Leí el libro “The Voltage Effect: How to Make Good Ideas Great and Great Ideas Scale” del economista John A. List. El autor explora las características de las ideas escalables. ¿Por qué algunas ideas, aparentemente geniales, no logran despegar? List es profesor de Economía en la Universidad de Chicago. Ha sido economista jefe en Uber, Lyft y Walmart. Formó parte del Consejo de Asesores Económicos del presidente Bush.
Me pareció interesante que List también analiza algunos “sesgos cognitivos” que juegan un papel en permitir que las malas ideas crezcan en los gobiernos. Los sesgos cognitivos pueden llevar a un líder político a ignorar o malinterpretar datos precisos, lo que nos pone en riesgo de suscribirnos a malas ideas.
List hace referencia a un artículo académico que, en 1974, publicaron los psicólogos Daniel Kahneman y Amos Tversky titulado “Juicio bajo incertidumbre: heurística y sesgos”. Los investigadores hicieron experimentos y descubrieron las debilidades ocultas en el juicio humano que nos alejan de la toma de decisiones racional.
Es importante señalar aquí que los sesgos cognitivos son distintos de los errores computacionales y otros errores que resultan de la desinformación. Los errores que cometen las personas debido a la información errónea se pueden corregir simplemente proporcionando información más precisa. Pero los “sesgos cognitivos” están “programados” en el cerebro de los líderes, lo que los hace difíciles de cambiar e impermeables a la corrección. La interpretación defectuosa de la información precisa, por parte de la mente, es precisamente el más grave de los problemas.
Uno de los sesgos se llama “sesgo de confirmación” y ayuda a explicar por qué ocurren con frecuencia “falsos positivos” inocentes pero evitables. En el sentido más básico, el sesgo de confirmación nos impide ver posibilidades que podrían desafiar nuestras suposiciones y nos lleva a recopilar, interpretar y recordar información de una manera que se ajuste a nuestras creencias previamente existentes.
La razón por la que algunas personas tienen esta trampa en su pensamiento es que cuando se les presenta una idea, sus cerebros ya están llenos de grandes cantidades de información, contexto social e historia, obtenidos previamente. Debido a que se tiene una capacidad intelectual limitada para procesar todo esto, usan atajos mentales para tomar decisiones rápidas, a menudo viscerales. Uno de esos atajos mentales es esencialmente filtrar o ignorar la información que es inconsistente con sus expectativas o suposiciones.
El autor nos dice que la ciencia nos ha enseñado que reconciliar información nueva y contradictoria requiere más energía mental que procesar información nueva que sea consistente con lo que ya está en nuestras cabezas. Nuestros cerebros siempre prefieren la ruta más fácil. Nuestro cerebro evolucionó para reducir la incertidumbre y agilizar nuestras respuestas.
El problema es que en el complejo panorama de nuestro país, las ideas que requieren un análisis profundo y una deliberación cuidadosa, como serían las ideas innovadoras que deberíamos escalar para abatir la pobreza y acelerar el crecimiento de la economía, no se consideran. Esta manera de reaccionar obstaculiza la creatividad y el pensamiento crítico, que son los pilares de la innovación y la calidad.
La pereza mental lleva a las soluciones equivocadas, produce falsos positivos. Cuando los políticos, independientemente de su aparente inteligencia, no examinan críticamente sus hipótesis, utilizan el “pensamiento rápido” y los atajos mentales.
El sesgo de confirmación que se presenta en los líderes del gobierno de la 4T se combina con otro atajo mental que produce más falsos positivos: el “sesgo de avance”. También conocido como el “pensamiento de rebaño”, que surge de las influencias sociales en nuestros procesos mentales.
Al igual que el sesgo de confirmación, el sesgo de avance interfiere con nuestra capacidad para recordar y evaluar información con precisión. Pero en este caso, estamos bajo la influencia inconsciente de las opiniones y comportamientos de los demás: es el lado social de la toma de decisiones. Este sesgo demuestra cuán fácilmente nuestro juicio independiente puede ser subsumido por nuestro deseo de “encajar” o ser “uno más del grupo”.
Para los responsables de los programas sociales y de la operación política de la 4T los dos tipos de sesgos son una bendición. Su mandato es crear demanda de productos a escala. Esta peculiaridad de la mente humana, el deseo de conformarse que impulsa a muchos de nuestros pensamientos y acciones, puede convertirse en signos de pesos y en votos. El efecto de “los que se suben al tren” —o “contagio social”, como a veces se le llama— puede incluso influir en nuestras inclinaciones políticas y, por lo tanto, en los resultados electorales.
Esto está muy bien para los especialistas en marketing político y estrategas electorales contratados para convencer a las personas hacia ciertas opciones sobre otras. Pero es una pesadilla para aquéllos que proponen y lanzan innovaciones para beneficiar a la sociedad. La práctica de la 4T puede crear falsos positivos y conducir a la escalada de muy malas ideas.
La economía no crece, la pobreza aumenta, el medio ambiente se deteriora, la violencia se intensifica, el estado de derecho desaparece y la inversión privada se aleja. Esos son los retos de nuestra nación.
Para List, una gran parte de la razón de nuestros fracasos es que no hemos entendido cómo escalar nuestras ideas. Nuestra comprensión de los mecanismos que conducen al éxito o al fracaso a escala se ha quedado atrás en los problemas urgentes que deben abordarse.
Uno de los primeros pasos para alcanzar escala es no perder fuerza a medida que crece una idea. Cuando una idea, aparentemente prometedora, pierde eficacia o rentabilidad a medida que se expande, List le llama “caída de tensión” o “bajo voltaje”.
List investigó si lo que sucede en lo pequeño es diferente de lo que sucede en lo grande, y así fue. Esto es lo que llama el “efecto de voltaje”, que describe lo que sucede cuando pasas de lo pequeño a lo grande. Un hecho problemático es que la mayoría de las ideas experimentan caídas de voltaje, que ocurren cuando una idea aparentemente prometedora pierde poder a medida que se escala.
En estos cuatro años hemos visto que la formulación de políticas se basa con demasiada frecuencia en corazonadas e intenciones y no en un examen cuidadoso de los datos. Para mejorar la formulación de políticas debemos identificar e implementar ideas prometedoras que pueden tener éxito a escala, porque sólo se puede cambiar una nación a escala.
En The Voltage Effect, List identifica las “cinco señales vitales”, por las que los resultados deseables no se replican cuando una política escala: falsos positivos; falta de conocimiento de la audiencia de uno; ingredientes escasos; efectos indirectos; y costo de mantenimiento a escala. Es optimista de que las herramientas y observaciones del campo de la economía pueden hacer que la toma de decisiones sea más científica y, por lo tanto, más efectiva.
La palabra “voltaje” en el título se toma de la ciencia de la implementación. El término se utiliza para describir la intensidad en la energía disponible para la implementación.
Hay una razón basada en la evidencia de por qué algunas ideas fallan y por qué otras tienen un gran éxito. No existe una sola cualidad que distinga las ideas que tienen el potencial de tener éxito a gran escala, de las que no lo tienen. Por eso este libro es útil; es una guía para la 4T si quisiera eliminar las malas ideas y escalar las grandes hasta su máximo potencial.
En la conclusión, List identifica dos lecciones clave del libro:
- Si una organización tiene debilidades, se revelarán a escala, a menudo dolorosamente.
- Las ideas y soluciones escalables siguen siendo nuestro recurso más valioso para abordar los problemas más urgentes del mundo.
La única manera que el gobierno de la 4T pudiera tener éxito es creando servicios que escalan bien. Una razón del fracaso, que a menudo se pasa por alto, es la expansión excesiva de los malos programas gubernamentales.
Javier Treviño en Twitter: @javier_trevino