Es un hecho, por el momento el ojo público está en los Juegos Olímpicos de París 2024. Y vaya que están dando de qué hablar, por distintos motivos, además del deportivo, pero no por eso quiero dejar a un lado el caso de la fabricante de aviones norteamericana Boeing.
La empresa sigue sorteando fuertes tempestades, y para hablar de ellas, pongámoslas en orden. Recordarán que Boeing tomó la decisión de declararse culpable de los dos accidentes de los Boeing 737MAX-8, ante el Departamento de Justicia de Estados Unidos.
Por increíble que parezca, este acuerdo con los fiscales a la postre será mucho más barato que resarcir a los familiares de las víctimas, quienes están en desacuerdo con este “arreglo”, al que tachan de ser una especie de “lavado de cara”, no de verdadera impartición de justicia.
Para perfeccionar este acuerdo, un juez de un tribunal federal debe aprobarlo, y desde ahora sabemos que está condicionado al pago de 243.6 millones de dólares de multa, además de cubrir otros 243.6 por concepto de una multa anterior.
Esto ya es un completo galimatías, pues desde 2021 el Departamento de Justicia cayó en cuenta del incumplimiento de Boeing, al no llevar a cabo todas y cada una de las modificaciones que se le había solicitado.
Este acuerdo de “libertad condicional”, va de la mano con la obligación de Boeing de invertir en programas de seguridad aeronáutica, además de permitir la supervisión de un ente independiente que verifique que ahora “sí cumplen”.
Por supuesto que todo esto ha crispado los nervios de los familiares de las víctimas de los dos fatales accidentes, pues desde su óptica “Boeing nunca recibirá un castigo por sus actos”, a pesar de que la fabricante tendrá que reunirse con ellos para ver el tema del arreglo con el Departamento de Justicia.
Los familiares de las víctimas creen firmemente en que este arreglo está hecho a base de engaños, por tanto lo objetarán a través del equipo de abogados que los representa.
Resulta llamativo que en 2021 el Departamento de Justicia tuviera conocimiento sobre cómo Boeing había defraudado de manera deliberada la Agencia Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés) al esconder el tema del nuevo software, y que al verse este escándalo a la luz, el mismo Departamento de Justicia condenó a Boeing a pagar más de 2,500 millones de dólares por concepto de multas, para evitar cualquier acción penal en su contra.
Sin embargo, tras el nuevo escándalo con los aviones MAX de comienzos de este año, Boeing regresó a estar en el ojo del huracán, y los familiares de las víctimas enviaron una carta los funcionarios del Departamento de Justicia el pasado mes de mayo, denunciando que Boeing había incumplido con lo que se le había solicitado.
Por esta razón ellos desconfían de que “ahora sí” Boeing enderece su actuar, pues su lectura es que quieren dar por zanjado el “problema”. Lo que es más interesante de todo esto es una medida de la fabricante, que no se entiende a primera vista: este año redujo su presencia en el Salón Aeronáutico del Reino Unido.
En el Salón Aeronáutico de Farnborough, Boeing mantuvo un perfil bajo; eso sí tomando pedidos de quienes buscan adquirir sus aeronaves. Boeing se está enfrentado a retos sin precedentes, una crisis de la que no ha podido levantar cabeza, porque cada semana alguno de sus equipos nos “regala” un titular en los medios.
El cuestionamiento constante sobre su pobre control de calidad queda más que al descubierto, y retomar la confianza de los compradores no es cosa fácil ni sencilla; y a eso hay que añadir que no ha podido resolver el problema para obtener materiales de fabricación.
Según la información obtenida por la agencia de noticias Reuters, Boeing ha solicitado a sus proveedores que le muestren los registros que tienen sobre el titanio “chino” desde el año 2014, para verificar en qué parte de la cadena fue que se introdujo el “titanio falso”.
Por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, la producción de titanio se ha visto limitada, un metal muy usando en la industria aeroespacial por sus propiedades, ya que deben tener una “aleación” correcta para ser completamente seguros para su uso en la aviación. Por lo tanto, Boeing espera que los proveedores le respondan, y tienen hasta antes del 9 de agosto para hacerlo.
Gran parte del titanio se fabrica en China y en Rusia, y sabemos que por el momento el titanio ruso está fuera del alcance de fabricantes de aviones como Boeing o Airbus.
Desafortunadamente para Boeing se agrega una nueva caída en la bolsa de valores, dado el nerviosismo generado cuando se dio a conocer que la armadora agregó un nombre más para reemplazar a Dave Calhoun, como CEO.
Y es que el medio norteamericano “The Air Current”, hizo público que se está pensando en Kelly Ortberg, quien tiene más de 30 años de experiencia en la industria aeronáutica, y es además ingeniero mecánico por la Universidad de Iowa, y que fue directora ejecutiva de la empresa aeroespacial Rockwell Collins. Este nombre se suma a Stephanie Pope, directora de operaciones de Boeing, y al de Pat Shanahan, consejero delegado de Spirit AeroSystems.
Ya veremos cual de estos nombres se queda al mando de la atribulada Boeing. Pero en el mundo bursátil y de especulación financiera, los mensajes entre líneas son importantes. Lo que es cierto, es que a pesar de la reducción de su producción, de los problemas legales y de todo lo que se acumule esta semana, los aviones Boeing siguen siendo los preferidos de muchas líneas aéreas.