Alguien atacó ayer en la mañanera de manera burda y vulgar a la esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador. No, no fue ningún periodista o reportero. Tampoco alguien de su gabinete. No fue Jesús Ramírez Cuevas. Fue el propio presidente de México, al exponer lleno de ira un tuit de un personaje que aún no sé en donde radica su peso como para exponerlo en la conferencia de prensa diaria: tiene pocos seguidores en Twitter y por supuesto que no es uno de los científicos señalados en la investigación de la FGR; es, digámoslo así, un ciudadano más.
No estoy de acuerdo en la formas, en el insulto y repruebo el odio con el que fue escrito ese tuit; no creo que haya sido un mensaje aceptable pero de ahí a que el propio presidente lo usara para señalarlo en una especie de venganza o amenaza me parece reprobable.
Ahora bien, en ningún fragmento del propio tuit aparecen los nombres ni de Beatriz Gutiérrez Müller ni del presidente AMLO. Entonces, ¿por qué asumir que se refería a ella y a él ?
Haberlo hecho de este modo es claramente haber aceptado que en México a Beatriz se le conoce como Zopilota y que a él se le ofende.
En esta falta de control de impulsos del presidente y manejo de la ira, expuso a su esposa a la burla y al chacoteo a nivel nacional. AMLO no protegió la investidura presidencial al leer en Palacio Nacional un tuit tan soez y vulgar, ni tampoco protegió a su esposa Beatriz.
El presidente se a vuelto contra sí mismo y está perdiendo el control de sus emociones . Y eso , es muy peligroso para una nación .