Para entender un poco más el funcionamiento de la industria aeronáutica, es necesario adentrarse en la historia de la armadora norteamericana Boeing, para contrarrestar la peregrina idea que tienen algunos comunicadores, y personajes en redes sociales, de que en la aviación “todo es inmediato”.
Justamente esa presión por la inmediatez es la que tiene sumida en un pozo muy profundo a la fabricante de aviones Boeing. Emprendió una absurda carrera contra la fabricante de aviones francesa Airbus, para “ganarle” en la producción de aeronaves, pero tal desatino ha tenido consecuencias terribles, que se han traducido en pérdidas económicas -y de credibilidad- más que importantes.
Para saber cómo llegaron a este punto, hay que recordar que además pasaron por una huelga que se mantuvo por espacio de dos meses con la Asociación Internacional de Maquinistas (IAM, por sus siglas en inglés), además de que tuvieron que recortar personal.
Según lo dicho por el director de Boeing, Kelly Ortberg, a través de un comunicado: “Aunque nos enfrentamos a desafíos a corto plazo, hemos dado pasos importantes para estabilizar nuestro negocio durante el trimestre, entre ellos, llegar a un acuerdo con nuestros compañeros de equipo representados por IAM y llevar a cabo una exitosa recaudación de capital para mejorar nuestro balance […] También reiniciamos la producción de los modelos 737, 767 y 777/777X y nuestro equipo sigue centrado en el duro trabajo que tenemos por delante para construir un nuevo futuro para Boeing”.
Un hecho es que Boeing sigue sin poder echar a andar su modelo B777X, que se tenía previsto que empezara a volar en 2019, y ahora se ha reprogramado para 2026; estamos hablando de un retraso de casi siete años.
Y aquí es donde quiero hacer una pausa en esta historia, porque no podemos pasar por alto que la debacle de Boeing comenzó cuando se presionó a sí misma para sacar un equipo modificado de la familia B737, y con el competir con los nuevos aviones NEO de Airbus.
En aras de ganarle el mercado a su competencia (Airbus), Boeing modificó un modelo de avión, que les generó muchos dolores de cabeza; tal modificación los obligó usar motores más grandes, y el problema se presentó al resolver exactamente dónde se colocaban para que el avión siguiera siendo estable.
Una crisis que los puso al límite, al grado que dejaron a un lado lo importante que es mantener los protocolos de seguridad y prefirieron no perder dinero.
Como lo hemos dicho varias veces en este espacio, pusieron sus las ganancias económicas por encima de la seguridad, y eso fue lo que al final terminó en dos terribles accidentes.
Razón por la que en el caso del avión modelo B777X, Boeing ha querido irse “con tiento”, y a pesar de que los retrasos para su puesta en vuelo han generado a la fabricante norteamericana grandes pérdidas, parece que por fin están entendiendo que no pueden forzar la fabricación de aeronaves, por mucha demanda que exista.
Hasta donde se tiene información, por lo menos 13 operadores y algunos clientes “no identificados” han solicitado ya a la fabricante Boeing casi 500 aeronaves del modelo B777X. Entre las empresas de aviación se encuentran Air India, All Nippon Airways, Cargolux, Emirates, Qatar Airways, Etihad, Lufthansa y Singapore Airlines.
Y si somos seguidores de lo que pasa en la aviación, sabremos que a las aerolíneas les urge contar con nuevos equipos, sobre todo porque muchas de estas aeronaves van en sustitución de otros modelos de avión, como el A380, pues ya buscan ahorros en materia de combustible, así como equipos un poco más pequeños para operar y que les generen menos gastos.
Ryanair es una de las aerolíneas que más presiona para la entrega de nuevos aviones, pues utiliza una flota de la familia B737, que es el “caballito de batalla” de Boeing, pero también -hay que decirlo-, la que más problemas le ha provocado a la fabricante, todo por darle gusto a sus clientes, y evitar que se vayan con la “competencia”.
En la aviación, la máxima que debe prevalecer en todo momento y lo único que nos debiera importar, es la seguridad que se tiene dentro de la industria. Ojalá a quienes siguen sin entender lo que es el arranque de una nueva aerolínea les quede claro que no es necesario apresurar procesos.
Boeing es el mejor ejemplo, el haber presionado a sus trabajadores para sacar más rápido aeronaves al mercado, se ha venido traduciendo en pérdidas económicas.
Ahora veremos si con la llegada de Donald Trump, Boeing puede levantar cabeza. Lo dejamos ahí en la mesa para seguir de cerca este apasionante tema.