En ocasiones hay ventajas, aunque también desventajas de anticiparse a una elección electoral, máxime cuando se trata de la Presidencia de la República y la silla que dejará vacía el mandatario, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). De hecho, él mismo decidió adelantar el proceso en la primera mitad de su sexenio y, hasta este momento, todo lo que gire alrededor de los aspirantes más fuertes repercute.

Al mismo tiempo, las encuestas dado el clímax que generó López Obrador desde la tribuna de la mañanera han sido, hasta este instante, el pan de cada día.

Se combinó la narrativa del presidente y, por supuesto, los reflectores se cargaron a cada uno de los perfiles más atractivos para competir en la elección interna de Morena en vísperas de que se llegue el tiempo preciso.

Es muy fácil ir generando expectativas, pero, de igual forma, es muy prematuro ir anticipando un escenario cuando, incluso, falta muchísimo tiempo para que, el asunto, vaya tomando auge.

Durante estos últimos días han circulado encuestas que han arrojado datos que, en este plano, han resultado novedosos.

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La prensa recurre a especular o, tal vez, afirma un futuro que está lejos. Fomentar un escenario de esa naturaleza tiene sus riesgos; en primera, los datos pueden variar. O, como suele ocurrir en algunas ocasiones, los perfiles se desgastan si no mantienen un nivel competitivo. Es lógico.

Dado que la sucesión está adelantada, hay riesgo de que sucedan muchas cosas o, quizá, cambie la perspectiva. A pesar de que muchos se apoyan en las encuestas; estas metodologías nos han demostrado que, ante una competencia de esta naturaleza, las cifras pueden girar aceleradamente.

Por un momento me rehusé a pensar esa situación, pero cuando fui testigo del caso particular de Samuel García en Nuevo León, pienso que cualquier aspecto puede influir para que la moneda cambie el destino.

Las tendencias pueden revertirse, máxime cuando faltan más de dos años. Usted imagine que cantidad de eventos o tropiezos puede tener un aspirante.

La competencia está muy adelantada y, al final, las encuestas no pueden ser muy útiles o, tal vez, no influyen en el desenlace final cuando, por delante, el mecanismo de selección puede modificarse. Será muy interesante seguir de cerca el comportamiento de Claudia, Ricardo y Marcelo.

Ellos tres son los únicos perfiles que competirán en la elección interna de Morena. Y, de todos ellos por su capacidad y madurez, el más experimentado es Ricardo Monreal -al reconocerse su experiencia y sagacidad, en otras palabras, todos tiene sus cualidades y aptitudes, pero, en un plano de eficiencia y oficio, el zacatecano- siempre lo he dicho, ha manifestado una habilidad dominante para resolver situaciones, incluso, para llegar a acuerdos.

De ese poder político están conscientes todos los aspirantes, incluso en la misma oposición que ven a Ricardo como un gran competidor en Morena. Habría que tomar en cuenta eso de cara a los meses posteriores.

La política es el arte de lo posible. Asimismo, la encuesta solo refleja datos que quizá motiven a los suspirantes, pero, en la realidad, solo son números que pueden revertirse cuando el proceso tome un nivel más sólido que puede llegar a impactar más y penetrar en la opinión pública.

Al ser -desde este momento una sucesión adelantada- suele haber especulaciones, sin embargo, la verdadera batalla electoral será, en todo caso, cuando se llegue la previa de 2023. En ese tiempo, veremos el mejor nivel de los aspirantes; asimismo, las alianzas o coaliciones que, llegado el instante, serán una herramienta estratégica.

Asimismo, otros elementos serán determinantes y decisivos como la capacidad de cohesión; los amarres internos también serán, como suelen suceder, un gran aliciente; de igual forma habrá aliados que, desde este momento, comienzan a delinear su posición; sin embargo, influirá la destreza de construir una candidatura con liderazgo y autoridad.

Tal como lo he expuesto en otras columnas de opinión: el perfil que más encuentro idóneo para abanderar a Morena en 2024, es sin lugar a dudas Ricardo Monreal.

Si me preguntan por qué, creo desde mi concepción que es, hasta este momento, el actor que más claro tiene sus objetivos. Se ha dado la oportunidad de expresar lo que siente y piensa; su lenguaje es muy fino e inteligente al instante de contestar y esto es, en una fase coyuntural decisiva, clave para ir construyendo una candidatura.

Es cierto que en esa baraja de presidenciables transitan Claudia, Marcelo y Ricardo; empero, sí hay alguien que puede revertir cualquier pronóstico y escalar a la cima, es evidentemente el zacatecano. Dice el dicho que ¡más sabe el diablo por viejo que por diablo!

Javier Lozano en Twitter: @JavierLozanoMor