Así cómo me pareció esquizofrénico que en la Argentina los oficialistas hayan elegido como su candidato presidencial al ministro de economía, en la Ciudad de México me parece un disparate que el oficialismo postule como su candidata a la jefatura de gobierno capitalino a quien hasta hace poco se desempeñó por años como la alcaldesa de Iztapalapa.
Se tiene que ser cínico y desvergonzado para proponerle a la ciudadanía que se replicará en la CDMX lo que se ha venido alcanzando en la gran alcaldía del oriente de la capital.
Clara Brugada insulta a la inteligencia llamándole utopías a sus ocurrencias. Si algo no se vive en Iztapalapa es una realidad utópica.
Sumida en la pobreza, acaecida a diario por la delincuencia y flagelada constantemente por la violencia, Iztapalapa no es ni puede ser ejemplo a seguir en materia administrativa.
Me parece kafkiano que, en un contexto de escasez de agua, quien jamás pudo resolver este problema en su alcaldía, haga promesas de campaña para resolver esta terrible problemática en la Ciudad de México.
Brugada no tiene autoridad moral para pedir el voto chilango. Es por esto que se está aislando, que la están dejando sola.
Creo que los números en cuestiones de seguridad de Claudia Sheinbaum no fueron mejores por culpa de Iztapalapa.
Resulta increíble cómo se ha venido reflejando la polarización imperante en la capital del país. Desde los comicios federales intermedios, cuyo resultado dividió a la ciudad en dos polos políticos y sociales: el oriente y el poniente.
Es importante recalcar que la oposición se vio mayormente favorecida con esta polarización. Hoy en día la coalición opositora tiene más presencia en la CDMX que el oficialismo. Además, con excepción de Iztapalapa, el PRI, PAN y PRD se quedaron las principales alcaldías de la capital.
Por eso me pareció increíble la necedad de la cúpula oficialista que, necia en desentenderse de la realidad, le arrebató la candidatura al favorito de la candidata presidencial, Omar García Harfuch, quien sin duda hubiera roto con el patrón polarizador y hubiese obtenido votos en alcaldías donde Clara no recibirá voto alguno.
En cambio, la oposición sí entendió la fórmula. Por eso candidatearon una opción totalmente contrastante con la alternativa del oficialismo. En este caso, un hombre, rubio, de clase media, preparado, panista.
Si bien a mí en lo personal me hubiera gustado más un perfil como el de Salomón. No obstante, cada vez me siento más identificado con la candidatura de Taboada. Sobre todo, porque la de Brugada me repele.
No cabe duda que la oposición ganará en la Ciudad de México. Hecho que además le significarían buenas noticias tanto a Claudia como a Xóchitl. Ninguna de las dos quisiera compartir código postal con una Clara Brugada de jefa de gobierno, pues su incompetencia e inevitables yerros repercutirían de manera inexorable en la figura de quien acabe de presidente de México.