Empecemos con algunas expresiones de pensadores conocidos sobre la globalización. Las he tomado de un sitio de internet especializado en el tema:
1. “Uno puede estar a favor de la globalización y en contra de su rumbo actual, lo mismo que se puede estar a favor de la electricidad y contra la silla eléctrica”. Lo dijo Fernando Savater.
2.- Claro está, la globalización muy bien puede ser, y muchas veces lo es, la terrible silla eléctrica para algunas naciones. No le faltaba razón a Paulo Freire: “El discurso ideológico de la globalización busca ocultar que ella viene robusteciendo la riqueza de unos pocos y verticalizando la pobreza y la miseria de millones”.
3.- Pero, guste o no, cito ahora a Mario Vargas Llosa, la globalización es “un fenómeno del que nadie puede apartarse”.
4.- Ernesto Sabato dijo: “Al parecer, la dignidad de la vida humana no estaba prevista en el plan de globalización”.
Seguramente es verdad lo afirmado por Sabato, pero los planes pueden ser modificados en los detalles que importan porque, citemos ahora a un filósofo, Nietzsche, que no reflexionó sobre lo que hoy conocemos como globalización, pero sí sobre cuestiones más profundas: “Donde hay vida, allí hay voluntad de poder”.
Con realismo debemos aceptar que, por el momento, no podemos eludir la globalización. Lo que sí podemos, si nos lo proponemos, es evitar sus consecuencias más dañinas.
Dijo Bertrand Russell: “La historia del mundo es la suma de aquello que hubiera sido evitable”. Evitemos, pues, lo que nos perjudica y que, sin ingenuidades, si lo intentamos podemos evitar.
No voy a criticar al presidente López Obrador por no haber acudido a cumbres globales de los y las gobernantes de los países más importantes. Andrés Manuel prefirió concentrar su atención en los problemas de la política interna, y quizá hizo lo correcto. La historia lo juzgará.
Pero, para todas las naciones, vienen tiempos mucho más complejos que los actuales. Ayer tuvimos un aviso: los temores de una recesión en Estados Unidos y la posibilidad creciente de una guerra catastrófica en Medio Oriente generaron problemas económicos en todo el mundo, México incluido.
¿Podemos evitar que la globalización nos golpee tanto cada vez que se presenten situaciones de conflicto políticas o económicas en otros lugares? Al menos podemos, y debemos, intentarlo. Nuestra presidenta, entonces, debe estar ahí cuando se le convoque a las cumbres globales. Ahí, en efecto, donde los y las líderes toman las decisiones que afectan a toda la humanidad.
Andrés Manuel no lo hizo, y se le respeta. ¿Claudia debe actuar de la misma forma? Veamos lo que dice la gente en el ClaudiaMetrics. Antes de hacerlo, porque viene al caso, mencionaré un texto de Jesús Silva-Herzog Márquez, publicado en Reforma.
Sin duda, Silva-Herzog Márquez es buen analista, aunque coincida demasiado con la oposición y demasiado poco con la 4T. Ayer él publicó en el diario de la familia Junco un artículo sobre Claudia Sheinbaum… ¿Sobre? Más bien contra Claudia Sheinbaum.
No estoy de acuerdo con las descalificaciones hacia Claudia, pero doy valor a un argumento de Silva-Herzog: que si Sheinbaum es “la abanderada de la continuidad” porque “sinceramente coincide” con López Obrador, en algún momento debería imprimir su propio tono: “Una nota propia, una pista personal de prioridades”.
Esto lo analizaré en mi comentario sobre el tracking diario ClaudiaMetrics hoy en el noticiero de Sergio Sarmiento y Guadalupe Juárez en El Heraldo Radio.
En las mediciones del ClaudiaMetrics resulta clarísimo que la gente aprueba la continuidad entre López Obrador y Sheinbaum.
En la primera parte del tracking, realizada durante 19 días, en todo momento más del 70% de la gente aprobó la forma en que, en unidad, han llevado la transición Claudia y Andrés Manuel.
Y también más del 70% aprobó el gabinete de Sheinbaum, en el que hay suficientes personas del equipo de López Obrador.
Ni hablar, Claudia arrasó en las elecciones porque apostó a la continuidad, con algunos cambios, de la 4T. Esto nadie lo discute. Pero la oferta, no lo olvidemos, fue de continuidad con cambio.
¿Qué debe cambiar la presidenta? ¿Qué tono distinto debe ser el de Claudia en el gobierno? ¿Qué nota propia debe dar Sheinbaum? ¿Cuáles deberían ser las prioridades personales de la gobernante de México en el periodo 2024-20230?
En la segunda parte del ClaudiaMetrics hay indicios de cuál es el tono distinto que la gente espera de Claudia: más del 70% opina que ella, sin modificar la esencia de la política externa de la 4T, debe hacer lo que Andrés Manuel no hizo.
López Obrador nunca acudió a cumbres globales de gobernantes. A juzgar por las primeras respuestas del nuevo ClaudiaMetrics, la sociedad mexicana piensa que Claudia debe actuar de otra manera: estar en las cumbres mundiales, como la del G20 del próximo noviembre en Río de Janeiro, Brasil. No es un evento menor la reunión de los y las gobernantes de las 19 naciones más importantes del mundo y la Unión Europea.
Por su biografía, por haber pasado cuatro años de su vida académica en uno de los centros de investigación más importantes del planeta, por haber participado en proyectos fundamentales de Naciones Unidas sobre el cambio climático, no debería costarle mucho trabajo a Claudia tomar la decisión de obedecer a la gente, y darle un tonalidad distinta a la misma política exterior de AMLO.
Los problemas económicos de ayer no los causó nadie en México, sino complejas situaciones globales. La gente encuestada en ClaudiaMetrics entiende que Sheinbaum no debería rechazar el diálogo cara a cara con líderes de clase mundial que arreglarán o empeorarán las cosas.
México, representado por Claudia, debe estar ahí, donde todo se decide. Y por supuesto contribuir para evitar lo que sí es evitable: que la globalización genere tanto daño a naciones como la nuestra.