Nuestra hipótesis central sobre la situación socio política actual en el estado de Chiapas la hemos desdoblado en dos términos centrales: el eje fundamental de la conflictividad es hoy la disputa inter criminal entre las grandes estructuras del crimen transnacional asentado en México, con sus aliados y frente a sus rivales. No es ya la del choque socio político con las organizaciones de la izquierda armada mexicana como lo fue hace varios años, por reivindicaciones de tierras y justicia social; y dicha contienda inter criminal tiene como referente estratégico el control del istmo centroamericano, dentro de lo cual Chiapas representa un espacio estratégico.

De gran relevancia para el dominio de las rutas y cargamentos de drogas, control de territorio y grupos de inmigrantes centroamericanos, así como una importante conexión con el Pacífico, colindante con otros estados mexicanos, al norte con Tabasco y por su conducto al Golfo de México y por ende al Caribe y el océano Atlántico. Al oeste con Oaxaca y Veracruz, y al sur, también con la república de Guatemala, En total, 266 kilómetros de litoral y una amplia frontera con un país vecino. Cruce de caminos de amplia relevancia, más que suficiente para suscitar el interés por su dominio, el de un territorio que antes fue llamado Chiapan, o mejor, Tepechiapan, “agua debajo del cerro” o “cerro de la chia”. Para los españoles colonizadores “Provincia de las Chiapas”. Para el ex presidente Vicente Fox “Chapas”.

Dicha valoración estratégica impacta la gobernanza y la seguridad nacional de los Estados nación de toda la región, y por tanto, desde la perspectiva del comando norte, también la de los EUA. Pone de igual manera en dificultades la fluidez y cumplimiento normativo del comercio e inversiones relacionadas con el Tratado Comercial del Triángulo del Norte (México, el Salvador, Guatemala y Honduras), así como, el DR-CAFTA (Tratado Comercial de Comercio Libre de EUA con Centroamérica). Un coctel político estratégico sumamente explosivo.

En suma, el recrudecimiento de la violencia de origen fundamentalmente criminal ligada al narcotráfico de cocaína, metanfetaminas, y todo tipo de opiáceos, especialmente, los precursores para fabricar el fentanilo con destino a los EUA, convierte a todo el Istmo centroamericano, al estado de Chiapas, contando además, con el tránsito irregular de migrantes centroamericanos en la frontera sur de México, estimado en 150,000, en territorio transfronterizo de intervención desde la potencia hegemónica del norte del continente, los EUA, más aún, en la hipótesis de un triunfo del Partido Republicano y de su candidato, el ex presidente Donald Trump. Nuestra experiencia al inicio de su primera gestión con él es muy clara. Puede replicarse.

No le esperan horas tranquilas a la futura presidenta, la Dra. Claudia Sheinbaum, al secretario de relaciones exteriores, Dr. Juan Ramón de la Fuente, y al secretario de seguridad y protección ciudadana, Mtro. Omar García Harfuch, lo mismo que a los secretarios de la defensa y Marina próximos a ser designados, si no se actúa con rapidez, sobre todo, con efectiva anticipación. Ya se está actuando con el Ejército y Guardia Nacional, pero opino que se debe mantener una presión constante sobre la región para que no escape de control la conflictividad que allí se desarrolla, extraordinariamente sensible para las oficinas del gobierno estadounidense.

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Una concentración de fuerza armada mayor a la actual y una cumbre mexicana-centroamericana de las cancillerías, reforzará la política exterior de México, sus tesis sobre la migración masiva, la necesidad de la cooperación de inteligencia y militar, para tratar el tema (no olvidar que en tal frontera, tenemos ya organizaciones criminales binacionales, es decir, con integrantes de ambos países, guatemaltecos y mexicanos), mandaría un mensaje muy preciso al norte del continente: México sigue muy de cerca la situación dentro de su frontera, del estado de Chiapas y de la región del istmo, e impedirá una mayor afectación a sí mismo y a los Estados nación de toda la región.

Sería muy útil para empezar a desactivar esta bomba de tiempo, y no llegar con una situación más complicada y agravada hacia los primeros meses del segundo mandato, eventualmente, de un poderoso presidente Donald Trump, hoy candidato., pero que después de la gran empatía que podría generarse por el atentado sufrido este fin de semana, se ve difícil que lo derrote un visiblemente cansado presidente Joe Biden. Tendríamos en acto, toda una robusta política de soberanía, auto determinación y resguardo de la seguridad nacional, y de corte pacifista.

Una de esas organizaciones delictivas binacionales llamada “El Maíz” la han identificado como extensión organizativa y operativa civil del CJNG, que quiere decir “Mano Izquierda”, aunque no es la única, otras operan abiertamente como CJNG en forma violenta. Según el periodista Ion Grillo en la zona, entrevistó un pastor evangélico quien afirmó que la organización del El Maíz se ubica dentro de una estrategia criminal diferente: “Han ganado poder apoderándose de fuerzas locales, no sólo de delincuentes, sino de grupos comunitarios y de campesinos. Y al hacerlo, han mezclado viejas rencillas locales con la nueva narco guerra”, el caso más representativo es el de los vendedores ambulantes, que conforman una base social de simpatía o apoyo. (https://www.crashoutmedia.com/ 20 de diciembre, 2023)

De acuerdo a la entrevista citada, la mano izquierda, civil, pretende diferenciarse de la mano derecha paramilitar. Ello logró confundir a una parte de la población que entrega un “tributo” a la organización, porque existe otra organización de filiación zapatista llamada “Movimiento Agrario Indígena Zapatista” (MAIZ), es decir, mismo acrónimo, el tuvo que salir a deslindarse públicamente del CJNG.

Obsérvese esta nueva táctica criminal: camuflar organizaciones del delito con bases sociales populares reales mediante actividades y operaciones de engaño. El EZLN manifestó: “esta confusión que se ha generado pone en riesgo la integridad física de nuestros compañeros y compañeras y puede traer efectos de criminalización y deslegitimar nuestros trabajos en favor de los derechos de los pueblos.” (Infobae, Martínez, 20 de diciembre, 2023).

Un caso prototípico de este enfrentamiento entre las grandes estructuras criminales de origen mexicano (CDS vs CJNG) es la línea divisoria entre San Gregorio Chamic (municipio de influencia sinaloense) y Frontera Comalapa, en los bordes con Guatemala (bajo la influencia de “los jaliscos”), a sólo 40 kilómetros el uno del otro.

En ambos casos, las grandes estructuras delictivas actúan en los territorios respectivos, con organizaciones armadas y frentes civiles, que bloquean las carreteras y entradas para controlar el ingreso a los municipios. El CDS ha bloqueado Chamic, por ejemplo, y el paso hacia Motozintla, y bloqueó así los suministros hacia Comalapa, los supermercados quedaron vacíos, lo cual detonó un enfrenamiento armado y la insurgencia criminal entre ambos cárteles, en la que tuvo que intervenir el Ejército mexicano para levantar el bloqueo desde Gregorio Chamic. Vean ustedes el tipo de confrontaciones que allí se producen. No son simples enfrentamientos por casualidad, es una batalla con tácticas militares por el control de territorios muy específicos con conexiones muy concretas. (Grillo, Ídem)

Como es de esperarse, el ejército mexicano, con la Guardia Nacional han instalado sus retenes militares en zonas de interés fundamental, disputando los controles o iniciativas de controles territoriales de orden criminal y defendiendo a los pobladores y ciudadanos. Y también han combatido. Hay ciertos vacíos de autoridad y poder, pero de ninguna manera los territorios chiapanecos son “tierra de nadie”.

Es verdad que toda la geografía territorial, las rutas, caminos y la vida socio económica y comercial ha sido alterada y modificada, negativamente. Nos narra el periodista de origen estadounidense uno de sus recorridos para conocer lo que sucede: “Llegamos al paso fronterizo con Guatemala, conocido como La Mesilla. Normalmente es un próspero mercado para el comercio transfronterizo, con mexicanos comprando ropa guatemalteca más barata y guatemaltecos comprando conservas y productos mexicanos. Pero ahora la gente se mantiene alejada debido a la violencia y está totalmente muerto, destrozando la economía local. El cruce era también un gran corredor para los migrantes indocumentados, pero de nuevo los enfrentamientos han acabado con la ruta y los viajeros cruzan más al sur, por Tapachula, o más al norte, por puntos como Tenosique. Me pregunto si uno de los cárteles ha cerrado deliberadamente la ruta para joder el negocio del otro.”. (Ídem)

Es evidente que se libra una guerra territorial, económica y social que conforma un factor de riesgo y una amenaza creciente a la seguridad nacional. El debate está abierto, las autoridades civiles y militares con toda su información de inteligencia, actúan ya en estos nuevos cauces que ha tomado la antigua conflictividad en el estado de Chiapas. Se estabilizó un tiempo, pero ha revivido viejas, y han emergido nuevas problemáticas, ahora articuladas orgánicamente con las disputas criminales estratégicas en torno a la frontera con Guatemala y por ella, a la trascendente región del istmo centroamericano, colindante con el gran proyecto del Tren Interoceánico. Nada menos.