Lo reconozco, me fascina dar vueltas por los distintos medios de comunicación y ver cómo manejan el tema del probable estallamiento a huelga por parte de los pilotos que prestan su servicio en Aeroméxico, agremiados a la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA).
Los titulares de las notas son variopintas, y cada quien expone lo que más le interesa dar a conocer de este movimiento de los trabajadores. Comencemos con “los apanicados” con una probable huelga, esos rotativos que en sus cabezas exponen lo que se debe hacer en caso de que estalle la huelga en Aeroméxico, como si se tratase de una receta de cocina fácil, sencilla e infalible.
Uno de los casos que más me llamaron la atención en estos días fue el titular del periódico El Financiero “Huelga en Aeroméxico: ¿Qué pasa si tengo reservado boleto de avión? Así puedes pedir tu reembolso”. Me queda claro que a los pasajeros que viajan les estrese una probable huelga, pero que un medio, año con año, se dedique a hablar de este tema, no lo entiendo.
Porque Aeroméxico no es la única empresa que es emplazada a huelga; cada año los trabajadores sindicalizados, de distintas industrias, suelen emplazar a huelga a sus empresas con la finalidad de lograr mejoras salariales.
Les puedo decir “a calzón quitado”, como sindicalista y exrepresentante sindical, que un emplazamiento a huelga es más un trámite meramente burocrático que algo estrambótico. Primero debe quedar claro que los trabajadores, en caso de que no lleguen a un arreglo, tienen total derecho a estallar una huelga, porque es el único mecanismo de presión con el que cuenta el trabajador.
Así que ojalá y dejáramos de ver las huelgas como “algo negativo”; cuando en realidad no lo son, es una herramienta de presión para que los empleadores vean que pierden más en caso de que se llegue a estallar la huelga, que al proporcionarles mejoras salariales a sus empleados.
Esto que dije, es obviamente a muy grandes rasgos; al final el empleador tiene que ponderar que a veces “el caldo sale más caro que las albóndigas”. Por supuesto que antes de llegar a este punto, siempre será más recomendable el diálogo entre ambas partes. Estoy convencida de que “hablando se entiende la gente” y se pueden llegar a acuerdos favorables para ambas partes.
Y debemos tenerlo muy claro, un emplazamiento a huelga no se hace en aras de “sangrar a la empresa”, sino de conseguir mejoras para los agremiados, y en ese camino ambas partes deben de ser sumamente receptivas, pues muchas veces la solución para evitar un estallamiento es mucho más sencilla de lo que parece.
Lo voy a decir así: hay que estar conscientes de qué pide un grupo de trabajadores en específico, y la compañía debe evaluar hasta dónde puede cumplir con las peticiones, o si los trabajadores están dispuestos a modificarlas e ir negociando sobre la marcha.
Para un lector avezado es obvio, yo tengo problemas con la forma en que algunos sindicatos hacen sus pliegos -lo digo como representante sindical que fui-. Pongo un ejemplo muy hipotético: si yo hubiese formado parte de la representación sindical de sobrecargos que en mayo tuvo su revisión, habría impulsado un pliego que no pasaría de tres puntos, el primero sería enfocado al aumento al salario sí o sí, y lo único negociable sería el porcentaje de aumento.
El segundo punto habría sido la retabulación del contrato B, esto es, los sobrecargos que están bajo el contrato B tienen su cambio de tabulador a los 10 años; para mí ese punto habría sido imperativo, proponiendo primero mover este cada tres años, y en caso de una negativa por parte de la empresa, la siguiente propuesta habría sido moverlo a cada cinco años.
Esto en automático se hubiera convertido en una mejora para los ingresos de los sobrecargos. Y no expongo el número 3, pero sólo digo que mi propuesta sería completamente disruptiva, y con la mirada clara y firme en la homologación de contratos.
Esa es mi forma de ver, para poder decir que una negociación fue exitosa tiene que haber un ganar-ganar de ambas partes, pero prosigo con el tema del manejo mediático sobre el posible estallamiento a huelga por parte de los pilotos de Aeroméxico.
Al usuario del transporte aéreo le preocupa qué va a pasar con sus vuelos, nada más, lamentablemente. Y lo tengo que expresar, me resulta un fastidio toda la gente que pregunta ¿qué voy hacer si estalla la huelga? En varias columnas he leído ciertas recomendaciones y pasos a seguir en caso de que se presente el “fatídico evento”.
Lo cierto es que en caso de que los pilotos llegasen a estallar la huelga, lo harán a las 12 de la noche, esto es, cuando hay una cantidad muy pequeña de operaciones en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Este punto es importante, y que ni siquiera lo mencionan muchos de los que andan dando su receta de cocina de qué hacer; es decir, es poco probable que en caso de estallar la huelga en ese momento existan afectaciones, tal vez, se demoren algunos vuelos.
Otro punto que pierden de vista los medios, es que la huelga es únicamente válida en territorio nacional, esto es, sí el pasajero va a volar desde el extranjero a México, sí o sí va a llegar a su destino, porque la huelga únicamente se constriñe al territorio nacional, esto es, no perderán en lo absoluto sus vuelos.
Porque además no se contempla que la huelga puede durar desde un minuto, o algunas horas o días, en la huelga que me tocó de Click, esta duró tan sólo dos días. Sabemos que una vez que se estalla la huelga, todos los gastos corren a cargo del sindicato para mantener el movimiento, por lo que una huelga exitosa es la que no dura más allá de unos minutos, o unas horas si acaso. No lo olviden, es una herramienta de los trabajadores para sentar a negociar a la empresa.
Mientras escribo estas líneas, ASPA y Aeroméxico todavía no llegan a un arreglo, y la verdad es que espero que lo logren, retomo las palabras del capitán Jesús Ortíz, secretario general de ASPA: “la mejor huelga es la que no se estalla” y de verdad que coincido con él.
Desde este espacio expreso toda mi solidaridad con los trabajadores, hombres y mujeres que día a día dan lo mejor de sí. Estoy convencida que ambas partes pueden lograr una excelente negociación, haciendo crecer aún más al caballero águila.
Si a usted, estimado lector, le preocupa la probable huelga porque tiene un vuelo, le voy a hacer una recomendación que nadie más le hará: en verdad fluya y deje de angustiarse, lo más probable es que no se estalle la huelga y en caso de hacerlo, la meta del sindicato será que su duración sea la menor posible.
A ninguno de los dos actores les conviene una huelga larga, ni a la aerolínea y mucho menos a los trabajadores. Y ahora sí que lo digo con la voz de la experiencia y las enseñanzas que obtuve al ser representante sindical. Me tocó estallar una huelga que duró 48 horas, y fue ante un Javier Lozano como secretario del trabajo; ese sí que fue un reto, allá por un cada vez más lejano año 2007.