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Si ninguna situación extrema lo impide, este martes 11 de abril el presidente Andrés Manuel López Obrador encabezará su conferencia “Mañanera” número 1092. La de ayer lunes fue la número 1091 y en efecto esa comparecencia diaria ante los representantes de los medios de comunicación de todo el país se convirtió en el eje de la jornada informativa.

Desde ahí, desde su estrado el presidente informa a los ciudadanos, forma la opinión pública y logró arrebatar el monopolio de la narrativa cotidiana a los grandes medios de comunicación tradicionales, en especifico a las grandes cadenas de televisión y a los conglomerados de medios que por décadas llevaron la voz cantante, con el poder de hacer o destruir carreras políticas.

Esa es la razón por la que las conferencias de prensa matutinas irritan tanto a los comunicadores y políticos de la oposición, porque la esencia de ese ejercicio es la apertura y la democratización, donde ya no son una elite dorada de periodistas consagrados por los medios tradicionales como los conductores de la opinión publicada, quienes definen el qué, el cómo, el cuándo y el por qué del manejo informativo.

Las mañaneras como fenómeno de comunicación, han hecho mucho más que eso, se logró construir en el tiempo que lleva el gobierno de Andrés Manuel López Obrador un universo de información alterna, donde no solo importa lo que sucede en la región del altiplano o la capital del país, uno en el que lo que sucede en los estados, al interior de la República, existe y realmente importa.

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El ejercicio cotidiano ha permitido en muchos niveles romper literalmente el cerco informativo, ha dado notoriedad nacional a medios de comunicación y periodistas que de otra manera permanecían en el anonimato y por ello eran fácilmente censurados y silenciados.

Las mañaneras han servido de vaso comunicante, justamente para que quienes tenemos una voz incluso discordante con lo que ocurre en nuestros estados y nuestras regiones, ahora podamos dialogar y llevar los temas que les importan a nuestras audiencias, a los ciudadanos de carne y hueso a los oídos del presidente de la República.

No es poca cosa como estrategia, pues ha roto paradigmas de comunicación, y permitió ese ejercicio que ahora llamamos “dialogo circular” con el jefe del Poder Ejecutivo Federal, un asunto inusitado no solo en México, sino en todo el mundo.

Andrés Manuel López Obrador no teme a comunicar, no teme a decir las cosas de frente y obviamente que utiliza a los medios de comunicación alternativa, en este caso las plataformas de redes sociales tales como Youtube, Twitter, Facebook para hablar de manera directa con las audiencias.

De eso va la idea de romper el cerco informativo, y de paso logra una importante caja de resonancia, pues tiene la atención del público, pero también de los medios, que opositores a su gobierno o su visión del país, al final de cuentas participan si o si del ejercicio cotidiano de las mañaneras.

Por esas razones durante los días de asueto me llamo la atención la intentona de algunos opinologos, después replicada con fuerza justamente en muchos de esos medios que se sienten desplazados e incluso agraviados por el ejercicio de las mañaneras de pretender acabar con ese ejercicio.

No es la primera vez que lo intentan, pero esa idea de que se puede reconciliar al país y acabar con la polarización cerrando las conferencias del presidente, no es otra cosa que un burdo intento de censura.

Ayer el presidente lo dijo claramente: “Están muy nerviosos los adversarios. ¿No ven también que ya quieren que no haya mañaneras? Es un nivel de intolerancia que muestra con claridad su autoritarismo de los conservadores y sus voceros, nada más quieren hablar ellos. Imagínense que nos quedáramos sólo esperando las noticias de la televisión, de la radio, los comentaristas de radio, de televisión, los columnistas de los periódicos”.

Y agregó que en efecto, las estrategias de desinformación de la oposición y los chantajes de los medios tradicionales no funcionan, justo porque la información se abre paso directo de la fuente.

Es interesante como en breves comentarios el presidente los desnuda y hace ver sus intenciones:

“No, claro que no quieren la polarización, quieren la hegemonía, quieren ser ellos nada más los únicos, se acostumbraron, y ahora que ya la gente está asumiendo un papel protagónico, que ya no hay ciudadanos imaginarios, manipulables, porque ya no hay analfabetismo político en México ellos se desesperan, se ofuscan y enseñan el cobre. Esto es una muestra clara del autoritarismo conservador y de su hipocresía”.

Entonces aunque no les guste, el ejercicio de las mañaneras seguirá adelante, por lo menos hasta el día final del mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Y hago la aclaración, soy asiduo participante de las mañaneras, acudo a ellas con regularidad desde febrero de 2019, en mi experiencia es justamente una herramienta invaluable, que ha permitido visibilizar las necesidades de mi estado, me ha permitido impulsar iniciativas y lograr situaciones con mucho fondo que han transformado nuestra realidad, de ser un estado remoto y olvidado a uno de los protagonistas del nuevo desarrollo del país.

Las mañaneras son indispensables y lejos de pensar en cancelarlas, creo que han permitido avanzar en la democratización de la vida pública.

Yo hago votos porque más gobernantes tengan la apertura de realizar ruedas de prensa, de tener apertura, como ha sucedido por ejemplo en Sonora, donde el gobernador Alfonso Durazo tiene su rueda de prensa semanal, algo que su antecesora jamás estuvo dispuesta a hacer.

Y por supuesto que se hace necesario que quien suceda a López Obrador garantice que al igual que ahora, los periodistas seguiremos teniendo acceso a la información, al dialogo y al debate.

El país cambió con López Obrador, sin duda y el trabajo de los medios también se ha transformado a partir de la estrategia de abrir el debate de lo público a todos, medios de comunicación y ciudadanos.

Correspondencia a demiandu1@me.com | En Twitter @Demiandu