Podría decirse que, a partir del nombramiento de la coordinadora, inicia el proceso en busca de las ocho entidades federativas y la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, que, dicho sea de paso, puede ser la única que se resuelva por consenso o negociación a como están las condiciones, pues debe haber equilibrio y flexibilidad en la toma de decisiones.
A partir de ahí, vendrá un proceso álgido en la disputa interna de ocho entidades federativas que, déjenme decirles, Morena tiene grandes posibilidades de llevarse carro completo en 2024, siempre y cuando haya unidad. Está, por ejemplo, Tabasco, Puebla, Morelos, Veracruz, Chiapas, Yucatán, Guanajuato y Jalisco.
Tal vez las últimas tres que citamos, en el fragmento anterior, sean una elección muy cerrada, pues Morena ya no está mostrando tantas limitantes como hace unos meses. Es decir, ha demostrado un crecimiento acelerado en las encuestas y, en una de esas, puede dar la sorpresa y consagrar la victoria en Yucatán, Jalisco y Guanajuato. En los que respecta a las cinco primeras, es prácticamente un hecho, considerando el margen de distancia, que el lopezobradorismo doblegue a la oposición. De hecho, las propias encuestas que se han divulgado han servido de apoyo y, de paso, hemos visto el débil desempeño de la derecha que, al igual que la pasada elección, no podrá ni meter las manos.
Y como la alianza no conecta, ni mucho menos ha cimbrado el tablero electoral, es prácticamente un hecho que Morena conquista Puebla, Chiapas, Veracruz, Morelos, CDMX y Tabasco. Incluso, se ha anticipado que, pasando las últimas semanas de septiembre, se establecerán las reglas de participación internas. De todas formas, nos damos una idea de lo que vendrá, especialmente en el método de la encuesta. La pregunta es: ¿aplicarán el mismo mecanismo que en la elección para coordinador nacional? Si es así, hay más certeza de que la encuesta tenga mayor claridad y legitimidad a cómo se llevó a cabo hace unos días.
Y si no es así, se corre el riesgo de que las encuestas vivan un proceso similar a ejercicios anteriores. O sea, una decisión unilateral. Por esa razón, hay resultados que, con el paso de los meses, se han ido consolidando en el mapa electoral. Para entender mejor, hay entidades federativas que, desde hace unos meses, han decidido prácticamente a un virtual candidato de Morena. Parece ser que Chiapas y Puebla, tienen técnicamente definido al abanderado en la imagen de dos senadores de la República. Hablo de Eduardo Ramírez y Alejandro Armenta.
En Chiapas, por ejemplo, el único que le hizo sombra al puntero de todas las encuestas fue Zoé Robledo. Y, una vez que el presidente anunció su permanencia en el IMSS, eso allanó más el camino para Eduardo Ramírez. En pocas palabras, no hay alguien que sacuda el mapa electoral en el estado del sur. El único, claro está, es el coordinador de los senadores de Morena. Además de ello, todo esto se viene fortaleciendo cada fin de semana, especialmente ahora que “El Jaguar” tiene a su cargo la coordinación de la fracción mayoritaria. Eso ha ido abonando y, de paso, le dio más impulso en la carrera por la candidatura.
Algo similar pasa en Puebla. Si acaso el segundo lugar, todavía tiene que superar más de 10 a 12 puntos en las encuestas que han circulado. La ventaja de Alejandro Armenta es, por mucho, técnicamente insuperable a estas alturas que se avecina el proceso interno.
Por ello, y si se confirman las tendencias de las encuestas, el Senado de la República será el principal epicentro de los protagonistas para las candidaturas. Lo fue, por ejemplo, desde las elecciones intermedias del 2021; lo mismo en 2022 y 2023. De ese modo, se irán dando las demás candidaturas. Y como Alejandro Armenta y Eduardo Ramírez han jugado un papel clave en las reformas aprobadas, su protagonismo creció y, con ello, han llegado a la cúspide de los estudios de opinión pública. O sea, al ánimo de las mayorías en Puebla y Chiapas.