Lo que se observa a 100 días de gobierno son tres proyectos definidos, con objetivos muy claros y equipos muy bien estructurados que empezaron a implementar en la medida de lo posible las políticas definidas, hablamos de la parte de seguridad, con Omar García Harfuch, el regreso de las estancias infantiles de Calderón y la prudencia en el T-MEC de Ebrard.

Las políticas y medidas de seguridad empiezan poco a poco a generar resultados visibles con operativos y estrategias que han impactado al crimen organizado y fortalecido la presencia de las fuerzas de la seguridad pública, que empiezan a generar la confianza que la ciudadanía había perdido. Prácticamente en números de decomisos y detenciones, en cien días ya se superaron los seis años de abrazos.

En cuanto a la economía, el trabajo se nota en dos temas sustantivos de la agenda pública, la revisión del T-MEC y tratar de salvar a México del desastre de los duros de Morena y la herencia de AMLO que ha minado la estructura del tratado con las reformas al poder judicial y la desaparición de los organismos autónomos y; la otra, salvaguardar las políticas en materia de economía, que se convirtió en la única entidad que ha logrado generar confianza en el sector productivo, tanto nacional como internacional, y mantenido la expectativas de que en México existen verdaderas oportunidades de inversión desde el sector energético, manufactura y para el aprovechamiento del nearshoring, evitando una caída drástica de la inversión y de cierta forma, un colapso económico.

Los otros puntos, que con seguridad rebasan los cien, tienen que ver con el poder legislativo, el judicial y gran parte del gabinete.

En el poder legislativo los pleitos entre Morena y sus aliados son cosa cotidiana, todos contra todos, grupos que ven por sus intereses, que bloquean iniciativas y políticas de la presidenta o se brincan las trancas y se sacan otras de la manga para drenar los pocos recursos que quedan, como la iniciativa de reforma a la Ley del Infonavit.

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Ver la pelea entre Ricardo Monreal contra Adán Augusto o con Gerardo Fernández Noroña, los pleitos en la Cámara de Diputados entre los diferentes grupos parlamentarios de la alianza obradorista, los grupos de gobernadores que jalan por sus propios intereses políticos y económicos, donde lo que dejan ver es que nadie se respeta, cada uno con su propia agenda política y de gobierno, y en la mayoría de los casos, nada tienen qué ver con la oferta de campaña de la presidenta Sheinbaum.

La carga de las imposiciones

En el gabinete están los impuestos por AMLO, que obedecen sus instrucciones y manejan su propia agenda y otros, que no tienen ni la menor idea de lo que están trabajando, pero se golpean todo el tiempo: un secretario de relaciones exteriores que parece no estar consciente de su altísima responsabilidad en un contexto internacional sumamente complejo y convulso; una secretaria de medio ambiente ausente de la política medioambiental, uno de los pilares de la presidenta Sheinbaum, donde tiene sus ojos puestos para ver si en un futuro ocupa la secretaria general de la ONU., una secretaria de energía, que no puede despegarse de Tabasco ni de sus compromisos con AMLO y luego, otra buena parte del gabinete que responde a Andrés López Beltrán, el secretario general de Morena y quien pretende heredar el poder de su padre.

Los primeros 100 días de un gobierno son considerados cruciales porque en ese lapso se establecen el rumbo y los temas a los que se le dará prioridad, a través del establecimiento de la agenda; planificación estratégica; formación del equipo; relaciones institucionales y una implementación inicial para ejecutar las políticas prometidas y ajustar los programas existentes.

Expectativas y resultados

Aunque, efectivamente, estos elementos sientan las bases de un gobierno, el éxito depende de su correcta ejecución y adaptación a las demandas. En los primeros cien días se establecen prioridades y objetivos clave para el período, así como la planeación de estrategias, es decir desarrollar planes para abordar desafíos y oportunidades ya identificados.

Un segundo punto en estos cien días es la formación del equipo, la selección de funcionarios clave que serán responsables de implementar las políticas y programas y de cómo serán las relaciones con otros poderes del Estado, como el Congreso y el poder judicial y posicionar la dirección de las relaciones internacionales con otros países y con organismos internacionales.

Todo lo anterior va en función de lo que quizá es lo más destacado, la implementación de las políticas para alcanzar sus objetivos planteados, que es cumplir con lo que se comprometió durante la campaña electoral.

Estos cien días han sido muy difíciles y poco productivos, realmente nada que presumir y nada que nos permita vislumbrar para dónde caminará esta administración. Esperemos que no sea un muy mal augurio que termine en una crisis de gobernabilidad, o peor aún, en un Estado fallido.

X: @diaz_manuel