El 4 de agosto, unos sicarios asesinaron a sangre fría a Alejandro Martínez Noguez, el Hijo del Llanero Solititito, en Celaya, Guanajuato, donde la vida no vale nada. Mi solidaridad con sus familiares, colaboradores, amigos y seguidores. Un nombre más se agrega a la lista de la infamia.
Malditos, mil veces malditos, los canallas y cobardes que mataron a este querido y reconocido periodista en uno de los municipios más castigados por la violencia y la inseguridad.
Una de las prioridades de Claudia Sheinbaum debe ser garantizar el ejercicio libre del periodismo y la libertad de expresión. No hablo de mantener las conferencias mañaneras en su nueva versión, sino de salvaguardar este derecho como una función de Estado, no únicamente como una política de gobierno.
Dirán que hoy, como nunca, hay libertad de expresión en México, que en las “benditas” redes sociales pueden expresarse libremente no sólo los periodistas, sino cualquier persona. Esto es parcialmente cierto. Internet, con sus medios digitales y redes sociales, hace imposible la censura como la conocimos a finales del siglo pasado, lo cual, sin duda, es un avance notable.
En los 24 años de este siglo, las amenazas principales a la libertad de expresión están en los asesinatos, desapariciones y secuestros de periodistas y comunicadores. Como sociedad, no hemos dimensionado que en dos décadas y media, de acuerdo con Artículo 19, se han asesinado a 167 periodistas y comunicadores en posible relación con sus labores: 155 hombres y 12 mujeres. Tres en el último año de Ernesto Zedillo, 22 en el gobierno de Vicente Fox, 48 con Felipe Calderón, 47 con Enrique Peña Nieto y, espero, que solo 47 con Andrés Manuel López Obrador.
Este recuento convierte a México en el país, sin conflicto bélico, más peligroso del mundo para el ejercicio del periodismo. Lo que no se quiere aceptar es que la estúpida guerra al narco que declaró Felipe Calderón sigue y uno de los gremios más afectados somos los periodistas, columnistas y comunicadores.
En el gobierno de López Obrador se desplegaron políticas para la protección de periodistas y comunicadores, pero a la luz de los resultados, se logró muy poco. Equivocadamente pensé que los integrantes del equipo de López Obrador que habían sido periodistas, encabezados por Rosa Icela Rodríguez, se pondrían del lado del gremio al que pertenecieron. No fue así, optaron por el poder. ¡Lástima!
¿Qué ventana de esperanza se abre con la llegada de Claudia Sheinbaum? Es obvio que su simple llegada al poder no solucionará este problema. Pero puede mejorar la prevención y protección de la labor periodística y acabar con la impunidad. Primero, revisar y mejorar los protocolos de protección. Segundo, revisar al menos las 47 carpetas de investigación de los periodistas y comunicadores asesinados en esta administración.
Ojalá que Omar García Harfuch, próximo secretario de Seguridad, y Rosa Icela Rodríguez, próxima secretaria de Gobernación, se pongan las pilas. Que García Harfuch actúe en cada caso como lo hizo en el atentado contra Ciro Gómez Leyva, quien, afortunadamente, sigue vivo y ejerciendo su libertad de expresión. Eso pienso yo. ¿Usted qué opina? La política es de bronce.
Onel Ortíz Fragoso en X: @onelortiz