Seas un usuario de la industria aeronáutica, o un ciudadano que no suele volar en avión, debes saber que la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos de Norteamérica (FAA, por sus siglas en inglés) cada 10 años realiza una auditoría a la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), antes conocida como la DGAC (Dirección General de Aviación Civil).
Para quienes estamos de una manera u otra inmersos dentro de la aviación, es un tema primordial, al que debemos estar muy atentos, pues sabemos los alcances que tiene esta auditoría. En mayo de 2021, y como consecuencia de la más reciente auditoría, fuimos degradados como país a Categoría 2. No fue casualidad, diez años antes (julio de 2010) el resultado fue el mismo, y en esa ocasión el gobierno de Felipe Calderón colocó “parches” en diferentes rubros para recuperar la Categoría 1 seis meses después. Pero las medidas fueron endebles, y lo peor es que continuaron deteriorándose durante la administración Peñanietísta. No debería sorprendernos que en esta nueva auditoría nos volvieran a degradar a la Categoría 2.
Los resultados de hace casi 11 años fueron desastrosos, y los que no me crean pueden consultarlos en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, dentro del llamado “Libro Blanco”; son 70 hojas que nos cuentan a detalle todas las consideraciones que tomó la FAA para degradarnos a la fatídica “Categoría 2″, y concluye con el cómo se pudo obtener de nuevo la anhelada “Categoría 1″. Dicho documento nos explica qué son las categorías 1 y 2:
La Categoría 1.- Si cumple con estándares de la OACI, Inspectores de la FAA evalúan a una Autoridad de Aviación Civil y determinan que el otorgamiento de licencias y la vigilancia de los transportistas aéreos se efectúan de acuerdo a los estándares de seguridad operacional de aviación de la OACI.
Categoría 2.- No cumple con los estándares de la OACI. La FAA realiza una evaluación a la Autoridad de Aviación Civil del país y determina que presenta uno o más de las siguientes deficiencias:
- El país no posee leyes o reglamentos necesarios para complementar la certificación y vigilancia de los transportadores aéreos de acuerdo a estándares mínimos internacionales.
- La Autoridad de Aviación Civil no posee la experiencia técnica, recursos e institucionalización para otorgar licencias o vigilar las operaciones de los transportadores aéreos.
- La Autoridad de Aviación Civil carece de personal técnico debidamente entrenado y calificado.
- La Autoridad de Aviación Civil no suministra guías adecuadas a los inspectores para cerciorarse de la ejecución y cumplimiento de los estándares mínimos internacionales.
- La Autoridad de Aviación Civil no posee suficiente documentación y registros de certificación o presenta inadecuada vigilancia continua de las operaciones de los transportistas aéreos.
Ahora, en términos llanos y para una mayor claridad usaremos de ejemplo a Volaris y las vicisitudes que tuvo cuando el país fue degradado a Categoría 2. Para ello nos documentamos en una nota publicada por Expansión el 19 de octubre de 2010, que recoge una declaración de su director Enrique Beltranena; “La degradación de la calificación de la aviación mexicana provocó que Volaris dejara de percibir 20 millones de dólares, debido a que no pudo iniciar vuelos a cuatro ciudades de Estados Unidos. El director de la empresa, Enrique Beltranena, puntualizó que los destinos cancelados son Chicago, Las Vegas, Phoenix y Miami.”
De manera muy clara vemos que las aerolíneas mexicanas dejarían de volar hacía Estados Unidos e incluso a Canadá al no poder sobrevolar el espacio aéreo norteamericano con nuevas rutas, ojo, no las rutas que ya se tienen con antelación a la degradación.
Y como usuario eso significa que la oferta queda a merced de las aerolíneas extranjeras, concretamente norteamericanas, quienes decidirán qué rutas y slots explotar y cuales no, relegando a nuestro país.
Esto nos ha afectado independientemente de si trabajamos o no dentro de la industria, pues en esta época de crisis por la pandemia, ya tuvimos recortes tanto a trabajadores como a las condiciones laborales; como usuario, habría menos opciones para volar, y como ciudadano, menos entradas de divisas por cuestión de turismo.
Todo lo anterior es a muy grandes rasgos y con la intención que quede claro el porqué de la importancia de la Categoría 1.
En aras de combatir la corrupción se hicieron diferentes tipos de recortes, pero sin entender el mecanismo interno de la institución. Mencionemos la indolencia mostrada por la propia SICT al tardar meses en nombrar un director de la AFAC tras la salida del anterior; tenemos un caos dentro de Medicina de Aviación con el tema de los exámenes médicos para poder revalidar la licencia que permite a los tripulantes seguir volando así como otro personal que requiere de las licencias para laborar, y así podemos nombrar un largo etcétera.
Es por ello, que de manera constante subrayo que debe verse a la industria aeronáutica como esencial dentro del desarrollo del país, y que no podemos dejar al “ahí se va” toda la industria, pues además de que de ella dependen muchísimas personas, a nivel macroeconómico afecta y mucho al ciudadano de a pie.
Si les gustaría saber más sobre la historia con pelos y señales, así como los actores que durante el calderonato hicieron que el país pasara a Categoría 2, pueden seguirme en mis redes sociales y dejarme un comentario ahí.
Ximena Garmendia en Twitter: @xime_garmendia