Las y los mexicanos debemos celebrar hoy la democracia electoral que hemos construido a lo largo de los años, y luchar para perfeccionarla y que rinda mejores resultados.

De los precedentes de gestas heroicas en la Independencia, la Reforma o la Revolución, pasajes en los que nos sacudimos del yugo de la corona, la mitra y la espada, respectivamente, a la batalla actual por derrotar al poder del dinero y el interés privado frente al interés público y el bienestar de la mayoría, las y los mexicanos hemos dado ejemplo de voluntad e inteligencia.

Ante el diagnóstico de las circunstancias propias y las experiencias ajenas, desde 1977 decidimos abrir el sistema político a la pluralidad para dirimir en las urnas la competencia por el poder gubernamental.

Durante casi 50 años hemos desarrollado y actualizado un sistema electoral y de partidos que, ciertamente, ha encauzado el litigio político y traducido la voluntad ciudadana en gobierno, legislación y políticas públicas, con todas sus virtudes y vicios, que unos y otros partidos en su turno en el poder han tratado de implementar con más o menos fortuna.

Ello incluye, dentro de la democracia, la propuesta morenista y lopezobradorista por radicalizar en clave popular y mayoritaria la propia democracia, en un sentido que va más allá de lo electoral para reducir las brechas sociales.

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En este 2024 hemos abierto de nueva cuenta la gran ventana de oportunidad para participar en el diagnóstico y propuestas de solución a los grandes problemas nacionales, varios de los cuales han agravado su carácter complejo y son de dimensión transnacional.

En el marco del tercer debate presidencial de este domingo 19 de mayo, examinemos las propuestas que presenten las candidaturas a nombre de sus organizaciones partidarias.

Celebremos de antemano que dos mujeres protagonizan la escena y que, sin desmedro de un contendiente masculino, una de las dos se convertirá pronto en la primera presidente mujer de México. Un ejemplo para muchos países cercanos o lejanos.

Pulsemos también las posibles acusaciones, señalamientos o críticas que se dirijan los debatientes porque son parte de los hábitos de conversación pública y privada.

Compartamos nuestros propios pensamientos y preferencias para incidir en los comicios y sus resultados.

Vayamos o no a las marchas convocadas para este mismo domingo, apreciamos de manera crítica lo que unos y otros contendientes pretenden, ofrecen o defienden.

Proclamo que quienes creemos en el progresismo, el cambio y las transformaciones históricas desde la sociedad, la política, las culturas y el derecho, sin desconsiderar los recursos necesarios para vivir bien, con libertad, igualdad y justicia, sobriedad y fraternidad, sabremos decidir con inteligencia y sensibilidad.

Celebremos la democracia y heredemos mejores condiciones de vida al porvenir.