El lunes pasado, en la Ciudad de Charleston, Carolina del Sur, en los Estados Unidos, la fabricante de aviones Boeing llevó a cabo una demostración, la cual según la Agence France Presse (AFP), estuvo dirigida por Steve Chisholm, vicepresidente y jefe de ingeniería funcional, junto con Lisa Fahl, a su vez vicepresidente de ingeniería para los programas de aviones.
Ambos ejecutivos fueron los responsables de defender a su empresa, y fueron contundentes al enfocarse en la seguridad de los aviones de la familia 737MAX, los aviones que han estado claramente en el ojo del huracán, sobre todo después del desaguisado con el vuelo de Alaska Airlines, en enero pasado.
Aprovecharon también para hablar de otros dos modelos de avión que han sido denunciados por tener “deficiencias” en su fabricación, de los cuales -dijeron- ya tomaron medidas, así como la implementación de nuevos protocolos que garantizan la seguridad de los equipos en cuestión, que son el B777 y el B787Dreamliner.
Esto contrasta con lo dicho por Sam Salehpour, quien la semana pasada denunció los problemas que hubo en el ensamblaje del fuselaje, donde se detectaron aberturas que causan fatiga en los materiales, y a su vez, reduce el tiempo de vida útil de un avión; pero el par de representantes de Boeing fueron muy enfáticos en decir todo lo contrario.
Según lo recopilado por AFP, Chisholm y Fahl aseguran que su proceso de ensamblaje en lo últimos años “ha logrado disminuir la fatiga estructural”. Aquí, lo digo muy seriamente, porque me ha explotado la cabeza ¿en serio la gente que está a cargo de Boeing no ha entendido nada?
No solamente existe la denuncia de Sam Salehpour, también estaba el testimonio de John Barret, quien convenientemente (para la fabricante de aviones) ya no pudo rendir su declaración.
Y sumemos lo dicho por el CEO de la reina de la aviación de bajo costo (Ryanair), el irlandés Michael O’Leary respecto a que “encontraron piezas sueltas e incluso herramientas en equipos recién entregados por la armadora de aviones”. Y no son declaraciones menores, Ryanair detectó este problema porque manda a sus propios ingenieros a supervisar cada equipo que les entrega Boeing.
Esta bien que quieran defenderse, de hecho es entendible, pero me parece cínico que en lugar de reconocer los errores, digan que no hay ningún problema con sus aviones. Y al contrario, aseguran que después de exhaustivas y rigurosas pruebas, no se encontraron fallas en sus aeronaves, así como tampoco hallaron las mentadas aberturas en los modelos B777 y B787Dreamliner, referidas por Salehpour.
Aprovecharon para demostrar la fuerza de los materiales empleados en la fabricación de las aeronaves, y para hacer una detallada exposición de su proceso de ensamblaje.
Es obvia la contradicción entre quienes terminan siendo los usuarios finales de su producto y el fabricante. ¿Quién dice la verdad? Justamente aquí me surgen más preguntas que respuestas; con anterioridad ya he cuestionado sobre qué pasaría si no se tratase de una empresa norteamericana, y ahora quiero ir más allá.
“The Boeing Compay” no solo se dedica a la fabricación de aviones comerciales, sino que también es la responsable de fabricar aviones militares, helicópteros, satélites y misiles. Es bien sabido que Estados Unidos tiene una de las industrias armamentistas más grandes, y que está involucrado en casi todos los conflictos armados, pues su negocio está en vender armas.
¿Esta será la verdadera razón por la cual a Boeing, a pesar de las grandes pérdidas económicas que ha estado presentando en su división comercial, no le importa tanto pues la otra parte de la industria que cubre le reditúa con creces?
De 2017 a 2023 Boeing ha pasado de tener ganancias a registrar pavorosas pérdidas, y es justamente después de los terribles accidentes con dos aviones de la familia B737MAX, que comienza a registrar estas pérdidas, los números son los siguientes:
- 2017: +8,458 millones de dólares
- 2018: +10,460
- 2019: -636
- 2020: -11,941
- 2021: -4,290
- 2022: -5,053
- 2023: -2,242
Esto según las propias cifras de Boeing. Y aunque están en la antesala para rendirle cuentas al Congreso norteamericano, saben que al final su división armamentista los sacará a flote, es esa la razón por la cual la renuncia del CEO Dave Calhoun será efectiva hasta diciembre de este año.
La terrible crisis por la que está atravesando esta fabricante de aviones es la suma de trabajos mal hechos, mentiras y mucho cinismo de su parte; tal vez (solo tal vez) el saberse todopoderosos e intocables les impide ver las grandes pifias que han cometido, y que han terminado con la pérdida de vidas.
No soy parte de los familiares que fallecieron en los dos terribles accidentes del B737MAX pero entiendo perfectamente ese sentimiento de impotencia al ver como Boeing minimiza sus errores y termina saliéndose con la suya.
¿Hasta dónde es ético defender a tu empresa? ¿Cuándo se perdió ese valor que tenía Boeing sobre priorizar la seguridad? Me tocó durante muchos años volar en varios equipos de Boeing, y siempre fueron sinónimo de seguridad.
Hoy en día esa imagen de compañía fuerte, sólida y responsable se ha ido al basurero de la historia, y ahora pretenden hacer como que nada ha pasado.
En fin, ahora estaremos muy atentos a ver cómo les va en estas próximas audiencias que tendrán con los congresistas del vecino país, y escucharemos con qué excusas salen.