“En general, todos somos muy similares en el momento del nacimiento, pero únicos en el momento de la muerte.”
DEEPAK CHOPRA
“Nada se odia con más intensos bríos que aquello a que uno se parece y uno llega a aborrecer el parecido.”
CAMILO JOSÉ CELA
Más de 50 años de historias y programación para el televidente dejó ‘la marca Chabelo’; de esos, 48 años con su propio programa En Familia con Chabelo. Sin duda, este “cuate” fue un elemento de referencia para millones de mexicanos durante al menos tres generaciones.
Además, como señaló Raymundo Riva Palacio ayer en su columna de El Financiero, un elemento de cohesión social en nuestro país.
Antes de que me cuestionen, aclaro: el comparar a Chabelo con el PRI no es por cuanto al ámbito de la carcajada (aunque Peña Nieto, sin querer, por momentos se acercó bastante al comediante). Tampoco quiero que este dibujo que hago de paralelismos sirva de apología o loa al PRI, nada de eso. Ni alabo al PRI de la época dorada ni denuesto al actual, tan solo describo lo que hay.
Subrayo ciertas similitudes y uno que otro elemento —que fueron y que ya no volverán— entre el otrora partidazo y Chabelo.
Entre ellos, el tiempo que ocuparon en la pantalla chica y en nuestra realidad política. Y es que, hablando de cohesión social, no puedo pensar en ningún otro generador tan importante de esta como el Revolucionario Institucional.
Para bien y para mal, tanto Chabelo como el PRI fueron factores fundamentales de esa cohesión. Posiblemente más importantes que cualquier otro que se haya mencionado en prensa y medios. Y a la par en que se perdió la presencia de Chabelo y se extingue la fuerza del PRI, se ha esfumado la cohesión social en México.
Lo digo en serio. El PRI —de forma espontánea, pero también impuesta— coadyuvó como nada a cohesionar a los mexicanos. Igual que recientemente, ante su menguada presencia política, ha influido en la pérdida paulatina de esta. Repito: para bien y para peor (no en balde el país es “hijo” de ese partido).
Y Chabelo, en la industria del entretenimiento y de la televisión, era una especie de PRI. Compartía al menos las siguientes características con el instituto político:
• Era omnipresente. Estaba ahí todo el tiempo; todos los domingos sin falta y durante décadas.
• No tenía competencia. Los domingos, a esa hora, no había mucha más programación de la cual escoger. Era “En familia” o nada. Igual que con el PRI.
• Era constante y predecible. Se sabía de antemano lo que habría; qué segmentos, y hasta dónde llegaría la comicidad y la calidad de lo que había adelante y detrás de ello. Lo mismo para el PRI: se sabía exactamente lo que representaba; las ventajas que ofrecía y los muchos dolores de cabeza que traía (con los años, las primeras disminuyeron y los segundos se exponenciaron).
• Proporciones guardadas entre lo que significa ser un programa de entretenimiento y en el otro caso contar con una estructura partidista nacional, ambos llegaban a los rincones más lejanos de la República (tal vez Chabelo más lejos).
• Y ambos son la memoria de tiempos que ya no van a volver.
¿Pero a qué voy con todo esto? Pues bien, que así como Chabelo tocó a millones de personas, con más de 70 años en el poder el PRI dio vida a muchos políticos que deambulan hoy en día. Entre ellos a López Obrador, quien se formó en el PRI y quiere regresar al PRI.
No al de su época dorada, sino al de sus tiempos más obscuros (los sexenios de Luis Echeverría y José López Portillo). Al que tenía el poder absoluto, el control político e institucional, de procedimientos, de las industrias, de la economía, etcétera.
Mas eso nuestro actual presidente no lo logrará. Y esto se debe precisamente a que Regeneración Nacional carece de un factor fundamental: del ingrediente de cohesión social que producía y reproducía el viejo PRI.
El Revolucionario Institucional no de finales de los 60s y la década de los 70s, sino al de su época dorada, el viejo PRI. Morena NO es lo que fue ese otro partido (institucional, corporativizado, predecible) ni nunca lo será. Porque mientras el PRI (y Chabelo) ayudaban —mismo sin proponérselo— a generar unidad como nación, López Obrador y Morena apuestan por lo contrario. De hecho, la fórmula “mágica” de la 4T es la de la división y la polarización; prefieren a millones de enojados y cabreados de ambos lados del espectro político-social, que a un país unido y funcional. Han sacrificado la cohesión social en aras de una libertad y un progreso que no ha llegado —ni llegará—, pues no los construyen.
Las formas en que se conducen y viven los partidos son diametralmente diferentes. La fórmula de Morena no es la del PRI y viceversa.
Otra cuestión a notar. En las redes sociales se pasó del juego de los memes sobre la inmortalidad de Chabelo, a las memorias más gratas sobre el actor. Pero ya que tanto se parecen, ¿no será el deceso del personaje premonitoria de la muerte del PRI? Especialmente después de que se ha anunciado muchas veces el fin del priismo y, no obstante, continúa en el espectro político nacional…
Supongo todo depende de sus inminentes decisiones. El PRI se equivoca (o se ha equivocado) cada vez que opta por la división. Ya lo dije, el Revolucionario por naturaleza trabaja y se fundamenta en generar cohesión y actuar en otro sentido es ir “contra natura”. Por ello, si la tirada de ese instituto político ahora es nutrir y engrosar las filas de las fuerzas que polarizan a la sociedad, se estará equivocando una vez más.
Su única forma de sobrevivir es con quienes apuestan por la unidad, no quienes viven de la división.
Si el destino del PRI es morir —caer en la irrelevancia está ya próximo a ocurrir—, pues que sea luego de un proceso lo más natural posible. Y no a través del suicidio. El PRI debería aferrarse a la unidad y no a la división, de otra forma las exequias del expartidazo también pronto tendrán lugar. Esa es mi opinión.
Chabelo era como el viejo PRI: constante y siempre predecible. Estoy convencida.