendo a Calderón y a los legisladores que compraron esa basura a sobre precio?
Mi petición es seria, y la hago justo en este momento en el que los candidatos a cargos de elección popular de todos los partidos están en campaña, y dicen querer escuchar las demandas de los ciudadanos. Yo quiero que aquellos legisladores que avalaron la compra del TP-01 787 Dreamliner, de Boeing, para ser el avión presidencial, paguen de sus bolsillos el desfalco al país.
Como ya vimos, esto nada más es con las fallas del B787-Dreamliner, pero también está el escándalo de la familia de equipos MAX, y existen serios cuestionamientos con el resto de sus equipos, como el próximo lanzamiento, el B777X.
¿Cómo estará de grave el asunto? La Agencia Federal de Aviación norteamericana (FAA por sus siglas en inglés) ha encontrado “múltiples fallas” en el control de calidad de Boeing, así como en el incumplimiento de normas, proceso, control, almacenamiento y manejo de equipos.
Por tal motivo, el tema del intento de adquisición (léase absorción) de Spirit AeroSystem está en todos los medios, pues la FAA no solamente auditó a Boeing, sino también a esta empresa, y todavía no se ha dado a conocer el resultado de la auditoría; una vocera de la FAA le dijo a Associated Press (AP) “que la investigación sigue su curso”, una manera elegante de decir que todavía no existen conclusiones y no sabemos cómo salga.
Como datos anecdóticos, diré que no es la primera vez que Boeing se ve obligada a bajar a tierra a sus aviones. La primera ocasión fue precisamente con un B787-Dreamliner, pero esto no había ocurrido desde el año 1979 cuando la McDonald Douglas había bajado a los aviones modelo DC10.
Dejen les cuento que en la antigua Mexicana de Aviación había un equipo apodado “la marrana”. Era precisamente un DC10 que vaya que le dio dolores de cabeza a la aerolínea, pues tiro por viaje se “echaba” y no se podía volver a echar a andar, con las consiguientes pérdidas para la línea aérea y la frustración de los pasajeros.
Cierro con lo siguiente: en 2014 la cadena Al Jazzera realizó una serie de entrevistas con cámara escondida a los trabajadores de Boeing, y las respuestas de los trabajadores son más que shockeantes. “¿Tú volarías en ellos?”, pregunta el reportero, y la respuesta que recibe es un rotundo “no”.
Le pregunta a otro y también de manera tajante dice “no”; otro más le responde que “no ha pensado en ello, pero que realmente no lo haría”. Hay muchas más respuestas, pero la que a mí más descolocada me deja es la siguiente:
La pregunta es si volaría en uno de los aviones en los que está trabajando (B787-Dreamliner) y le contesta “yo no volaría en estos aviones”, el reportero revira ¿no lo harías? Y el trabajador exclama “porque he visto la calidad y esta cosa se va a ir abajo”.
Todo Boeing tiene problemas, no nada más es la familia de los MAXES, son los 787-Dreamliners, los 777X, más lo que se siga descubriendo en esta auditoría. A esto hay que sumarle las demandas millonarias, por lo menos tres pasajeros del vuelo de Alaska Airlines están exigiendo más de mil millones de dólares por “daños y perjuicios”.
Ya veremos si logra concretar la compra de Spirit AeroSystems, quien desde el 2005 le fabrica fuselajes a Boeing, porque ninguna está saliendo bien parada de la auditoría que lleva a cabo la FAA. Si concretan esa operación, los CEO´s de Boeing pretenden salir “del maíz podrido” lo más rápido posible. Yo dudo que esa sea la llave que abre la puerta mágica, pero mientras podemos decir que Boeing sigue mal y de malas.