Entre atacar o proponer, la mejor estrategia en el debate electoral depende cómo se llega a ese momento y principalmente, del lugar en las encuestas.
Si se trata de la candidatura que encabeza las encuestas, lo mejor es no caer en provocaciones y cuidar la ventaja con propuestas que fortalezcan un discurso o narrativa.
En el frenesí de un debate electoral, es común ver al segundo lugar enfocarse en desacreditar al puntero. Esta táctica puede parecer lógica a primera vista: ¿qué mejor manera de destacarse que desacreditar al líder? Sin embargo, detrás de esta estrategia aparentemente astuta se esconde un riesgo significativo y una oportunidad perdida.
Ese es el problema de la batalla que brindó Clara Brugada en el segundo debate capitalino que, por cierto, tuvo un gran nivel tanto en conducción como en producción.
Clara Brugada parecía incómoda y a momentos, titubeante. Lejos de mirarse como puntera en las encuestas, responder a todos y cada uno de los ataques que hizo Santiago Taboada le hizo un segundo lugar buscando desestabilizar al primero.
Los argumentos de contraste, como los señalamientos de corrupción y el impacto del cártel inmobiliario en la crisis hídrica que enfrenta la Benito Juárez parecieron superficiales en lo técnico mientras la contundencia se perdía cada vez que era mencionado. Repetitivo.
Clara Brugada es una de las políticas más creativas y estudiadas. Su manera de hacer política ha sido la creatividad para brindar soluciones, como las UTOPÍAS o el Plan Hídrico. En ese tono es en el que debió quedarse.
Atacar al líder puede generar titulares y momentos destacados en el debate, pero ¿realmente convence a los votantes? La psicología electoral sugiere lo contrario. Los ataques pueden crear una percepción negativa, por eso es que Salomón Chertorivski logró construir la percepción de haber tenido el mejor desempeño.
Atacó lo suficiente para señalar puntos de impacto común que a nadie le son ajenos, como la contaminación de pendones en cada ventana. Sus propuestas fueron hábiles y su enfoque preciso: convencer a jóvenes.
Santiago Taboada lució arrogante en momentos. Irrespetuoso en exceso: sonreía burlonamente y en varias ocasiones, alzó la voz a Clara Brugada.
Su papel era tirar con todo y el ejercicio fue a mi parecer, un exceso.
Responder a los ataques puede ser una distracción peligrosa. En lugar de caer en la trampa de la defensa constante, los líderes deberían aprovechar la plataforma para proyectar sus propias visiones y propuestas. Los votantes quieren saber qué pueden esperar de un candidato, no solo lo que critican de otros.
Al centrarse en la promoción positiva de sus políticas y planes, los candidatos tienen la oportunidad de conectarse con los votantes de manera más significativa. Esto no solo les da una ventaja estratégica a largo plazo, sino que también eleva el tono del debate electoral, alejándolo de la negatividad y hacia una discusión más constructiva sobre el futuro del país.
Lastima que Salomón Chertorivski represente al mismo partido que Sandra Cuevas. Ganar debate no es ganar una elección pero en la Ciudad de México, cada día de cierta más la elección, un peligroso terreno que dejará en manos de nulidades y litigios la voluntad popular.
En última instancia, los debates electorales son una oportunidad para que los candidatos demuestren su liderazgo y visión para el país. En lugar de caer en la trampa del ataque constante, los verdaderos líderes se destacan al ofrecer soluciones concretas y positivas a los desafíos que enfrenta la nación.