El pasado domingo 23 de julio tuvieron lugar elecciones generales en España. Si bien se vaticinaba que las derechas, representadas por el Partido Popular y el ultraderechista Vox, consolidarían una sólida diferencia en el Congreso de los Diputados, los resultaron no resultaron contundentes para los partidos de Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal.
De acuerdo con los resultados oficiales, el Partido Popular ganó la mayoría relativa con un total de 136 escaños, lo que supone un incremento de 47 diputados. El PSOE, partido gobernante bajo el liderazgo de Pedro Sánchez, habría ganado 122 diputados, lo que significa un aumento de apenas 2 escaños en relación con la conformación previa a las elecciones generales.
Según el modelo parlamentario español, el PP es ahora el partido que deberá echar mano de sus bazas políticas en el Congreso para formar un gobierno. Según se especula, Vox sería la fuerza política que secundaría un gobierno de Núñez Feijóo, desplazando así a las izquierdas representadas por el PSOE y SUMAR.
AMLO, quien se jacta de ser de izquierdas, mismo si en realidad dista bastante de ser considerado un presidente progresista, destacó ayer en su mañanera que la derecha española había sido detenida en las urnas.
Es bastante claro que el presidente mexicano no es precisamente versado en la disciplina de los sistemas políticos comparados, y menos quizá conoce los entresijos de la política española o del parlamentarismo español, o tal vez sí que los conoce pero omite detalles para simplemente enriquecer su discurso y tergiversar la verdad en beneficio propia narrativa.
Lo que habría que aclarar al jefe del Estado mexicano es que el PP, léase, el partido español de centro-derecha, es la principal fuerza política en el Congreso. Por tanto, será Núñez Feijóo, quien cuenta con la legitimidad concedida en las urnas, responsable de encabezar los esfuerzos para construir una mayoría e instalarse en La Moncloa. Todo dependerá ahora, empero, de que los partidos minoritarios respalden a un nuevo gobierno de derechas.
AMLO debería saber, pues, que si España estuviese regida por el sistema presidencialista mexicano, donde, en adición, no se contempla la segunda vuelta, Núñez Feijóo (sí, la derecha) sería el presidente del país.
En suma, AMLO, desconocedor de muchos temas, entre ellas, desde luego, el modelo político español, celebró el retroceso de la derecha española, al tiempo que, en realidad, el Partido Popular, si bien no cuenta con la mayoría absoluta, es el primer partido de España a nivel nacional, y serán ellos quienes dirigirán, con el apoyo del rey, las acciones para formar el poder ejecutivo en España.