En Pemex, no les preocupan los problemas de mantenimiento que se han puesto en evidencia por los recurrentes incidentes presentados en los últimos meses, ni el hecho de que la paraestatal sea, de acuerdo a Moody´s, la novena empresa más endeudada del mundo, pero la única de ese deshonroso listado que actualmente no produce utilidades. Lo que ocupa el tiempo y la preocupación de quienes están a cargo de esta empresa pública, es el poder y control para el beneficio personal de su proyecto.
Para nadie es un secreto que desde hace tiempo, los grupos encabezados por la secretaria de Energía, Rocío Nahle y del Director de Pemex, Octavio Romero, se encuentran enfrentados. Situación que ha recrudecido en los últimos meses y sobre la cual ya esta enterado el presidente.
Ambos han confundido su rol y han hecho a un lado las indicaciones del presidente, con tal de anteponer sus propios intereses y terminar por quedarse con el control total de la empresa. En el camino, su falta de coordinación ha provocado una incertidumbre tal, que los mandos operativos de Pemex no saben que instrucción seguir o que rol desempeñar, y entre todo el caos, la crisis solo ha empeorado.
Sin embargo, el presidente ya tomó cartas en el asunto y ha enviado mensajes muy claros a ambos grupos, aunque estos no parecen entenderlos o tomarlos como algo serio. Para empezar, López Obrador envío a una persona que laboraba en presidencia, como responsable de contratos en la petrolera, pidiéndole poner orden y exigiéndole a ambos grupos su apoyo y respaldo a la nueva funcionaria, quien hasta este momento, solo ha encontrado trabas, obstáculos y resistencia por parte de estos personajes a los que no les ha quedado claro que sobre aviso no hay engaño, y que sin importar su cercanía, amistad o compromiso, quien manda en el gobierno es solamente el Presidente.
Por eso hay versiones que no contento con lo que esta pasando ni por la respuesta que ha obtenido últimamente, AMLO ya prepara más movimientos en la paraestatal, que pudieran llevar a más personas afines a él y de toda su confianza a ocupar puestos estratégicos que le permitan al Presidente conocer realmente lo que está pasando al interior de Pemex para tomar decisiones más acertadas y no manipuladas por los intereses de Nahle y Romero.
Aunque es un hecho que estos movimientos se darán y ayudarán a quitar de en medio la grilla y confrontación de estos grupos de las decisiones de Pemex, lo cierto es que no habrá cambios en las cabezas del sector energético, y más bien ocurrirá algo como lo que pasó en el SAT, en donde el mandatario envío a gente de su oficina a posiciones importantes pero no cambió a los titulares, de esta forma no los expone a los nuevos a que les hagan una mala jugada; y si logra tener ojos y oídos en estas dependencias en donde siempre una segunda versión de lo sucedido es importante.
Parecería ser una práctica que se volverá más indispensable entrando a la segunda mitad del sexenio, más aún cuando ya hay quienes están más preocupados por el 2024, que en cumplir con las obligaciones e instrucciones que les ha dado el Presidente.
Por lo pronto, los enfrentamientos en Pemex entre Nahle y Romero no solo los dejarán desgastados, sino que traerá como saldo una intervención más intensiva por parte de López Obrador y sus nuevos cuadros cercanos.