El realidad el tango se llama “Esta noche me emborracho”. Lo compuso Enrique Santos Discépolo en 1928, en Argentina, después de un viaje al futuro que lo llevó al año 2024 y visitó cuatro edificios mexicanos: el Palacio Nacional, la SCJN, el Senado y la Cámara de Diputados y Diputadas. Al tanguero le maravilló, para mal, la insensatez de la mayoría de inquilinos e inquilinas de tales inmuebles. Explico lo que Discépolo quiso verdaderamente decir (y al final un video de Carlos Gardel):

  • 1. Sola, fané, descangayada.

Traducción simultánea: Solitaria, marchita, demacrada, desvencijada. Que conste, estoy hablando de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Lo aclaro para objetar desde ahora mismo acusaciones de misoginia o de viejofobia. No son ganas de insultarla, sino nada más de describirla. Y es que tienen, o quizá tenemos, tan jodida a la carta magna.).

  • 2. La vi esta madrugada salir de un cabaret.

Cualquier madrugada, cualquier noche, cualquier tarde, cualquier mañana: el día y la hora lo mismo dan. Pero precisemos un concepto fundamental: cabaret, en política, se refiere a cualquiera de los poderes del Estado, y son tres: legislativo, ejecutivo y judicial. La verdad de la cosas, la historia demuestra que ninguno se salva. Enseguida la definición de cabaret que proporciona la Real Academia Española: ‘Local nocturno donde se bebe y se baila y en el que se ofrecen espectáculos de variedades’. Eso es ahora la república, el reino de la frivolidad.

  • 3. Flaca, dos cuartas de cogote.

En el caso mexicano: Gorda, gordísima. Nuestra obesa Constitución está entre las que tienen más artículos en el mundo. Pero eso sí, cada artículo es larguísimo y nebuloso, misterioso, indescifrable. Siempre me he preguntado por qué los y las constitucionalistas no saben escribir, o no con una mínima claridad. Tampoco practican la virtud de la brevedad o, de plano, no han leído nuestros políticos y nuestras políticas un ensayo publicado en el British Journal of Political Science: “Una constitución larga es una constitución (positivamente) mala: evidencia de los países de la OCDE”. ¿Y qué decir de las dos cuartas de cogote de nuestra Constitución? Que todo es fea papada, o sea, las cuatro cuartas, no solo dos de ellas.

  • 4. Chueca, vestida de pebeta, teñida y coqueteando su desnudez…

Así mero la ley fundamental mexicana. Sobran juristas y gente de la política que pretenden rejuvenecerla solo por mencionarla en discursos sentenciosos. Pero la Constitución envejeció de la peor manera posible. Los afeites, el bótox, las cirugías, las joyas, la ropa de marcas francesas o italianas de nada le han servido. Inclusive, la han empeorado.

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  • 5. Parecía un gallo desplumao, mostrando al compadrear el cuero picoteao

Es la apariencia de la Constitución de México. En efecto, la de un gallo desplumao y con el cuero picoteao. Definición de compadrear, según la RAE: jactarse, fanfarronear. A eso, a baladronear, se dedican juristas y políticos cuando presumen lo que no son: respetuosos de una Constitución que mataron.

  • 6. Yo que sé cuando no aguanto más al verla, así, rajé, pa’ no yorar.

Yorar, así escrito —eso creo— por Enrique Enrique Santos Discépolo. Da igual, porque yorar o llorar es lo que hacemos cuando vemos el esperpento en que han convertido a la Constitución.

  • 7. ¡Y pensar que hace diez años, fue mi locura!

En realidad fue la locura en 1917… O eso debió ser. Rápidamente los presidentes la manosearon y deformaron. Encontré esta estadística en el sitio de internet de la Cámara de Diputados y Diputadas:

  • Con Álvaro Obregón hubo 8 artículos reformados en la Constitución.
  • Con Plutarco Elías Calles, 18 artículos reformados.
  • Con Emilio Portes Gil, 2 artículos reformados.
  • Con Pascual Ortiz Rubio, 4 artículos reformados.
  • Con Abelardo L. Rodríguez, 22 artículos reformados.
  • Con Lázaro Cárdenas, 15 artículos reformados.
  • Con Manuel Ávila Camacho, 18 artículos reformados.
  • Con Miguel Alemán Valdés, 20 artículos reformados.
  • Con Adolfo Ruiz Cortines, 2 artículos reformados.
  • Con Adolfo López Mateos, 11 artículos reformados.
  • Con Gustavo Díaz Ordaz, 19 artículos reformados.
  • Con Luis Echeverría, 40 artículos reformados.
  • Con José López Portillo, 34 artículos reformados.
  • Con Miguel de la Madrid, 66 artículos reformados.
  • Con Carlos Salinas, 55 artículos reformados.
  • Con Ernesto Zedillo, 78 artículos reformados.
  • Con Vicente Fox, 31 artículos reformados.
  • Con Felipe Calderón, 110 artículos reformados.
  • Con Enrique Peña Nieto, 156 artículos reformados.
  • Con Andrés Manuel López Obrador, 62 artículos reformados —ya se verá si le aprueban el proyecto de modificar, de última hora, otros 20 artículos—.
  • ¿Con Claudia Sheinbaum? Ojalá la futura presidenta ya le pare al manoseo constitucionalista. Suficientes problemas tendrá que resolver como para distraerse jugando al constitucionalismo. Porque, ni hablar, tanto toquetear la carta magna la desfiguró y afeó.

(Paréntesis: Se quejan en el PRI y el PAN de que AMLO ha reformado mucho la Constitución. Pues…, bastante menos de lo que la manosearon Calderón y EPN).

  • 8. Que esto que hoy es un cascajo

En efecto, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es un cascajo. En el lunfardo, la jerga de Buenos Aires que tanto embellece al tango, el cascajo es un coche viejo y mal cuidado. Así la carta magna, digan lo que digan en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.

  • 9. Nunca soñé que la vería en un requiscat in pace tan cruel como el de hoy.

Descanse en paz la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

  • 10. ¡Mire, si no es pa’ suicidarse que por ese cachivache sea lo que soy!…

Cachivache, sí, sinónimo de Constitución. Definición: en el lunfardo la palabra cachivache que no sirve, es inútil o despreciable. Pa suicidarse sin duda que por ese cachivache seamos lo que somos: un país dividido a lo puro pendejo.

  • 11. Esta noche me emborracho bien, me mamo, ¡bien mamao!, pa’ no pensar.

Dan ganas de darle duro al vino para olvidar el desastre constitucionalista que es la historia de México. Pues entonces, como Discépolo, esta tarde —no esperaré hasta la noche— me mamo, ¡bien mamao!, pa’ no pensar. No se puede hacer otra cosa ante la confirmación de que verdaderamente estamos en la situación descrita por ese tanguero: que en la política nacional “ya murió el criterio”. La insensatez domina.