Uno creería que por simple sentido común, vamos, por simple instinto de autoconservación, los “opinólogos” de derecha se guardarían sus comentarios clasistas y racistas ante la dura realidad de 35 millones de votos.

Pero no. Claudia Sheinbaum, virtual presidenta electa de México, no solo ganó, arrasó con lo que podrían ser decenas de millones de votos. ¿Y cuál es la reacción de los “comentaristas”, “opinólogos” y “pseudointelectuales”?

Lo mismo. Hablar de “dádivas”, de “la fila de las tortillas”, de que “nos volvimos a poner las cadenas” y hasta de que no somos “ciudadanos”.

La victoria de Claudia Shéinbaum no solo fue un referéndum para la continuidad y eventual expansión de la 4T, sino un repudio a esta oposición fracasada, racista y clasista, que se dedicó únicamente a obstaculizar, insultar y sabotear los pasados cinco años y medio, insuflados de una inexistente superioridad intelectual, moral y estética y que ahora ha quedado en la irrelevancia, prácticamente extinta.

Mi primera impresión antes de los resultados avasalladores de este domingo es que el gobierno de la doctora Sheinbaum sería relativamente difícil ante el constante golpeteo de lo opositores, pero están tan atomizados y desorganizados que difícilmente, salvo que ocurriera catastrófico, serán capaces de recuperar el poder en seis años, aún con su plan de formar otra agrupación política de extrema derecha.

Sigan así, sin entender, insultando, denostando. Únicamente están asegurando la continuidad de la 4T durante décadas.