Sobre la mentira y los mentirosos:
Inicio este artículo con un breve análisis de la mentira y los mentirosos que será de mucha utilidad en mi crítica a tres de los más grandes mentirosos del momento en México: Beatriz Pagés, Carlos Alazraki y Javier Lozano.
“Decir de lo que es que no es, o de lo que no es que es, es lo falso; decir de lo que es que es, y de lo que no es que no es, es lo verdadero”. Con esa fórmula Aristóteles estableció el fundamento de nuestras nociones modernas de verdadero y falso en su obra Metafísica. Traducido a términos más explícitos, lo dicho por el Filósofo significa que la verdad es la correspondencia del enunciado o lo que se enuncia con aquello de que se habla. Y siendo así, lo falso, que es lo contrario de la verdad, es la no correspondencia del enunciado o lo que se enuncia con aquello de que se habla.
Las personas siempre pueden incurrir en algún enunciado falso en virtud de que la razón es limitada y falible. Así que el enunciado falso puede tener su causa en un pobre desarrollo en el estado de conocimiento de una materia determinada, o bien en una falla de razonamiento en las personas. En estos casos decimos que el enunciado falso se debe al error, que es una causa involuntaria. Pero si una persona hace un enunciado falso porque está alterando deliberadamente la realidad con su imaginación, entonces decimos que ese enunciado falso se debe a una mentira y que tiene una causa voluntaria: el deseo deliberado de mentir.
Creo que al lector ya le va quedando claro que la mentira no tiene conexión alguna con la razón y sus verdades, sino que más bien constituye un problema o vicio de la conducta humana motivado por un deseo aberrante: alterar la realidad caprichosamente. Es por esto que los grandes pensadores que se han ocupado de la mentira la han trasladado al terreno de la ética y la moral definiéndola como lo contrario de la veracidad, identificando a ésta como la “verdad moral” que compromete a las personas con la verdad. Y es por esta identidad que se equipara a la veracidad con la sinceridad, que es una cualidad, no del discurso, pero sí de la persona cuyos discursos son habitualmente veraces. Todo lo anterior indica que no es posible ser veraz mintiendo y manteniendo una actitud de indiferencia o despreocupación por la verdad.
Los mentirosos de cualquier clase, ya sean cínicos o camuflados de malos opinadores, son tercos como mulas en eso de sostener sus mentiras a capa y espada, a muerte si es preciso, y para ello cuentan con un vasto repertorio de estrategias de defensa y ataque. Entre esas estrategias está la aberrante práctica de convertir en prueba o demostración de sus enunciados (falsos, por supuesto) aquella máxima dogmática que se ha convertido en la divisa de los partidarios de la falsa tolerancia: Todas las opiniones son respetables. Gracias a este dogma falso los mentirosos pueden identificar falazmente la respetabilidad de sus opiniones con la respetabilidad de su persona para luego convertir cualquier crítica legítima a sus enunciados falsos en una ofensa monstruosa a su libertad y a su dignidad humana.
Siguiendo con esa estrategia de los mentirosos a la que me he referido arriba, resulta que los más creativos y audaces de ellos llegan al extremo de convertir en prueba o demostración de sus enunciados (falsos, claro) algunos de esos refugios del oscurantismo medieval y moderno que están tan de moda: la autoridad (hay mentirosos que tienen alguna autoridad reconocida) y las identidades sexual, cultural, étnica, racial y las que surjan. De esta forma los mentirosos convierten falazmente cualquier crítica legítima a sus enunciados falsos en una ofensa a su autoridad, a su cultura, a su sexo, a su grupo social, a su etnia o a su raza, para desde ahí iniciar la ofensiva contra sus críticos acusándolos de irrespetuosos, sexistas, racistas, “xenobofos”...perdón, xenófobos, y otras linduras tan de moda.
Por supuesto que esta estrategia oscurantista de los mentirosos tiene un doble propósito: desviar la atención del público de sus mentiras, que ya están bajo crítica y exposición, y transferir las críticas que se les formulan a ellos hacia los grupos sociales a los cuales los mentirosos pertenecen para tocarlos emocionalmente, moverlos en su favor y crear conflictos sociales.
Los mentirosos se parecen mucho a los estúpidos porque tienen la notable facultad de arruinar a su mundo y a ellos mismos. Si nos atenemos a la escala de los daños que ocasionan los mentirosos al resto de seres humanos, podríamos clasificarlos en dos grupos: los pequeños mentirosos y los grandes mentirosos.
Los pequeños mentirosos son aquellos que no están dotados de alguna autoridad o poder sobre la sociedad (cargo público, fama, influencia, etc.), de tal forma que los efectos nocivos de sus mentiras se restringen a su sociedad doméstica: familia, amigos, conocidos, etc. Aunque acepto que no debemos subestimar a los pequeños mentirosos, porque si sumamos todos los efectos nocivos que ocasionan en su mundo doméstico (conflictos, divorcios, rupturas y hasta asesinatos, por ejemplo) en un periodo de tiempo determinado, entonces ya tenemos un verdadero problema para el país.
Los grandes mentirosos son los que se mezclan en los asuntos públicos y, gracias a sus habilidades para mentir, logran obtener alguna autoridad o poder sobre la sociedad o parte de ella. Estos son los mentirosos de los que debemos cuidarnos con especial esmero porque, parafraseando a Aristóteles, en este caso las mentiras no son simples mentiras, sino vicios mucho más graves que pueden tener consecuencias catastróficas para una sociedad: engaños, manipulación de masas, estafas, saqueos, traiciones, caos, conflictos sociales y hasta guerras.
Creo que todos estaremos de acuerdo en que Adolfo Hitler es el ejemplo supremo del gran mentiroso. Este sujeto, armado de una gran habilidad en la psiquiatría aplicada y el discurso persuasivo, hizo lo que hacen muchos mentirosos en la política: convirtió de manera ilegítima a la identidad cultural y racial en pruebas o demostraciones de sus enunciados y discursos (falsos). Gracias a esto Hitler logró conectar con el sentir (emociones y sentimientos) del pueblo alemán de su tiempo para tocarlos y moverlos en su favor. Pero todo esto garantizaba una tragedia para el mundo porque la doctrina racista o arianista de Hitler era la fuente de las nociones de identidad en su discurso. En efecto, fue así como este sujeto justificó la invasión de otros países y la aniquilación de poblaciones y minorías étnicas; y fue así también como convirtió toda crítica a la doctrina del partido nazi y a él mismo en ofensas imperdonables al pueblo alemán que culminaron en censuras, persecuciones y masacres.
Desde luego que Adolfo Hitler es el principal responsable de su obra monstruosa. Pero los alemanes de aquel entonces también son culpables porque, al estar tan satisfechos con ese “toque persuasivo” de Hitler, decidieron dejar de usar la razón dialógica y eligieron creer ciegamente en el caudillo y obedecerlo sin restricciones. Aunque en descargo de algunos alemanes de ese entonces, hay que decir que no todos eligieron esto de buen grado, sino movidos por el miedo a la represión brutal del régimen nazi.
Exponiendo a los grandes mentirosos en México:
Hasta ahora sé que hay un programa de televisión en YouTube que se llama “Desayunando”, que es una suerte de mesa de opinión política donde participan la señora Beatriz Pagés, Javier lozano y Carlos Alazraki. En una edición de ese programa que ocurrió el 16 de junio, la señora Pagés trajo a cuentas un supuesto problema que estaba ocurriendo en el nuevo aeropuerto Felipe Ángeles (AIFA). Le regalo enseguida lo que se dialogó en esa parte del programa:
Beatriz Pagés: “Pero están ocurriendo cosas muy raras en el Felipe Ángeles, porque ahí también, aviones venezolanos cargados de venezolanos, están llegando México sin pasar migración.
Carlos Alazraki: Cierto, cierto.
Beatriz Pagés: A ver, ojo.
Carlos Alazraki: Cierto, cierto.
Beatriz Pagés: Entonces, estamos llenos de ilegales.
Javier lozano: Pues sí.
Beatriz Pagés: De gente sin documentación y que no sabemos exactamente qué viene a hacer a México.
Javier lozano: Uno. Y dos: si esos ilegales sin documentación los estamos tolerando en México, y se les ocurre hacer una chingadera en Estados Unidos, lo van a declarar como terrorismo.
Observe el lector que la señora Beatriz Pagés hizo una afirmación categórica: “aviones venezolanos cargados de venezolanos, están llegando a México (al aeropuerto Felipe Ángeles) sin pasar migración.” No vemos por ningún lado la cláusula de apertura de los opinadores sinceros: “yo opino”. Tampoco vemos la cláusula antecedente de toda inferencia probable sincera: “probablemente.” Y tampoco vemos la cláusula antecedente de un juicio hipotético: “Si esto”. Lo que vemos en el enunciado de la señora Pagés es una afirmación tan categórica como aquella de afirmar que: 4 × 2 = 8. Y por supuesto que nadie que haga este tipo de afirmaciones categóricas abre su discurso con un: “yo opino”, “probablemente”, “si esto.”
Luego, Carlos Alazraki convalidó la afirmación categórica de la señora Pagés con su pertinaz, ansiosa y emocionada expresión de: “Cierto… Cierto… Cierto…” Por su parte, Javier Lozano no sólo convalidó la afirmación categórica de la señora Pagés, sino que la aumentó con un enunciado hipotético y muy trágico: si a esos venezolanos ilegales “se les ocurre hacer una chingadera en Estados Unidos, lo van a declarar como terrorismo.”
El problema es que todo este discurso de afirmaciones categóricas y convalidaciones no está fundamentado en pruebas documentadas o demostraciones. En esas circunstancias de total nulidad probatoria o demostrativa, el juicio de verdad o falsedad de los dichos de los desayunadores depende solo de la veracidad que el auditorio les otorgue.
En lo personal, yo no le otorgo veracidad a esos tres personajes porque la experiencia me ha demostrado que ellos, al igual que muchos en la oposición, tienen una actitud de indiferencia y desprecio por la verdad y hasta de cierto fanatismo por la mentira. Y siendo así, me veo precisado a concluir que mintieron en esa parte de su programa del 16 de junio. Y lo que ocurrió después corroboró mi conclusión.
Durante su conferencia mañanera del 29 de junio, AMLO afirmó que las declaraciones de la señora Pagés eran falsas. Ese mismo día, durante una emisión más del programa “Desayunando”, la señora Pagés lanzó una réplica contra AMLO diciendo que tenía una prueba documental de su afirmación del 16 de junio. Para mi sorpresa, su prueba era una simple nota del diario El Financiero del 1 de junio de 2022, de la cual la señora citó lo que considera la sustancia de su prueba en esa nota: “Los vuelos del aeropuerto de Caracas, en Venezuela, que opera Conviasa, la empresa del Estado de ese país latinoamericano, y la terminal de Santa Lucía, carecen de registro, pese a que en marzo ingresaron 4,438 venezolanos a México”. Al final de mi artículo le ofrezco al lector enlace a esa nota de El Financiero.
Si el lector lee con cuidado la famosa nota de El Financiero, se dará cuenta de inmediato que no hay ahí pruebas documentadas que permitan afirmar categóricamente que están entrando venezolanos en México sin pasar por migración. A lo más que puede dar lugar esa nota, y si es que le otorgamos alguna veracidad al diario en cuestión (que no es mi caso), es a formar una inferencia de probabilidad subjetiva que permita lanzar una opinión sincera como: “Yo opino que, probablemente, daba, daba… Sin embargo, vuelvo a decir que las palabras de la señora Pagés en aquel programa del 16 de junio no fueron una opinión sincera, sino que fueron una afirmación categórica: “aviones venezolanos cargados de venezolanos, están llegando a México (al aeropuerto Felipe Ángeles) sin pasar migración.”
Seguramente la señora Pagés sabe también que esa nota no es prueba. Y tal vez por eso reculó y abandonó su afirmación categórica del 16 de junio. En efecto, en ese programa del 29 de junio, hablando de forma titubeante y confusa, la señora Pagés se refirió a “una entrada rara, sospechosa, extraña de venezolanos al país”, para luego hacer una pregunta: “¿En calidad de qué llegaron o entraron al país estos 4,438 venezolanos?” Y como puede ver el lector, la misma pregunta de la señora Pagés es prueba rotunda de que desconoce la realidad en ese tema.
Ayer, 1 de julio, leí una publicación de la señora Pagés en su cuenta de Twitter donde acusa la posibilidad de que AMLO esté convirtiendo a México en un centro de adiestramiento de terroristas extranjeros. Dice textualmente lo siguiente la señora Pagés: “Señor presidente @lopezobrador_. Ojalá y estemos equivocados. Si pretende convertir al país en nido de terroristas o en centro de adiestramiento al servicio de #Cuba #Venezuela y #Rusia nosotros lo seguiremos denunciando.”
Este comentario de la señora Pagés en Twitter prueba que ella se sigue diluyendo desde la certeza de la afirmación categórica inicial a la simple fantasía espoleada por presuntas corazonadas y sospechas muy novelescas de espionaje y terrorismo, y cuyo precedente, por cierto, ya había sembrado el imaginativo Javier Lozano en el famoso programa del 16 de junio. Vaya, tan diluida o despojada de verdad está ya la señora Pagés, que en esa publicación de Twitter tácitamente acepta que mintió al decir: “Ojalá y estemos equivocados.”
Así pues, podemos concluir que la señora Pagés mintió en su programa del 16 de junio, y que sus compañeros de programa, Alzraki y Lozano, convalidaron la mentira. Aunque hay que darle el mérito a Lozano de haber escalado la mentira al nivel del terrorismo, fantasía de la cual se sirvió la señora Pagés en Twitter a placer y sin límites para continuar en su tentativa de sembrar la incertidumbre y el miedo entre los mexicanos.
Cuando AMLO formuló su crítica a los tres protagonistas del programa “Desayunando” durante su conferencia mañanera del 29 de junio, calificó a Carlos Alazraki de hitleriano por aquello de su pasión por las mentiras. Y este calificativo generó una reacción de escándalo en la oposición a través de sus múltiples ramificaciones a la vista y subterráneas.
El mismo día 29 los representantes del Comité Central de la Comunidad Judía de México publicaron un comunicado donde condenaban las declaraciones del presidente aduciendo que “Toda comparación con el régimen más sanguinario de la historia es lamentable e inaceptable.” Al siguiente día, el día 30, Carlos Alazraki le replicó a AMLO a través de una carta abierta en el periódico El Universal donde le dice que asume el calificativo de “hitleriano” como un insulto porque él es judío y, por tanto, es imposible que sea hitleriano. En general, esa fue la tónica de la reacción opositora: apuntada a la presunta ofensa de AMLO a la comunidad judía a través de un judío llamado Carlos Alazraki.
El lector puede ver fácilmente que la reacción de la oposición ocurrió de acuerdo a la habitual conducta aberrante de los mentirosos que describimos al inicio de este artículo. Así fue, convirtieron el dogma de la opinión (toda opinión es respetable) y a la identidad cultural y étnica de los judíos en pruebas de sus enunciados (falsos, por supuesto) El propósito de la oposición era doble: desviar la atención del público respecto de la mentira de los tres desayunadores, que ya estaba bajo crítica y exposición, y acusar a AMLO de tirano que agrede a la libertad de expresión (de unos mentirosos) y que ofende a los judíos a través de un judío llamado Carlos Alazraki. Y por supuesto que el fin último de la oposición era ocasionar un conflicto entre el régimen de AMLO y un grupo social: los judíos.
Muy interesante la tentativa de Carlos Alazraki para demostrar que él no es hitleriano. Bien vista, se trató de un silogismo muy simple: ningún judío se porta como Hitler; Carlos Alazraki es judío; por lo tanto, Carlos Alazraki no se porta como Hitler. Por consiguiente, AMLO ha insultado a Carlos Alazraki al calificarlo de hitleriano.
Desgraciadamente, el silogismo de Carlos Alazraki es falso porque las cosas no ocurren necesariamente como lo establece en su premisa mayor. La realidad nos ha demostrado que los hombres no son ángeles ni demonios, y que son entonces capaces de las peores y las mejores cosas y con independencia de su nación, cultura, raza y cualquier característica particular. Vaya, el registro histórico nos prueba que hubo judíos colaboracionistas del régimen de Adolfo Hitler. Así que, contra lo que afirman Alazraki y el Comité Central de la Comunidad Judía de México, la verdad es que cualquier hombre, judío o no, puede llegar a parecerse Adolfo Hitler cuando adopta los mismos vicios de conducta de ese abominable sujeto histórico, como pueden ser: mentir, desconocer la dignidad humana, hacer injusticias, reprimir, saquear, asesinar, etc.
La cuestión sobre si Carlos Alazraki es adherente de la ideología de Hitler o no es un asunto que sólo él puede resolver en su fuero interno. En lo personal, no creo que lo sea y no tengo ningún interés en que se confiese al respecto. Sin embargo, creo que sí tiene conductas que, por momentos, lo hacen parecido a ese siniestro personaje de la historia. Pero para ser justos con Alazraki, hay que decir que no está sólo en esto porque sus compañeros de la oposición también suelen presentar esa desagradable metamorfosis temporal que los emula con el dictador alemán.
Esa desagradable metamorfosis hitleriana de los opositores de AMLO ocurre cada vez que dicen o convalidan mentiras con interés político que pueden tener consecuencias nocivas para la sociedad, tal como ocurrió con los tres desayunadores en su programa del 16 de junio. Y más hitleriana es esa metamorfosis en los opositores que se ocupan machaconamente en insultar al presidente de este país con palabras vulgares y vejatorias, como “pendejo”, con el propósito de restarle legitimidad. Y para despejar dudas sobre esta fea emulación de la oposición en México con Adolfo Hitler, basta recordar que el deporte favorito de ese sujeto histórico y su banda de delincuentes era precisamente la mentira y el insulto con interés político.
Si el lector tiene la habilidad para visionar el problema que nos ha ocupado hoy en toda su red de reacciones políticas de principio a fin, entonces podrá darse cuenta que la oposición y muchos medios de información en México están apostando por la mentira y el insulto para desgastar y desestabilizar al gobierno de AMLO. Hagamos eso enseguida a modo de resumen.
La señora Beatriz Pagés, Javier lozano y Carlos Alazraki hicieron un enunciado falso sobre un asunto público en su programa del 16 de junio, es decir, afirmaron de algo que no es, que es. Es evidente que ese enunciado falso fue producto, no de un error, sino de un deseo deliberado por mentir. La mentira de esos tres personajes estaba apuntada a sembrar las semillas de la inconformidad, la incertidumbre y el miedo en su auditorio, lo que constituye al menos una tentativa de engaño y manipulación. El potencial afectado por esta mentira, en este caso AMLO, reaccionó en su defensa y acusó a los tres personajes de mentirosos, añadiendo que Alazraki es hitleriano en virtud de su fanatismo por la mentira. La oposición y los medios de información, haciendo uso falaz de la identidad cultural y étnica judía, reaccionaron masivamente contra AMLO acusándolo de insultar a la comunidad judía a través de un judío (un judío que mintió, por cierto), pero se olvidaron por completo de la causa de este problema: la mentira de los tres desayunadores, demostrando con ello, y de nueva cuenta, su inveterada actitud de indiferencia y desprecio por la verdad, así como su propósito de crear conflictos sociales para desgastar al gobierno de AMLO. A su vez, el Comité Central Judío mordió el cebo de la oposición y los medios y manifestó su rechazo a la crítica de AMLO, con lo cual, tácitamente, ponía coordenadas de guerra. A medida que se desarrollaba el conflicto, la señora Beatriz Pagés se va diluyendo desde la certidumbre inicial hasta la duda y la ignorancia manifiesta en el tema de los venezolanos, pero sin dejar de sembrar semillas de incertidumbre y miedo en su auditorio. Y finalmente, el 30 de junio AMLO mandó a todos sus opositores por un tubo, judíos y no judíos, al refrendar que Carlos Alazraki es hitleriano y al afirmar que la comunidad judía en este país no tiene patente de corso para afectar a su gobierno. En suma, y muy irónicamente, el único interesado en la verdad en toda esta disputa pública era el afectado por las mentiras de la oposición y los medios: AMLO.
En la incertidumbre del mundo moderno se puede decir que la exigencia de la razón y sus verdades han superado la prueba, revelándose como una piedra de toque esencial para el crecimiento y aceptación de los ideales humanistas y el perfeccionamiento del mundo humano. Por el contrario, las ideologías, los partidos políticos y los políticos que explícita o implícitamente han contravenido o rechazado este teorema de la razón han demostrado ser ruinosos para sí mismos y para los demás. Y para nuestra desgracia, los opositores de AMLO y los medios de este país están apostando con fe contra el teorema de la razón y a favor del teorema de la mentira y el insulto.