Existe la Guía ética para la transformación de México. La redactaron personas cercanas al expresidente Andrés Manuel López Obrador, a saber: Enrique Galván Ochoa, Pedro Miguel, José Agustín Ortiz Pinchetti, Jesús Ramírez Cuevas, Margarita Valdés González Salas y Verónica Velasco Aranda. Cito el primer párrafo de esa pequeña obra:

  • “El comportamiento apegado a normas éticas es indispensable para vivir en armonía con nuestra conciencia”.
  • “En cambio, el abandono de tales normas conduce más temprano que tarde a las conductas antisociales, al desprecio a la ley, a la destrucción de la paz”.

En nuestra historia, Benito Juárez es el paradigma de comportamiento apegado a normas éticas. Porfirio Díaz representa el ejemplo más lamentable del abandono de tales normas. Ambos fueron juristas. Los dos llegaron a la corte suprema, aunque el segundo, por irresponsabilidad —le valió absolutamente pura chingada—, jamás ejerció el cargo.

Había escuchado, de fuente confiable, una exigencia de Claudia Sheinbaum a su equipo de trabajo sobre la implementación de la reforma judicial: Asegurarse de no entregar a juristas identificados con Morena la mayoría de las candidaturas a la judicatura.

“Quiero Benitos Juárez en la corte suprema”, me dijeron que dijo la presidenta en privado. No confirmé tal información con nadie porque no tengo demasiado acceso a quienes entran y salen de Palacio Nacional, pero probablemente mis fuentes no me mintieron: ayer, en San Luis Potosí, Claudia así lo expresó:

“Queremos muchos Benitos Juárez en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Queremos que el pueblo de México esté representado en el Poder Judicial para erradicar la corrupción y los privilegios”.

Presidenta SHEINBAUM

Juárez fue un extraordinario estudioso del derecho. Anoto enseguida parte de su biografía —cito un artículo del historiador Enrique Krauze publicado en los diarios del Grupo Reforma y reproducido en su propia página de internet el pasado 4 de agosto—:

Las columnas más leídas de hoy
  • 1828.-Juárez estudia jurisprudencia.
  • 1831.- Entra a la práctica en el bufete del licenciado Tiburcio Cañas.
  • 1834.- Magistrado en Oaxaca.
  • 1839-1840.- Práctica privada de la abogacía.
  • 1841.- La Corte de Justicia del estado lo nombra juez.
  • 1844.- Fiscal segundo del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca.
  • 1852.- Catedrático de derecho civil.
  • 1853.- Una anécdota en el destierro en Nueva Orleans: “Invitado por un tribunal norteamericano… la corte acogió su opinión con aprobación unánime y el consultante fue fervorosamente elogiado”. En el destierro repasa sus libros de Derecho: “De las 5 de la mañana hasta las 8 de la noche se encerraba con sus libros: el Derecho constitucional” (Krauze toma tales palabras de Juárez y su México, de a Ralph Roeder, FCE, 1972).
  • 1855.- Ministro de Justicia.
  • 1857.- Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Ojalá muchos Juárez lleguen a la nueva corte suprema. Claro está, que se cumpla el deseo de la presidenta Sheinbaum dependerá, en primer lugar, de los comités de evaluación de candidatos y candidatas a ocupar los cargos de jueces, juezas, magistrados, magistradas, ministros y ministras.

Después de oficializadas las candidaturas, la decisión será del pueblo.., si todo sale bien. En efecto, la elección de las y los mejores juristas corresponderá a la gente que acuda a las urnas a votar, en un ejercicio que se ve complicadísimo y que podría no ser exitoso: las cosas como son.

Porfirio Díaz también estudió derecho —fue alumno del mismísimo Benito Juárez y no llegó al extremo del plagio académico, como otra. El 24 de abril de 1883 el Congreso de la Unión lo nombró magistrado número uno de la corte suprema, pero nunca ejerció el cargo.

No sería deseable que llegara ni un solo Porfirio Díaz —esto es, gente sin ética— a la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación. ¿Cómo se evitará?

Supongo que tienen algo así como pase automático a las candidaturas para la corte suprema las tres ministras cercanas a Morena que no renunciaron al cargo, Loretta Ortiz Ahlf, Lenia Batres Guadarrama y Yasmín Esquivel Mossa.

En el proceso electoral llevarán ventaja las tres, por conocidas naturalmente, pero también —y sobre todo— por su reconocida identificación con la 4T y con el siempre muy popular AMLO.

Una pregunta a la presidenta Sheinbaum. Si, como me dijeron, desea evitar que al nuevo poder judicial lo invada una mayoría de morenistas, ¿no valdría la pena vetar de alguna manera a dos de las tres ministras mencionadas? Un solo mensaje de la presidenta bastaría para que retiraran sus aspiraciones. La gente dedicada a la política suele ser disciplinada inclusive hasta la ignominia —las cosas como son—.

El mejor currículo de las tres es el de Loretta. Académica buena parte de su vida, durante casi 10 años fue directora del departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana.

¿El peor curriculum vitae del trío de ministras morenistas? El de Yasmín: plagió dos tesis profesionales, la de licenciatura y la de doctorado. Lo más espantoso es que, con influencias en tribunales, ha impedido a la UNAM dar a conocer su veredicto sobre el primero de tales plagios. Una vergüenza, un insulto a Benito Juárez.