Lo hermoso de la industria aeronáutica es su dinamismo; nunca te aburres y siempre se tiene la oportunidad de aprender algo nuevo, que la vuelve muy estimulante; tal vez por eso soy una amante de la aviación.

Nada está escrito en piedra, al contrario, la aviación es tan “móvil” que vemos cómo se va transformando día a día. Hace muchos años la idea conceptual del transporte aéreo estaba recubierta de mucho glamour, no era extraño que durante los años 50′s, 60′s y 70′s, los pasajeros incluso se vistieran “para la ocasión”.

Eso cambió en los años 80; las crisis petroleras acabaron con el todo el brillo y oropel, y la aviación fue mutando a algo mucho más austero, tanto en servicio como la presencia de los pasajeros, que dejaron de “vestirse para el vuelo”, y empezaron a acudir vestidos de una manera más desenfadada, con coloridas playeras, camisas con colores chillantes y pantalones de mezclilla deslavada y rota.

Es justamente una aerolínea que irrumpió en los lejanos años ochenta con innovaciones tanto en el servicio como en la operación de los vuelos, la que se convirtió en la madre de las aerolíneas de bajo costo, usando un formato que básicamente consiste en utilizar aeropuertos secundarios para bajar los costos, sistema de vuelos “punto por punto” (vuelos directos sin conexiones) y muchas bases a lo largo y ancho del país.

El modelo de Southwest fue tan exitoso que lo replicaron al otro lado del charco, principalmente por la aerolínea irlandesa Ryanair, y es momento de hablar de los cambios que se avecinan.

Las columnas más leídas de hoy

Según lo dado a conocer por el medio CNN, Southwest está siendo presionada para hacer un importante cambio en la política que actualmente mantiene con los asientos, la cual lleva más de 50 años utilizando, todo en aras de aumentar la rentabilidad la línea aérea.

Parece ser que tiene planeado implementar para el 2025, una opción de “asientos premium”, lo que le llevará a hacer una reconfiguración en sus equipos, que hoy solamente manejan una clase.

Y es que los usuarios han estado optando por pagar más en una aerolínea tradicional en aras de obtener más espacio y comodidad, sobre todo la gente alta, que requiere de más lugar para las piernas.

Por eso se han replanteado modificar sus aviones, para no “perder pasaje”. A pesar de que durante muchos años el negocio de la aviación de bajo costo fue muy rentable -y el coco para las aerolíneas tradicionales-, en la actualidad ya no lo es, pues la gente además de precios competitivos, busca comodidad.

Los potenciales pasajeros están regresando a la aviación tradicional, ya sea por el espacio para las piernas, el servicio e incluso por la comodidad de los asientos y el entretenimiento a bordo.

Vemos cómo las aerolíneas tradicionales, año con año, presentan mejoras tanto en sus cabinas de primera clase como las ejecutivas, incluso creando una nueva subclase como es la “turista plus”, lo que antes eran los asientos típicos de la clase ejecutiva que hoy han sido modificados pues ahora los nuevos asientos son más cercanos a la antigua primera clase, pero en clase “business”.

El día de ayer se dio a conocer que Southwest sufrió una caída del 51%, derivado en parte por la falta de aviones Boeing en el mercado, además de estar bajo estricta vigilancia por parte de la Agencia Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés), para garantizar la seguridad en las operaciones aeronáuticas.

En un comunicado la aerolínea informó: “La investigación es clara e indica que el 80% de los clientes de Southwest, y el 86% de los clientes potenciales, prefieren un asiento asignado. Al pasar a un modelo de asientos asignados, Southwest espera ampliar su atractivo y atraer más vuelos de sus clientes actuales y futuros”.

Por eso pregunto: ¿cambios en la aviación de bajo costo? Y ahora toca el turno de la otra reina de este modelo: la irlandesa Ryanair, junto a su polémico CEO, Michael O’Leary.

Hace un par de semanas este personaje declaró a los medios que ha notado una “notable” caída en la demanda, esto significa que a pesar de poner precios más baratos, los vuelos no se llenan, asegurando que esto “equivale a constatar que la demanda en Europa ha tocado techo”.

No generalizo, pero a muchos de los que nos gusta la aviación, entramos a redes sociales cuando el aburrimiento arrecia para entretenernos con las respuestas del community manager de Ryanair, que suele dar respuestas a los clientes, que en cualquier otra industria sería motivo de despido; pero esta aerolínea al contrario, se solaza por su “trolleo” en redes, como el siguiente:

Un usuario postea: “El asiento 11A de los B737-800 de Ryanair no tiene ventana. Se puede recomendar volver a verificar antes de reservar un asiento junto a la ventana para asegurarse de que realmente tenga ventana.”, y ¿cuál es la respuesta que da la aerolínea? “lo saben, lo compran y aún así se quejan”.

Otro más: “@Ryanair_ES Cuanto pago por ventanilla:” y pone una foto donde el asiento donde va no tiene ventana, ¿qué responde el community manager? “y te hemos regalado una segunda, mira qué majos...”

Uno más, porque de verdad que las respuestas son una joya de la mala educación, y luego se preguntan por qué pierden clientes. Una usuaria escribe: “Me estoy enterando que ahora dicen que reclinar el asiento en un avión es de mala educación???????”, ¿quieren saber la respuesta de Ryanair? “por eso el nuestro no se reclina”.

Es ese uno de los grandes motivos por los cuales los pasajeros están dejando de lado a Ryanair en su lista de opciones; la gente se ha cansado y fastidiado del maltrato recibido, pues se han dado cuenta que, aunque el boleto les salga “más barato”, no es grato viajar de esa manera.

El medio llamado Genbeta dio a conocer la opinión de un usuario:

“Con Ryanair he tenido experiencias nefastas de atención al cliente, como la vez que pasé una noche de pleno invierno en suelo del aeropuerto de Charleroi (en un pueblo cerca de Bruselas donde hay poca oferta de alojamiento).

El aeropuerto es enano, helado, con pocas opciones para cenar y muy caras. Mi vuelo desde Italia se retrasó y como solo había 3 horas y media en la escala entre ese vuelo y el siguiente, de Charleroi a Asturias, no me dieron alternativas, siendo casi de noche cuando aterricé.

Culpa mía por dejar que la escala fuera solo de 3 horas y media y no de cuatro, eso me dijeron. Ni me dieron un espacio para dormir (menos mal que hice un amigo de Marruecos que me dejó un par de chaquetas de abrigo), ni un ticket de comida y tuve que pagarme yo otro vuelo al día siguiente para poder llegar a pasar el día de Reyes con mi familia.”

Genbeta

Las quejas -además del maltrato en general- son por cobrar el equipaje de mano, como una bolsa o una mochila pequeña, la imposibilidad de pagar en efectivo en los mostradores de los aeropuertos donde prestan sus servicios, falta de transparencia en el precio final del vuelo, pues le van agregando cargos ocultos al final, y por cobrar extras por si viajas con “personas dependientes”, esto es adultos mayores, niños que tengan que ir sentados juntos. Sí, ese “servicio” lo cobran aparte.

Al final los pasajeros se dan cuenta y se percatan que realmente el bajo costo es una ilusión, que los precios bajos que ofertan son un mero gancho, y que al final terminan pagando un boleto similar a una línea aérea tradicional, pero sin todas las comodidades que ese modelo de aviación ofrece.

Odian tener que aguantar a la intemperie, porque muchas veces para “bajar costos”, las aerolíneas no pagan posiciones de contacto con pasillo telescópico, y se han fastidiado de que cualquier servicio a bordo tiene un sobreprecio.

Estaremos atentos a los cambios que se vengan dando. Tal vez surjan más modelos híbridos, o un nuevo modelo; no lo sabemos, pero por lo pronto vemos que, a la aviación de bajo costo en Norteamérica y Europa, el futuro no les pinta muy bien que digamos.