La frivolidad de la campaña de Kamala Harris y sus fallidos asesores liberales del Partido Demócrata será un caso de estudio durante un largo tiempo en muchos lugares del mundo (no en los Estados Unidos, porque allá la clase política hace un esfuerzo notable para no aprender nada).

Fueron más de mil millones de dólares (un “billón”, de acuerdo al sistema estadounidense, más de 20 mil millones de México), despilfarrados en “consultores”, “podcasteros”, “influencers”, fiestas en antros y en hacer más ricos a los siguientes artistas pop y “celebridades”.

Por ejemplo, se le pagó 10 millones de dólares (200 millones de pesos) a Beyoncé, 5 millones de dólares (100 millones de pesos) a Megan Thee Stallion, 1.8 millones de dólares (36 millones de pesos) al ya caduco rapero Eminem y 1 millón de dólares a la productora Harpo, propiedad de la multimillonaria conductora Oprah Winfrey, luego de una entrevista con la infumable candidata demócrata.

Otro de los elefantes blancos en los que se desperdició el dinero de los donadores, tanto multimillonarios, como de personas de a pie, fue en anunciarse en la “esfera” de Las Vegas durante varios días, con un costo de medio millones de dólares, aproximadamente, es decir, 10 millones de pesos.

En el colmo de la desvergüenza, pese a presumir de haber recibido esa histórica cantidad de donativos, más del triple de lo que recibió Trump, a lo largo de la campaña, los resultados fueron un desastre que todos conocemos. Y aún más, ahora se le pide a los pequeños donadores “apoquinar” para pagar una deuda de 20 millones de dólares que aún tiene la fallida campaña con sus trabajadores, quienes no recibieron su última quincena después de la fallida elección.

De risa loca.