Claudia Sheinbaum es la ganadora en el proceso de Morena. Será la candidata de su partido. Un año entero estuvo arriba en todas las encuestas serias del país. Incluso en algunas internacionales. Nunca bajó, sino acrecentó su ventaja en las últimas semanas. No hay ninguna duda del resultado.

Marcelo Ebrard al ver que ningún número lo favorecía, desde el martes 5 de septiembre, un día antes de que se dieran a conocer los resultados, empezó a maquinar una campaña para “reventar” el proceso de Morena; contrató tuiteros de oposición para empezar a circular rumores y hasta datos falsos en donde se decía que iba arriba en los conteos cuando todavía no se abría ni un solo paquete (estos se empezaron a contar hasta el día 6 de septiembre a las 15 horas). Algo planeaba el ex canciller.

Hoy rompió con su partido, llamó cobardes a sus dos más grandes dirigentes, Alfonso Durazo y Mario Delgado, y se inventó golpes de policías a su equipo. Al final tachó a Morena de actuar como el PRI y se negó a ir a la entrega de resultados. Con esto, Marcelo, dio el banderazo de salida a toda la comentocracia que está con el Frente Amplio Opositor para empezar a hacer grandes las palabras de Marcelo Ebrard. Leo Zuckeman, Eduardo Ruiz-Healy, Juan Ignacio Zavala, Roberto Madrazo, Guadalupe Acosta Naranjo, Manuel Díaz, Adela Micha, Chumel Torres, por mencionar algunos; fueron los que se la pasaron repitiendo las palabras de Ebrard, escandalizados de un proceso en el que Marcelo NUNCA siquiera recortó un solo punto.

Marcelo Ebrard, está dilapidando el capital, poco o mucho, que le quedaba dentro de Morena. El ahora perdedor del proceso, le está haciendo el juego al Frente Opositor que quiere destruir todo lo logrado en la 4T y no tiene ningún empacho ni vergüenza en jugar ese papel.

“Si no soy yo, no es nadie” fue la manera de pensar de Ebrard y su equipo y ahora trabajan abiertamente en querer desprestigiar a Morena.

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Claudia Sheinbaum está muy por encima del papel digno del basurero de la historia de su contrincante en el proceso interno de Morena. Una mujer digna que nunca entró a jugar a las descalificaciones por más que Ebrard lo intentó. Una mujer que tiene claro el papel que juega dentro de la cuarta transformación iniciada por Andrés Manuel López Obrador. Estas son algunas de las razones por las cuales el berrinchudo nunca tuvo posibilidad de liderar al movimiento en esta nueva etapa post AMLO.

Marcelo solo tiene una salida para recuperar algo de la dignidad que tuvo: aceptar que quiere destruir a Morena y al movimiento que alguna vez le dio todo. Si juega al caballo de Troya, va a terminar como un pie de página de los libros de historia de México.