Presidente Andrés Manuel López Obrador:
Conozco desde hace muchos años su lucha por ser presidente de México.
Sinceramente no voté por usted en el 2006 porque en realidad no terminó por convencerme, no sé si después de leer esto, quisiera seguir leyendo esta carta.
En fin que si aún sigue leyéndome le quiero compartir por cual motivo no voté por usted.
Algo notaba en su afán por ser presidente, parecía ser una especie de capricho o berrinche, sin embargo, todas esas marchas y mítines en donde retacaba el Zócalo de seguidores, y todas las calles aledañas, me mostraban el poder y la capacidad que tiene usted como líder y también reconocía en usted su gran habilidad oratoria, pero a pesar de eso, veía tras de ello un peculiar fanatismo entre la gente que le seguía que me resultaba sorprendente, pero también aterrador.
Hubo un momento, ya llegando las elecciones del 2017 que intenté convencerme de que quizá usted sí era una buena persona como mis familiares políticos me decían y que quizá sí, tendríamos un México muy diferente gracias a usted.
Siendo que siempre he sido una mujer a la que le gusta mucho nadar y escribir en las redes sociales, me hice partícipe y amiga de un grupo de mujeres que se llamaban (o se llaman) “Mujeres de Hierro” entre ellas está Lorena Villavicencio, una mujer extraordinaria y que hoy por hoy es diputada por Morena.
Fuimos recibidas en ese mismo 2017 en su casa de campaña por su hijo Andy. Una casa muy al estilo mexicana, rústica y muy colorida y hermosa. Me sorprendió la sencillez de aquella casa, hubiera esperado que fuera más “fifí” como usted le dice a lo que cuesta mucho dinero, pero no era así.
La verdad tenía mucha esperanza e ilusión que usted fuera el que nos hubiera recibido, pero supongo no pensó o no creyó que tuviera importancia lo que queríamos exponerle y ofrecerle un grupo de mujeres.
Finalmente éramos eso: un grupo de mujeres que quería platicar con usted.
Cada una de nosotras de aquel grupo, donde también por cierto se encontraba Paola Migoya, quien se separó tiempo después de Morena para ahora finalmente volver a ser parte de dicho partido, teníamos cosas que exponerle y ofrecerle.
Diversas mujeres con diferentes fortalezas y objetivos, todas muy diferentes entre sí pero seguras de que queríamos serle de utilidad. Es decir, no íbamos a pedirle trabajo ni un hueso sino a ofrecer algo de nosotras para los demás.
Andy, su hijo, nos escuchó, a cada una de nosotras.
Se sentó en la cabecera de un enorme comedor, imagino en la misma silla donde usted se sentaba para recibir a gente que sí le parecía verdaderamente importante.
Algunas mujeres del grupo tenían fundaciones o eran parte de movimientos en favor de causas justas y nobles o en favor de otras mujeres.
Yo, personalmente tenía la intención de que usted supiera que era sobreviviente de cáncer de mama y acababa de perder a mi única hermana por cáncer, además quería decirle también que era psicóloga y que tenía un sueño por cumplir: quería dedicarme a brindar acompañamiento psicológico gratuito a mujeres diagnosticadas con cáncer.
Expuse esto mismo a su hijo Andy pero poco le faltó para bostezarme en la cara, casi no me dejó terminar de hablar y pidió que otra mujer hablara.
Una de ellas dijo ser abogada especialista en migrantes, ahí sí que se le abrieron los ojos a su hijo y le dijo a esta chica: “quiero que te quedes a platicar conmigo”. Terminó la “audiencia” que yo creo las del Papa Francisco duran más y salí con una sensación de no haber sido escuchada.
Me sentí bastante decepcionada he de decirlo y finalmente pensé que quizá no era cierto todo lo bueno que de usted se decía en muchos lados.
Hoy por hoy tengo a familiares que lo adoran y que incluso, de tanto que lo aman, me han pedido que ya no les comporta mis columnas que escribo para SDP Noticias en donde con libertad expreso lo que no me parece de su gobierno y de usted.
Si bien su hijo Andy no tuvo interés en mí, por alguna razón mi cuenta en “X” (otrora Twitter) ha servido para que a través de ella yo pueda ayudar a muchas causas, afortunadamente con la ayuda desinteresada y apartidista de mucha gente he podido apoyar a muchos niños con cáncer y empecé a descubrir que no contaban con su tratamiento completo, no se les realizaban cirugías a tiempo ni contaban mucho menos con apoyo psicológico para ellos y para sus familias.
Empezaron también a acercase a mi mujeres con cáncer de mama en su desesperación por no poder ser atendidas en tiempo y forma, muchas de ellas encontrándose actualmente en una angustia constante por no contar con dinero ni ningún recurso para hacerse sus estudios médicos ni mucho menos para poder pagar y tener acceso a sus tratamientos oncológicos.
He visto feliz a muchas personas por su liderazgo y por ser presidente y por otro lado he visto sufrir a muchos por no contar con lo básico para enfrentar una enfermedad.
Señor presidente, le cuento: cuando yo tuve cáncer fue hace 20 años. Hoy tengo 50.
En aquel entonces es decir a los casi 30 años fue que me diagnosticaron pero gracias a mi señor padre que hoy se encuentra ya en el cielo tuve un seguro de gastos médicos el cual ayudó y cubrió todo para que yo pudiera atenderme.
Pero mi hermana, 13 años mayor que yo, en el mismo año también fue diagnosticada con cáncer de mama y también gracias a mi padre contaba con seguro de gastos médicos.
No hubiéramos sobrevivido sin el, señor presidente. Sé que usted debe de tener seguro de gastos médicos mayores y debe de saber la paz que se siente contar con uno.
Pero con el paso de los años y de mi edad, la prima semestral que tenía que pagar por el ascendía a 60 mil pesos, dinero que, ya no me fue posible pagar.
Hoy estoy a la deriva y me doy cuenta de cuantas necesidades hay en el sector salud.
Ahora me tienen que operar de un problema de varices en las piernas: la situación es compleja. Mi médico no me quiere operar en un hospital de gobierno pues dice que por mis antecedentes pudiera agravarme y ahí no cuentan con las herramientas para atenderme. Quise intentar sacar una cita en un hospital público y fue como una película de espanto y horror: mucha gente enferma esperando ser atendida, malos tratos por parte del personal y ni una fecha cercana para poder operarme ahí.
Mientras habrían mi expediente con mal modo por cierto, una señora junto a mí hablaba por teléfono con la que parecía ser su hija: “no me quisieron recibir a tu papá, que dentro de 6 meses, se nos va a morir”. Y colgó .
Se me quebró el corazón.
“Me voy a morir” pensé también.
Sé que usted quizá tuvo las mejores intenciones para ser el presidente más exitoso de México, el más recordado, el mejor de todos.
Pero su necedad señor presidente, ese resentimiento que lleva cargando desde el pasado y que hoy lo atormenta no lo ha dejado en paz.
Por lo tanto todo ha colapsado, lo básico y vital no camina todavía.
Sé que quiere continuar en el poder y la manera de hacerlo es teniendo a Claudia Sheinbaum en la presidencia. Por supuesto que las cosas seguirán complejas para este país gane ella o gane Xóchitl Gálvez. El daño ya está hecho y será difícil reparar lo roto.
Veo a mis hijos que todavía quieren vivir en este país y desarrollarse aquí y me pregunto si lo lograrán. Usted debe de desear lo mismo para su hijo adolescente. Vaya que la adolescencia después de la pandemia ha sido muy dura para los jóvenes.
En mi caso me pregunto si mis hijos podrán sobrevivir ante la inseguridad que hay en este país, o si mi hija como mujer estará a salvo.
Ellos lo escuchan hablar en las mañaneras y me dicen “Mamá ¡mira!, el presidente ama a México”.
Yo quisiera creerlo.
Pero lo noto tan enojado, colérico, tan ensordecido que me da miedo.
Porque imagino que usted no escucha consejos de nadie. Le cuesta que alguien le cuestione o le lleve la contra.
Yo quisiera que usted pudiera salvarse emocionalmente. Pero eso solo yendo a terapia podría lograrlo.
No lo digo yo como para pretender que usted vaya a terapia conmigo, pero sí debería de darse la oportunidad de poder expresar eso que lo tiene tan enojado y que ni siquiera la silla presidencial le sanó.
Porque usted ya habrá comprobado que ser presidente no le arregló su vida emocional, no le arregla la vida emocional a nadie el poder.
Ya vio que sí, sí tenía ciencia gobernar.
Espero deje de creer que muchos de nosotros lo odiamos porque no es así.
Cuando sentimos que alguien nos odia es porque nos sentimos culpables de algo.
¿Usted se siente culpable de algo presidente?
En fin, esta carta quizá termine en el bote de basura, o con suerte se la encuentre y la lea.
Quiero lo mejor para mi país, pero también quiero lo mejor para usted. Porque en mi esencia no está desearle mal o alegrarme con el mal.
Sé que me engrandece como ser humana desearle lo mejor porque uno da lo que uno tiene dentro.
Hasta aquí llega mi carta que no dice mucho. Pero dice todo.
Tal vez alguna vez la lea .
Es cuánto