“Es evidente que existen otros mundos, eso seguro; pero, como ya he dicho muchas veces, esos otros mundos están en el nuestro, residen en la tierra.”

SALVADOR DALÍ

“Y el pueblo se inclinó y oró

Al dios neón que hicieron

Y el cartel mostró su advertencia

En las palabras que se estaba formando

Entonces el cartel decía: ‘Las palabras sobre los profetas están escritas en las paredes del metro.

En las casas de vecindad’.

Y susurró en el sonido del silencio.”

PAUL SIMON

Ella trabaja —y bastante— para construirle el segundo piso a él. Ella no se suicida, sino se sacrifica; probablemente sin saberlo, eso sí. Pasar la reforma judicial, como pretende López Obrador, es el acto de quien va al matadero, semi atada, pero contenta y convencida, sin que se haya enterado de lo que López Obrador le tiene reservado. Se dirige feliz, va a inmolarse y ni en cuenta.

Y no únicamente porque la reforma al Poder Judicial sea el arma (mala, antidemocrática, falsaria) con la cual el mandatario terminará sacrificándola. El asunto va mucho más allá: todo esto le permitirá a Andrés Manuel evitar que ella rinda protesta y materialice su gestión. Claudia está cimentando el camino para que López Obrador tenga como excusa mantenerse en el poder a partir del primero de octubre, cuando él —de pronto y de manera estratégica—, ya que esté a punto de dar su último suspiro el aparato judicial, los pesos y contrapesos del Estado, en el momento más delicado para la nación, decida llamar a sus huestes (y a los empresarios y a los sindicatos y a los legisladores y a los siervos de la nación y a la administración pública y a la misma clase media y a la trabajadora) para que den marcha atrás.

Será Claudia Sheinbaum la que ejecute el golpe de Estado contra el Poder Judicial, pero es él quien va a usufructuar la inestabilidad social que esto generará. De hecho, eso es lo que explica la urgencia de la reforma y el súbito endeudamiento en las arcas nacionales. Sí, la incertidumbre social debe ocurrir a más tardar el 30 de septiembre en los planes del tabasqueño. Claudia Sheinbaum se está sacrificando y nadie se lo hace ver; es más, los legisladores morenistas la empujan y la vitorean. Ella resolverá el breve interregno, para que López Obrador continúe gobernando. Los millones de votos que obtuvo no le ayudarán a ella sino a él para intentar regresar las aguas a su cauce, lo cual implica alargar su estancia en la Presidencia. Las instituciones que podrían apoyarla —el INE, el TEPJF, la SCJN— estarán de capa caída. No intercederán por ella.

Claudia confía ciegamente en López Obrador, en su “colmillo” y en su quehacer político. Sigue creyendo que todo lo que él hace o quiere hacer es porque busca que ella dé, o al menos aprenda a dar, un fuerte manotazo con el cual iniciar su gestión.

Que el golpe a la mesa consistente en disolver el Poder Judicial es para hacerla fuerte a ella. Nada más lejos de la verdad.

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Esto que ocurre no es por ella ni para ella; el presidente no la está preparando para gobernar. La está usando y la va a cebar.

Les pido presten atención a qué secretarías, de lo que sería el gabinete de Claudia, define Andrés Manuel. ¿Será acaso la Sedena? ¿La Marina? ¿Hacienda? ¿Gobernación?…

La reforma al Poder Judicial y la pugna por la sobrerrepresentación en el legislativo no son solo instrumentos para concentrar todo el poder en una persona; son trampas para que sea ÉL la persona donde se concentre todo el poder cuando el pueblo le pida interceder y calmar la tempestad que se haya generado en el país. Importante diferencia.

Claudia Sheinbaum ni remotamente puede suponer —ya no digamos aceptar— que López Obrador la vaya a traicionar. Hace mal en no contemplar la posibilidad de que sea él quien se quede sentado donde está ahora y ella con un palmo (35 millones) de narices.