Luis Mariano González fue un cantante francés de origen vasco. Nació un 13 de agosto de 1914 en Irún, Guipúzcua. Falleció antes de cumplir los 56; muerte prematura un 14 de julio de 1970. Un tenor que pareciera alguien se empeñara en desvanecer de la memoria artística del canto y la escena universal. Aunque hay un grupo de seguidores que año con año lo celebran y llevan flores a su tumba, que coleccionan discos, fotografías, piezas de vestuario, sus videos desaparecían hace poco una y otra vez del youtube, sobre todo, los de actuaciones en vivo.

La voz de Mariano no era bella per se, pero sabía utilizarla magistralmente. Un tenor lírico ligero que cantaba con inusual integralidad del cuerpo, con amplio rango en el registro vocal, con libertad, matices y el vigor de la gallardía y aun el alarde en el registro agudo. Elementos que revestían la voz de forma extraordinaria al momento de estar en el escenario; así, la voz se tornaba bella, una sonoridad en su articulación y proyección. De hecho, suena mucho mejor en sus actuaciones en vivo que en el disco. Tenía esa adrenalina del verdadero artista que, más allá de la técnica vocal cultivada, se entrega sin cálculos en el acto de instante artístico (ejemplos en la ópera, María Callas o Giuseppe di Stefano).

Al escribir el texto presente me embarga una emoción contradictoria: tristeza y ánimo. Afortunadamente, en esa lucha se impone la felicidad. Una felicidad triste. Vaya, no logro escapar de la contradicción en la que, sin embargo, vence al menos por poco la alegría de conocer y compartir una vida pasada, la de Luis Mariano, que de convertirse en el “príncipe” de la opereta francesa, murió de pronto sin familia, solo, fatigado de tantos años en la escena. Formalmente, le sorprendió una hepatitis viral; pudo morir incluso de tristeza.

Príncipe de la opereta francesa que cantaba con arrojo, actuaba y bailaba con disciplina, grabó discos, hizo películas exitosas, presentaciones de televisión. Tenía todo, menos el amor, según se ha dicho; como es el caso de tantos artistas. También se dice que estuvo enamorado de la actriz Carmen Sevilla, con quien protagonizó el filme Violetas imperiales (1954) pero que nunca se atrevió a pedirle matrimonio o que fuera su mujer. Se ha rumorado que le avergonzaba el tamaño de su pene, que era homosexual, que quiso volverse monje (como el tenor mexicano José Mojica). En relación a estos rumores, una entrada del blog Código Díez. Escenarios, Personajes, Análisis e Investigación en 2009, de Alfonso Díez, citó la autobiografía de la cantante española Gloria Lasso, quien invitó a Mariano a México y cantó y grabó con él:

“Gloria Lasso… dice en su autobiografía que el cantante le confesó que estaba enamorado de Carmen Sevilla, pero que no le quería decir nada a ella porque temía que lo rechazara. Gloria le preguntó el motivo y él le enseñó: tenía un pene muy pequeño. Ella lo incitó a revelarle el secreto a Carmen, pero este nunca lo hizo”. Po otra parte, continúa Díez, “el chofer de Luis Mariano declaró años después de la muerte del cantante que el gran amor del tenor fue Carmen Sevilla y que su gran ilusión era casarse con ella, pero nunca se lo dijo”.

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Lo cierto es que la gallardía vocal de Mariano, sobre todo en el registro medio y agudo, es asombrosa; lo mismo que la vulnerabilidad de la voz sutil. Hace falta una verdadera biografía de este artista que se olvida con el tiempo. El tenor francés Roberto Alagna realizó un homenaje al tenor vasco en 2013, grabando un disco y haciendo un espectáculo. Buen esfuerzo de producción, pero la capacidad artística del francés quedó lejana del merecimiento del vasco; quiso encarnarlo en vez de tener la honestidad de solamente festejarlo.

Mariano se convirtió en francés porque tuvo que emigrar por la guerra civil española. Al sur de Francia estudió con disciplina la música y el canto hasta que se mudó a París y fue presentado con otro vasco, el compositor Francis López. Ambos harían una pareja artística extraordinaria. Y de manera natural también se convirtió en francés porque triunfó en ese país convirtiéndose más que en príncipe, en rey de las operetas francesas compuestas expresamente para él sobre todo por López. Mariano estrenó un aproximado de 15 operetas. Destacan, La bella de Cádiz (1945), Andalucía (1947), El cantor de México (1951; se llegó a pensar que era un cantante mexicano, vistió de mariachi y cantó canciones vernáculas), El secreto de Marco Polo (1959), Visa pour l’amour (1961), El príncipe de Madrid (1967) y la última, La carabela de oro (1969).

Luis Mariano González

En mayo de 1970 se retiró de los escenarios y murió dos meses después en París (hemorragia cerebral, en el Hospital de la Salpetrière, informa el citado Díez), la ciudad que lo vio triunfar durante cientos de noches de opereta (o en las pantallas del cine y la televisión, en los discos vendidos por millones) en escenarios como el Teatro Nacional de Chaillot o Chatelet.

El músico francés Henri Bourtayre -que compuso la opereta Chevalier du ciel (1955) para Mariano- escribió en su libro Fleur de Paris ou 50 ans de souvenirs et de chansons françaises sobre el artista vasco-francés:

“Luis Mariano no fue solamente un astro de la opereta. Fue ante todo un chanteur de charme…, con todos los atributos de esta función: voz de terciopelo, físico agradable, sonrisa deslumbrante. Talento de múltiples facetas, hablaba varios idiomas, diseñaba sus decorados, su vestuario, los planos de sus mansiones e incluso escribió la letra de algunos de sus cantables. Jean Gabin dijo que hay artistas a quienes se admira y otros a quienes se ama. Luis Mariano pertenecía a las dos categorías” (cita tomada de Wikipedia).

Y en esta ocasión, para celebrar la existencia de Luis Mariano, en vez de ofrecer un atractivo y bello repertorio de romanzas de opereta o canciones (será en otra oportunidad), quiero mostrar la progresión del artista en escena, en la acción arrolladora en una noche, en el Chatelet parisién en 1967 cantando la vibrante obra compuesta por López, El príncipe de Madrid, una de las operetas en que más brillara. Desafortunadamente, los fragmentos en vivo de Mariano, como en este caso, son los que se empeñan en desaparecer, cuando todos tienen derecho de conocer a este artista de excepción. Con los fragmentos existentes en youtube, he tratado de reconstruir el desarrollo de la obra de principio a fin según mi intuición; véanlos antes de que sean mutilados o desaparezcan otra vez. Disfruten esa alegría de vivir, la nostalgia, la euforia, la emocionalidad que trasminan la obra y su intérprete; la actuación, el baile, la libertad y el alarde victorioso del canto en sus finales portentosos:

Entrada, “Espagne tu chante pour moi”:

Baile:

Florecita:

Vals en la corte “Prince du Madrid”:

“Torero”; romanza de gran dificultad vocal:

Escena y brillante Final:

P.d. Un video más. Aquí Xavier López y Mariano ensayan Le prince de Madrid: