¿Presidenta, presidenta?

Apenas el 1 de julio pasado, los astros parecían alineados para Claudia Sheinbaum, quien gozaba de la gracia política de quienes la consideraban como la más fuerte contendiente para la sucesión presidencial del 2024. En los festejos por el 3er aniversario de la victoria del 2018, los morenistas presentes en el acto realizado en el auditorio nacional, arropaban a la jefa de gobierno con el grito unísono de “presidenta, presidenta”; Sheinbaum, levantaba los brazos en señal de victoria y visiblemente emocionada, se paró a respaldar al líder nacional de Morena Mario Delgado, quien sufría de abucheos de la misma gente que la vitoreaba a ella.

Quién hubiera pensado que dos meses después de la tragedia de la caída de la Línea 12 del metro de la CDMX, la jefa de gobierno estuviera tan confiada, tan segura y tan encaminada hacía lo que parecía ya un rumbo despejado y definido.

L12

El incidente del pasado 3 de mayo de este 2021, lejos de descarrilarla, lo que hizo fue demostrar que goza de mayor simpatía con el presidente López Obrador que su entonces rival más incómodo, el canciller Marcelo Ebrard. En la repartición de culpas, fue Claudia Sheinbaum la que salió avante. Sus seguidores y los arrimistas que siempre hay en política, pensaron que si ni una tragedia así le afectaba, nada lo haría; y dieron por sentado que la jefa de gobierno ya había sido designada como la sucesora de AMLO.

Envalentonada y echada para delante, como si el duelo de la Línea 12 del metro de la CDMX ya hubiera pasado o nunca hubiera existido, comenzó una andanada de acciones propagandísticas que conciliaran aún más su política de gobierno con la de AMLO. Organizó el evento masivo para la conmemoración de los 500 años de resistencia México – Tenochtitlán, se negó a poner el semáforo en rojo durante el punto más crítico de la 3er ola de la pandemia provocado por la variante Delta, y hasta se dió el tiempo de cambiarle el nombre al árbol de la noche triste por el de “Plaza de la noche victoriosa”.

Pero un mes después de remover la histórica placa del árbol donde se dice lloró Hernán Cortés, la suerte le volvió a cambiar a Claudia Sheinbaum y a sus seguidores, cuando el presidente les asestó un golpe de vuelta a la realidad, y les destapó al que sería su verdadero gallo rumbo a la sucesión del 2024, el nuevo Secretario de Gobernación y gobernador con licencia de Tabasco, Adán Augusto López.

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El pasado jueves 26 de agosto, con un nuevo secretario despachando desde Bucareli, la jefa de gobierno y sus seguidores tuvieron que ir a desempolvar aquella placa que habían quitado apenas un mes antes, y renombrar esta fecha como su nueva noche triste, la que los regresaba a una realidad en donde el liderazgo moral y el poder de su proyecto y partido, están en manos del presidente y de nadie más.

AMLO movió bien sus fichas, mientras un sector de la oposición se ha desgastado en el debate de un escenario surrealista donde el presidente trataría de reelegirse, y el otro sector se ha dedicado al golpeteo de quienes pensaban serían sus candidatos favoritos (Sheinbaum y Ebrard), el mandatario sacó a un nuevo contendiente y lo empoderó en el despacho más importante políticamente hablando, después de Palacio Nacional.

Hoy los arrimistas que impulsaban el ego de la jefa de gobierno se han parado en seco, los oportunistas han cesado momentáneamente sus elogios, los liderazgos políticos nacionales y estatales miran con detenimiento; para el 2024 no hay nada definido, y si bien Claudia Sheinbaum no esta fuera de la contienda, y aún goza de la simpatías de AMLO, quien incluso la convocó a su gira por el estado de Chiapas, ya no está sola ni sigue como favorita en la carrera. Llegó un contendiente serio, fuerte y con la cercanía con el presidente que nadie más tiene; aunque claro, también tendrá que sortear sus propias crisis en este sinuoso camino.

El tablero político cambió, y con el, los ánimos y expectativas de los contendientes y sus grupos con miras a la elección presidencial. Pero mientras, la noche del 26 de agosto será recordada por Claudia Sheinbaum y sus seguidores como la nueva noche triste, la que los paró en seco y los regresó de vuelta a una dura realidad, donde todavía tienen mucho trabajo por hacer. Desempolven esa placa y pónganla en el número 2 de la calle Plaza de la Constitución.