Tomó más de tres décadas y una represión brutal en donde cientos de personas perdieron total o parcialmente la vista, pero los chilenos han logrado al fin sacudirse la Constitución pinochetista que protegía a una de las derechas más rancias y fascistas del continente.
Gabriel Boric, candidato social demócrata de apenas 35 años de edad, logró derrotar al ultraderechista José Antonio Kast, un político conservador cuyo padre fue miembro del partido nazi de Alemania.
De manera similar a México, varias encuestas daban la elección como una contienda cerrada, entre empates técnicos o incluso una victoria por un ligero margen de Kast.
Ni con triquiñuelas como la misteriosa desaparición, sin ninguna explicación, del transporte público en varias ciudades importantes del país chileno, lograron los derechistas revertir una tendencia aplastante. Tanto Kast, como el presidente saliente, represor y altamente impopular, Sebastián Piñera, tuvieron que reconocer la victoria del candidato de la coalición Pacto Apruebo Dignidad.
Esperemos, por el bien de Chile y toda América Latina, que Boric lleve a cabo los cambios necesarios en su país y que esta transición no se trate de vil gatopardismo político, como fue el caso con la ex presidenta Michelle Bachelet.