Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…
Juan 1:14
Para volver a amar debo sentir que vivo
Y no andar huyendo
Para poderte dar lo que un día fue mío
Y hoy ya no lo encuentro
Hoy solo busco pedazos de lo que un día fue
Un corazón abierto
Y no por ti, no por mí
Si no que el tiempo diga adiós a algún recuerdo
Kany García
En México uno puede ser ateo pero a la vez guadalupano. No profesar religión alguna, pero utilizar dogmas, fe y esperanza para vender cualquier tipo de propuesta electoral.
No sorprende, entonces, escuchar que el presidente se llama a sí mismo juarista y progresista, pero nos habla de Dios en un tono absolutamente conservador… Benito —el de apellido Juárez, no el otro— debe estarse revolcando en su tumba; ciertamente a quienes somos unos convencidos del Estado laico se nos revuelve el estómago.
Esto no le sucede a todos los mexicanos, lo acepto. Y es a ellos a quien López Obrador les habla.
Y no es el único mandatario mexicano, en tiempos recientes, que lo ha hecho. Por ejemplo, recuerdo cuando Carlos Salinas de Gortari permitió que las nuevas iglesias o templos ya no fueran propiedad del Estado, y hubo un cambio constitucional en la materia. La gente —mismo los católicos— pusieron el grito en el cielo; no se diga cuando el ranchero enamorado, también conocido como Vicente Fox, se presentó en La Villa para pedir por el sexenio que estaba por iniciar.
Ya para la boda por la iglesia de Peña Nieto y Angélica Rivera, alias La Gaviota, esto ya era algo más que normal, y lo único que se criticó fue lo largo del sermón…
Hoy todos sabemos que López Obrador se ha dedicado con singular denuedo a presumir su fe con lujo de detalles. Bueno, esto último entre comillas, pues fue hasta mediados de este año que se supo era cristiano —como sinónimo de evangélico— a pregunta expresa. Antes de ello, el ejecutivo federal oscilaba entre propuestas evangélicas y católicas, sin olvidar practicar ritos quesque ancestrales; así, cuando un grupo de pastores le impuso las manos en Palacio Nacional nadie dijo nada.
Felipe Calderón, siendo ferviente católico, no hizo gala pública de su fe en demasía cuando fue gobernante. Quizá por ello sorprendió su crítica al reciente tuit que hizo AMLO con pretexto de las fiestas navideñas; ambos mensajes de corte filosófico-religioso, el de Calderón respondiéndole al presidente en los mismos términos bíblicos del otro, si bien en un tono mucho más duro.
Aquí el mensaje compartido por López Obrador: “Hoy a medianoche, hace más de dos mil años, nació Jesús Cristo, y muchos, aún librepensadores y de otras religiones, lo reconocen por su amor a los pobres y olvidados. Gandhi decía: ‘No sé de nadie que haya hecho más por la humanidad que Jesús’. Sigamos su ejemplo. Felicidades.” Acompañaba su mensaje una imagen de la pintura ‘Cristo destruye su cruz’ de Orozco (1943).
Calderón le respondió: “No se puede predicar la caridad y a la vez promover el odio. A quienes dicen una cosa pero practican otra Jesús les dice ‘sepulcros blanqueados y raza de víboras’. Así son ustedes: por fuera aparentan ser gente honrada, pero por dentro están llenos de hipocresía y de malda. Mt. 23.”
Tal para cual. Valdría recordarles a los dos que no se permite, bajo ninguna adscripción cristiana, usar el nombre de Dios en vano, lo cual incluye usarlo para lides políticas (así sea utilizar solo su nombre, algunos escritos de la Biblia o un motivo como su cumpleaños). Desafortunadamente ambos políticos tienen muchas tumbas de las cuales deberían hacerse responsables. Cierto, el tabasqueño lleva ya muchas más muertos por violencia que el michoacano, pero no debería ser un concurso el número cuando se trata de vidas humanas.
El séptimo mandamiento de las tablas de Moisés es ‘No robarás’ (los judíos son los primeros en tomarlas en cuenta, mas también todos los cristianos no importando su variante, así como los musulmanes las deben seguir); estamos a la espera de que este sea respetado por miembros del PAN, de la 4T y, por lo visto, todos los demás grupos políticos del país…
Hay lecciones bíblicas tanto del viejo como del nuevo testamento que claramente no han sido entendidas por la clase política dadas su acciones pasadas y presentes. Esto es, no importa si son panistas, perredistas, priistas, fosfo-fosfo, morenistas, verdes contaminantes u cualquier otra rareza de la fauna política, todos podrían ser señalados por el dedo flamígero del Señor o perdonados por el buen Jesús.
Sin embargo, no es en base de citas bíblicas y religiosas cómo se solucionan los problemas del país. Tampoco pasando por “buenitos” o religiosos. Hoy se requiere poner manos a la obra y procurar retomar la tradición republicana de la nación. Recordar que el perdón no es una facultad del presidente de la República (solo de los gobernadores para algunos presos) y, como tal, no nos regimos por la moral o la religión. Nos mandata la Constitución y todas las leyes que de ella emanan. Lo demás, más allá de las creencias se convierte en palabrería hueca.
Ojalá por el bien del país, todos y todas se dejen de citas y sermones —empezando por las mañaneras— y se pongan a trabajar; no se olvide, dentro de los pecados capitales está la soberbia, la ira y la pereza. Esperemos en algún momento todos sepan volver a amar.
Mientras tanto, estimado lector, ¡felices fiestas!