En la coyuntura del conflicto en la UNAM, de 1986, que estalló debido a la imposición de políticas públicas privatizadoras (aumento de cuotas y eliminación del pase automático, entre otras medidas) durante la rectoría del doctor Jorge Carpizo, se dio la emergencia de un movimiento estudiantil que rechazó esas medidas y que se colocó en defensa de la educación pública. Algunos de las y los líderes estudiantes de ese movimiento eran representantes ante el Consejo Universitario de la máxima casa de estudios.
Ese fue el contexto en el que subió al escenario político el Consejo Estudiantil Universitario (CEU). El CEU contaba con dirigentes estudiantiles comprometidos con la universidad y con el sentido público de la educación superior. Pero también ese movimiento se nutrió de jóvenes, hombres y mujeres, destacados académicamente en sus respectivas facultades y escuelas, pero con clara orientación progresista y de izquierda.
Al calor del conflicto, el CEU demandó la instalación de una mesa de diálogo público con las autoridades universitarias que, por cierto, fue una demanda parecida a la que hiciera justamente el movimiento estudiantil de 1968. Claro, la diferencia era grande: El CNH del 68 demandaba diálogo público con el gobierno federal en su pliego petitorio en un contexto de alta represión gubernamental.
El diálogo público se llevó a cabo. Así mismo, la organización de las brigadas, la elección de representantes en la escuelas y facultades, así como la estructura de las asambleas, por facultades o escuelas, centros o institutos, a las que se les ha identificado como prácticas democratizadoras (por su horizontalidad) de las escuelas públicas de nivel superior.
Posteriormente, entre 1987 y 1990 se dieron los preparativos y la realización del Congreso Universitario que representó el primer gran ejercicio de democratización y revisión profunda de los fines de la UNAM del siglo XX y rumbo al XXI. A ese conjunto de hechos le llamo simplemente, “clases de democracia”.
Esa es la semilla de donde surge o de donde viene Claudia Sheinbaum, es decir, del movimiento social democrático. Ello, además, de la formación académica en la que se desarrolló, desde el CCH Sur, luego en la Facultad de Ciencias y más tarde en la Facultad de Ingeniería de la misma UNAM. A eso hay que agregar el contexto familiar en el que se cultivaban las actividades científicas sin olvidarse del compromiso social y la lucha sindical universitaria.
Antier, Claudia Sheinbaum ganó la presidencia con más de 30 puntos porcentuales de diferencia con respecto al segundo lugar, según los datos del conteo rápido del INE. Pero hay que precisar: no lo hizo sola. Lo logró gracias al movimiento social que hay detrás y que fue encabezado por Andrés Manuel López Obrador, cuya base popular es cada día más amplia y diversa.
Sin duda, el del domingo pasado fue un triunfo histórico por parte de la candidata de la coalición “Sigamos haciendo historia” (partidos Morena, PT y Verde Ecologista), sin precedentes y con una enorme legitimidad popular, en un contexto de elecciones libres y democráticas.
Decir que esta elección es o ha sido una “elección de Estado” (supuestamente todo el aparato estatal fue movilizado a favor de una candidata) carece de un argumento central: ¿el poder judicial, que es parte sustancial del Estado, también fue movilizado o manipulado?
En su primer discurso tras el anuncio oficial de su triunfo, Claudia hizo un reconocimiento a la pluralidad política, a la búsqueda de la paz y al reconocimiento de un sector que, aunque no coincide políticamente con el proyecto de nación que abandera, es referente importante para el futuro gobierno. Pienso, en fin, que estos son algunos aspectos relevantes o a destacar del discurso de Claudia Sheinbaum durante esa noche histórica del 2 de junio. ¿Qué hemos aprendido de ello?
Lecciones de la democracia mexicana 2024
La república de las redes, como “X” (Twitter), no es representativa de la realidad política de nuestro país; no es igual a la república de los votos tangibles depositados en las urnas.
La comentocracia y los in-tele-ctuales que añoran a las políticas públicas neoliberales están en plan de no reconocer la derrota. Se pone al desnudo su talante antidemocrático.
En Televisa, Aguilar Camín reconoció implícitamente la derrota del PRIANRD en la presidencial, pero, en su lógica tendenciosa, señaló al proceso como “ilegítimo” por la intervención de AMLO en las mañaneras. Berrinche monumental del líder del grupo Nexos. El TRIFE dictaminará a favor de CSP.
El pueblo de México, en su mayoría, antier, dio clases de democracia. Las y los que dicen que antier el pueblo se equivocó en las urnas, demuestran que no han entendido nada, nada. Me recuerdan a aquel conductor que se metió en sentido contrario al circuito interior y que gritaba: “cuánta gente equivocada que no sabe manejar”...
Ojalá que el INE no permita más la participación de casas encuestadoras patito como Massive Caller y México Elige, en procesos electorales futuros...
Si las y los dirigentes del PRD fueran demócratas y dignos, ya hubieran renunciado desde ayer en la noche; lo mismo los líderes del PRI y del PAN, porque son un fraude consumado para la militancia y simpatizantes de sus organizaciones políticas... Al no renunciar, se hunden más.
Futurismo político: de seguir estos mismos dirigentes de la oposición política mediocre y de la “sociedad civil” rosa, Morena y aliados políticos tendrán asegurado el triunfo en las siguientes elecciones constitucionales de 2027, 2030, 2033 y 2036...
Uno de los paralelismos democráticos y progresistas entre el actual gobierno de Chile y el próximo gobierno de México es que sus actores, hoy líderes nacionales, fueron protagonistas de la lucha estudiantil en contra de las políticas neoliberales aplicadas al sector educativo.
Desde hoy inicia el período de la autocrítica y de los análisis exigentes, rigurosos, tanto para ganadoras como perdedoras de esta singular contienda electoral 2024.
La tarea inmediata de la oposición política en México es estudiar y tratar de comprender por qué la mayoría del pueblo mexicano votó a favor de dar continuidad al proyecto transformador de la vida pública del país. El primer paso para ello, es reconocer la decisión de la mayoría.
En su discurso no escuché, de parte de la candidata presidencial perdedora en esta contienda electoral, 2024, un reconocimiento al pueblo de México, que eligió mayoritariamente dar continuidad al proyecto de nación de la coalición “Sigamos haciendo historia”.
Será necesario que, durante este sexenio próximo, 2024-2030, se repiensen y rediscutan a fondo los contenidos gerencialistas y de corte neoliberal que quedaron plasmados en la constitución y LGE durante la reforma de 2019. Y que se valore la conveniencia de modificar el marco legal.
La lucha del CEU entre 1986 y 1990, en la UNAM, por la defensa de la educación pública habrá de retomarse y reactualizarse en la actual coyuntura en la que, una de sus líderes más lúcidas, está en la posición política más alta de la república.
¡Es tiempo de las mujeres! Ciudadanas, candidatas, árbitras electorales, funcionarias públicas, militantes, simpatizantes... ¡Qué bien por un México de mujeres empoderadas! ¡Buen tiempo para nuestro país!
Las dirigencias de los partidos políticos en México, hoy, están encabezadas por varones. Es tiempo en que esas posiciones también sean ocupadas por mujeres.
Estos 90 días, y los que siguen, son y serán jornadas para participar en las clases de democracia.
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