“Soy suave y triste si idolatro, puedo
Bajar el cielo hasta mi mano cuando
El alma de otro al alma mía enredo.
Plumón alguno no hallarás más blando.
Ninguna como yo las manos besa,
Ni se acurruca tanto en un ensueño,
Ni cupo en otro cuerpo, así pequeño,
Un alma humana de mayor terneza.
Muero sobre los ojos, si los siento
Como pájaros vivos, un momento,
Aletear bajo mis dedos blancos.
Sé la frase que encanta y que comprende
Y sé callar cuando la luna asciende
Enorme y roja sobre los barrancos”.
Alfonsina Storni
“Con nuevos lazos, como el mismo Apolo,
hallé en cabello a mi Lucinda un día,
tan hermosa, que al cielo parecía
en la risa del alba, abriendo el polo.
Vino un aire sutil, y desatolo
con blando golpe por la frente mía,
y dije a Amor que para qué tejía
mil cuerdas juntas para un arco solo.
Pero él responde: ‘Fugitivo mío,
que burlaste mis brazos, hoy aguardo
de nuevo echar prisión a tu albedrío’.
Yo, triste, que por ella muero y ardo,
la red quise romper; ¡qué desvarío!,
pues más me enredo mientras más me guardo”.
Lope de Vega
Mi abuela decía que tanto para mentir como para comer pescado había que tener mucho cuidado. Igual de cierto que el dicho aquel: ‘no alumbres que obscurece’. Y en este caso las mentiras iniciaron para justificar haber habitado una ‘Casa Gris’ algo así como por poco menos de dos años.
Genial poder vivir en Estados Unidos en una residencia de esas dimensiones. El problema es el conflicto de interés para que eso sucediera. Fantástico tener amigos que busquen apoyarte. Terrible que en lugar de ello haya tráfico de influencias de unos y que otros confirmen tus falsedades a ocho columnas en un diario.
Entiendo Lo que hizo La Jornada al mostrar documentos sobre la supuesta renta de la casa en Houston por parte de Carolyn Adams y José Ramón López Beltrán. El mencionado periódico quiso sinceramente ayudar a un amigo en problemas y dio por buena la mayor investigación de la documentación que alguien llevó a la redacción, pero los recibos presentados no resisten el análisis. Entonces, en vez de ayudar a hijo y la nuera de AMLO, se vulneró aún más su enclenque defensa. Entiendo las razones de un diario editado por gente muy experimentada, pero si no se habían metido —ni para bien ni para mal— a tal debate, no debieron hacerlo. Este es un caso en el que el silencio, absolutamente inexistente, apoyaría más que seguir dando explicaciones que solo embarullan la ya muy complicada situación de tales personas.
Y es que en un primer intento se negó que tanto el hijo de López Obrador como su esposa conocieran quién era el dueño del inmueble. La razón: porque pertenecía a un ejecutivo de Baker Hughes, empresa que multiplicó sus contratos multimillonarios con Pemex durante el tiempo antes referido. Ahora, con la información presentada por el citado diario (esto es, suponiendo que los documentos sean fidedignos), queda demostrado el conflicto de interés en toda regla. Le dan la razón a Loret de Mola, además de que eventualmente podrían poner en alerta a autoridades estadounidenses (las fiscales entre otras).
Pero además de ello, todo parece indicar que, una de dos: o los documentos son falsos (levanta suspicacias que carezcan de firmas y sellos notariales requeridos por las autoridades texanas, que en la base de datos de agentes de bienes raíces no aparece que la propiedad haya estado rentada, que no haya documentos originales de los estados de cuenta de donde partieron las transferencias para pagar la renta, que no se mostró el contrato en su totalidad) o bien son parte de un expediente y de un proceso que nunca se formalizó ante las autoridades competentes ni quedó debidamente registrado en los instrumentos públicos de Texas (lo cual también prendería las señales de alarma en el Departamento de Estado y en y la Comisión de Mercado de Valores en los EU).
Pero hay más dudas: ¿por qué presentar esta “evidencia” 22 días después de iniciado el escándalo?, ¿Por qué los documentos los publica el periódico La Jornada y no los interesados? ¿Por qué no los enviaron como comunicado de prensa a todos los medios? ¿Por qué luego los retoma José Ramón y da a conocer esto en sus redes sociales? Vaya que ha crecido embrollo: la pareja está resultando más embarrada con esta nueva justificación.
Es simple: si en el cheque firmado pagando la primera mensualidad o el seguro de depósito aparece el nombre de Keith y/o Lauren Shilling, ello significaría que Carolyn Adams sí tuvo conocimiento de a quien pertenecía la casa y con ello desmintió lo que esta mujer había dicho antes y, además, rubricó el conflicto de interés.
Los documentos mostrados por La Jornada enredan lo que de por sí era un verdadero entuerto.
Puede terminar la incertidumbre de diversas maneras. Tal vez la peor resulte de que alguien desde México denuncie en Estados Unidos —la senadora panista Xóchitl Gálvez ha dicho que así lo hará o inclusive ya lo hizo— y por lo tanto empuje a las autoridades de ese país a que pongan orden y se sepa la verdad de los egresos de la joven pareja.
En todo caso, mientras eso u otra cosa ocurre, es imposible creer en la honestidad valiente de AMLO. Se asoman los mismos vicios del pasado; viejos amigos llamados manipulación, falsedad y opacidad.
Y eso por cuanto a la casa en Houston, porque en México surgen otros conflictos de intereses.
- ¿Qué hacía José Ramón López Beltrán viviendo, antes de irse a Houston, en una casa propiedad de alguien que participa en empresa que vende sus servicios al gobierno?
- ¿Qué hacía José Ramón coordinando las acciones electorales de Morena en Edomex y negociando con actores que de alguna forma se han beneficiado de la Cuarta Transformación a partir de 2018?
- ¿Quién pagó y con qué dinero el mensaje de luz proyectado ayer sobre Palacio Nacional ‘AMLO no estás solo’?
Efectivamente, no está solo. El engaño, el descaro y la hipocresía rondan al ejecutivo.
Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero