Todas las personas que tuvimos la malaventura de haber visto los programas de Chabelo en la televisión sabemos lo que significa la palabra catafixia: Intercambiar una cosa por otra sin que necesariamente tengan el mismo valor.
En aquel show televisivo el conductor hacía tontos a los participantes en sus concursos cuando los obligaba a intercambiar un juguete más o menos caro por algo que estaba oculto detrás de una puerta, que al abrirse normalmente resultaba ser un objeto insignificante.
Tal como se están presentando las cosas en Morena y en el frente PRI, PAN, PRD a nadie deberá sorprender una catafixia entre la priista Beatriz Paredes y el morenista Marcelo Ebrard.
No voy a discutir quién vale más, si ella o él. Solo diré que parecen tener el mismo destino: abandonar su partidos, Marcelo por haber intentado sin éxito sabotear la contienda interna en el Morena, y Beatriz porque el dirigente del PRI está descaradamente pisoteando su dignidad de militante de primera línea durante varias décadas.
Si Beatriz soporta sin alejarse del PRI las inmorales patadas que ha recibido de parte de Alito Moreno, perderá toda su respetabilidad. Quizá obtendrá una nueva posición en el poder legislativo, pero jamás volverá a ser vista como una política de principios.
Las razones del descontento de Ebrard en Morena están en su propia incapacidad para reconocer que ha sido superado de todas, todas por Claudia Sheinbaum en la competencia interna del partido de izquierda. Sabe que no tiene ninguna posibilidad frente a Claudia, y por esa razón Marcelo ha sembrado denuncias que no tendrán ninguna consecuencia, excepto la de justificar una gran rabieta que lo lleve a la oposición.
¿A cuál de los partidos rivales de Morena prefiere Marcelo? Al que sea. Lo que Ebrard busca, consciente de sus limitaciones, ya no es ganar la presidencia y ni siquiera dañar a Morena —está muy lejos de ser un peligro para la izquierda—; lo único que e interesa es justificarse, ante sí mismo y ante sus seguidores, esto es, tener argumentos para decir que él perdió porque jugó en desventaja. El ego gigantesco de Marcelo no le permite algo tan sencillo como admitir que lo ha superado Sheinbaum.
Lógicamente, una mujer que ha hecho política de primer nivel durante más de 40 años como Beatriz Paredes, no se va a jubilar por la traición del impresentable Alejandro Alito Moreno. Ella está en plena forma intelectual, como lo demostró en los debates contra Xóchitl Gálvez, así que seguirá haciendo política sin militancia o en otro partido. Si buscara una nueva militancia, tendría que ser en Morena, ya que la senadora Paredes ha sido una priista de izquierda toda su vida.
¿Recibiría Morena a Beatriz Paredes? Literalmente, como dice la conocida frase, ¡¡¡con los brazos abiertos!!! Y hasta fiesta habría en el partido fundado por López Obrador.
Morena ha aceptado en sus filas a gente de todas las ideologías y de todos los partidos. Ahí están personajes como Manuel Bartlett, quien como Beatriz en su momento aspiró a la candidatura presidencial del PRI. Ahí, en el instituto político de izquierda, estuvieron ultraderechistas como Lilly Téllez y Germán Martínez, que llegaron al Senado gracias a AMLO y después traicionaron.
Con respeto para Bartlett, Beatriz tiene una más sólida formación de izquierda. Y a diferencia de Lilly y Germán, la senadora Paredes no traicionaría por prejuicios ideológicos. Además, Beatriz Paredes está en su momento: con un elevado reconocimiento nacional y con el prestigio de haber aplastado en varios debates a Xóchitl, candidata de la derecha empresarial.
La llegada de Beatriz Paredes a Morena no sería la de Lionel Messi al ínter de Miami, pero sí equivaldría a un fichaje estrella en el futbol mexicano, como el de André-Pierre Gignac con los Tigres.
Pero bueno, si a Beatriz le pareciera oportunista ir a Morena, el partido que seguramente ganará la presidencia en 2024 con Claudia Sheinbaum, podría decidir negociar con Dante Delgado para darle a Movimiento Ciudadano un par de milloncitos de votos que le quitaría al PRI e inclusive al PAN.
Ya se verá lo que pasa. Espero que Beatriz Paredes se arme de valor y sea ella la que le dé una patada —políticamente hablando— al miserable Alito Moreno. Ojalá la acompañen en el acto de cocear al indecente dirigente del PRI algunos priistas distinguidos como Manlio Fabio Beltrones, que no deben, si conservan un mínimo de ética política, seguir callados ante lo que está pasando en el viejo partido tricolor.