A los amigos hay que tenerlos cerca, a los enemigos, más, dice un dicho. También se dice que no hay enemigo pequeño, y si esto lo ponemos en el contexto de la incertidumbre que hemos vivido a nivel global con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos el pasado mes de enero, entenderemos que a la presidenta Sheinbaum le convenía, si no ser amiga de Trump, al menos llevar una sana relación con el magnate que gobierna el vecino país del norte.

La tarea parecía difícil, por no decir imposible.

Donald Trump llegó al poder para desatar su furia en contra de los migrantes hispanos que habitan en territorio estadounidense, prometiendo deportarlos, pero además, llegó con la amenaza de imponer aranceles del 25 por ciento a México y Canadá, amenaza que cumplió el pasado sábado.

Trump es megalómano y esto es preocupante.

Imagínense a un megalómano al frente del país más poderoso de América. Pero en México, pese a los días de incertidumbre que hemos vivido, la presidenta Sheinbaum sacó la casta y con toda dignidad ha manejado lo que podría llegar a ser una de las más graves crisis que hemos tenido como país.

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Claudia ha sido astuta, decidida, inteligente y optimista. Sobre todo es una mujer valiente, que se perfila como la más grande heroína de la historia moderna de México, sin exagerar, porque ha defendido a su país sin bajar la mirada. No cualquiera se avienta ese trompo a la uña.

Este lunes 3 sostuvo una conversación con Donald Trump y que éste pausó los aranceles contra México por un mes. A cambio, pide al gobierno de Sheinbaum compromisos de seguridad y migración.

El acuerdo al que llegaron ambos gobiernos nos beneficia a todos: México mandará a la frontera 10 mil elementos de la Guardia Nacional para frenar la migración y el fentanilo. Incluso Claudia le comentó a su homólogo estadounidense de las campañas contra el consumo de drogas que se ha implementado en las escuelas y Trump lo agradeció y le pidió que se la enviara. El magnate cedió.

Podríamos ser optimistas y pensar que Donald olvidará el tema de los aranceles con el paso de los días y que Claudia, con su carácter firme y amable logrará darle largas a este problema, pero no hay que cantar victoria aún. Con gente como Trump nunca se sabe, aunque hasta hoy, Claudia ganó el primer round.

Mi abuela, que fue inspiración para nosotras en la familia, nos repitió hasta el cansancio: Una mujer se arrodilla solo ante Dios y se planta de pie frente a los hombres, de igual a igual, sin bajar la mirada o te carga Judas.

Muy lejos está Trump de ser un dios, aunque su megalomanía le haga pensar lo contrario, pero México, representado por Claudia, no se arrodilló ni lo hará jamás.