En este México-Mágico, donde todo puede suceder, ayer vimos una escena durante un evento que tuvo nuestra presidenta Claudia Sheinbaum en Oaxaca.
En medio de un México convulsionado por el reciente asesinato de un padre de familia y sus dos hijos pequeños en Sinaloa, nos hace sentir una profunda indignación y un profundo dolor, no solo por este suceso, sino por los asesinatos que suceden todos los días en nuestro país.
No obstante, como en una burbuja de felicidad se encontraba Claudia lanzando arengas como si fuera la noche del 15 de septiembre, con una amplia sonrisa y el puño cerrado gritaba: “Viva Méxicooo. Viva Méxicooo. Viva Méxicooo”... y los aplausos eran sutilmente suaves.
Claudia, preciosa y orgullosa como la Bikina, se dio media vuelta y en eso, de manera inesperada, ya había tomado el micrófono del atril María Elena Ríos, la saxofonista, quien hace unos años recibió un ataque con ácido en su cara.
“Presidenta, ¿me recuerda? Soy María Elena Ríos”. La respuesta inmediata de Claudia Sheinbaum me gustó. Su primer impulso fue acercarse a María Elena Ríos, cosa que no creo hubiera sucedido con López Obrador.
“El día de hoy, presidenta, quiero decirle que me rindo. Me rindo, gobernador. Usted y Juan Vera Carrizal (el responsable del ataque contra María Elena Ríos) ganan. Juan Vera Carrizal no está en el hospital”.
Claudia Sheinbaum sonreía mientras tocaba el hombro de María Elena Ríos. Pero no dijo una sola palabra.
Solo sonreía y entre dientes le decía: “cálmate, sí, sí… cálmate”.
¿Cómo es que María Elena Ríos llegó ahí? Nadie sabe. Pero en definitiva, es un punto que los “guaruras” o diríase los ‘siervos de la nación’ deberán tener en cuenta para la seguridad de la presidenta.
Me parece que este evento fue muy sanador para María Elena Ríos. Si bien ella ha buscado durante años que su agresor esté en la cárcel, claramente contó con protección del gobierno para que esté libre impunemente.
A María Elena Ríos se le ha vuelto a victimizar porque quedó grabado que a las afueras del hospital donde según estaba internado su agresor, se le fue a golpes a una familiar del mismo, arrancándole incluso los calzones. Esa escena desvirtuó la imagen de la saxofonista.
Ahora ella era la que recibía odio en las redes sociales, donde la colocaban como una oportunista, que ya estaba dentro de la política y que le habían dado alguna curul como diputada.
En el 2023-2024, María Elena Ríos fue aprobada como candidata plurinominal suplente, en las listas de Morena.
Supongo que ahora el líder de Morena y compañía estarán pensando qué hacer para sacarla de sus filas. Finalmente este suceso les afectó mediáticamente.
¿Qué tendría que haber hecho Claudia Sheinbaum? Dejarla hablar como lo hizo, pero públicamente al micrófono. Decir que el ataque que sufrió que de hecho fue tipificado como tentativa de homicidio, no quedaría impune.
Pero Claudia no pudo decir nada. Ahí estaba el gobernador de Oaxaca, Salomón Jara, por cierto de Morena, que dejó sola y a su suerte cobardemente a Claudia Sheinbaum en aquella escena. Él, muy paradito, con las manos entrelazadas optó por hacerse el sordo, el ciego y el mudo.
Claudia conoce muy bien a los amigos favoritos de López Obrador, uno de ellos es el gobernador de Oaxaca. María Elena la puso entre la espada y la pared.
Entiendo la postura de María Elena. Muchos la señalan como una mujer agresiva. Y desde mi punto de vista es probable que lo sea pero ¿cómo no serlo después de recibir un ataque con ácido?
La rabia que tiene María Elena Ríos por lo que le hicieron no sanará. Sabe que el gobernador de Oaxaca protegió y dejó libre a su agresor y contra ello nada puede hacerse.
Qué triste que una mujer tenga que llegar a esas instancias al no sentirse defendida legalmente.
Qué triste ver a nuestra presidenta lanzando vítores en medio de un país ensangrentado y qué lamentable el actuar de aquel gobernador de Oaxaca, ese, que también está bajo el apapacho de López Obrador.
Sí, como dijo María Elena: nos rendimos muchos.
Yo al menos hoy me rindo. Pero quizá solo por hoy. Mi pluma no dejará de escribir para describir las cosas que siento y pienso, aunque incomoden.
Gracias por leerme.
Es cuanto